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Se puede engordar por tristeza

Igual que se muere de pena (comprobado por la ciencia), la tristeza y la ansiedad también nos producen trastornos que llevan a los atracones o la ingesta insaciable.

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Se puede engordar por tristeza

Engordar por pena es una realidad. Se llama obesidad psicógena, y suele ocurrir cuando tenemos una pérdida amorosa, una muerte cercana, o incluso por tratar de controlar la ansiedad mediante la comida. De hecho, a éste último trastorno, el de la ansiedad, se le llama obesidad psicógena de desarrollo.

Preguntamos a la doctora Pilar Conde, psicóloga de Clínicas Origen, quien nos cuenta que “comemos para tranquilizarnos, porque las sensaciones que nos produce el acto de alimentarnos son placenteras. Comer algo que nos gusta nos aporta un refuerzo y, además, de manera inmediata. “Si la persona llega a percibir esto, y lo asocia, puede empezar de manera progresiva a realizar mayor ingesta alimentaria.

Comer por estrés

Comemos por estrés y engordamos. Al vernos mal, perdemos nuestra autoestima, nos sentimos mal, y comemos”. Un círculo muy difícil de resolver.

Según la Asociación Psiquiátrica Americana, entre el 20 % y el 40 % de las personas obesas asocian el hambre emocional a un trastorno que desemboca en el atracón. Esa ingesta que no es controlable, voraz, puede llegar a sobrepasar las 6.000 calorías. Es conocido como "trastorno de ingesta voraz" (binge eating disorder). No es bulimia, no hay que confundirlo, porque no se vomita.

Es un proceso muy adictivo, relacionado con la necesidad de recompensa, al comer se liberan dopamina y serotonina y, en ese sentido, se buscan productos ricos en azúcar y altamente calóricos que aportan esa sensación de placer.

Pilar Conde advierte que para trabajar estos trastornos de la obesidad “requieren de tratamientos multi componente, en los que el apoyo psicológico es clave”.