Pal Arinsal, nuestro primer viaje de nieve y esquí en familia
Visitamos un destino que combina pistas fáciles, zonas de juegos, actividades infantiles y servicios pensados para que pequeños y grandes vivan la mejor aventura posible en la montaña.


Mi hija de 3 años (“casi 4”, me rectificaría ella) estaba un día cantando “Let it go!” de Frozen (le encanta sin haber visto la película; un día hablaremos de esto) y después me hizo varias preguntas sobre la nieve. Le propuse ir un día a las altas montañas donde nieva y, fiel a ese afán de conocer y descubrir que a sus progenitores nos fascina, no dudó ni un segundo en apuntarse.
¿Dónde y cuándo? Buena pregunta. Para el dónde contacté con Grandvalira Resorts, el mayor dominio esquiable de los Pirineos. Nos invitaron a descubrir Pal Arinsal, su estación más orientada al público familiar. Para el cuándo, nos decidimos a ir el fin de semana que queda entre invierno y primavera. Porque suele haber mucha nieve, porque es fácil ver nevar y porque a su vez el clima suele ser agradable. Y acertamos. Qué buenas condiciones tiene la estación para este final de temporada.
Después de poco menos de tres horas en coche desde Barcelona, Arinsal (unos 1.500 metros) nos recibió con la primera sorpresa: casas, árboles y montañas cubiertas de blanco con las carreteras, eso sí, en perfecto estado. Nada más bajar del coche ya estuvimos jugando con la nieve y así sería durante las próximas 48 horas, parando para comer y dormir.
Un día en Pal: actividades infantiles
El primer día exploramos el sector de Pal. Como había nevado durante la noche y no sabíamos lo que nos encontraríamos, llamadnos precavidos pero fuimos con el telecabina que va desde La Massana (1.230m) hasta pie de pistas (1.900m) en pocos minutos. Dejamos el coche en el parking que tienen, de pago, aunque también hay opciones gratuitas y cercanas. E hicimos un bonito y empinado trayecto con vistas a bordo del “huevo”.
Nada más bajar nos quedamos contemplando los trabajos de la máquina quitanieves para luego, rápidamente, localizar el parque infantil. Ya no nevó más y el sol nos ofreció un agradable rato de juegos entre nieve polvo donde hicimos algunos amigos antes de irnos a las actividades de pago. Empezamos por las pistas de trineos y tubing. Los “donuts” (en portada y al iniciar el reel de Instagram), como los llamaba ella, triunfaron. Bajada rapidísima, con más o menos saltos según el carril, con nieve en la cara si el pie se te iba donde no tocaba y con final entre pocos centímetros de agua para chapotear antes de decir “otra” y volver a subir por la rampa automática. Y a por “otra”. Así hasta las 15 veces del bono.

Se hizo la hora de comer. Nos fuimos al restaurante “Rústic”, un lugar con aires de refugio con vistas y una carta de comida muy cuidada con excelente relación calidad/precio. Ella eligió -oh, qué sorpresa- macarrones boloñesa. No dejó ni uno y además picó de nuestras alcachofas crujientes e incluso de nuestro lomo bajo a la piedra con patatas y ensalada, para terminar con unas fresas con nata. Mención especial para la nata casera, por cierto.

Después de comer fuimos a por la Big Zip, una tirolina que parte desde lo alto de la pista El Planell y baja hasta el telecabina a todo gas. Antes de tirarnos, el guía nos hizo una explicación de las excelentes vistas que teníamos desde allí: veíamos las otras estaciones del grupo (Grandvalira y Ordino Arcalís), así como la parte alta de Pal y, abajo, los pueblos de la zona. Hora de lanzarse. Primero yo y después mi mujer, en tándem, con nuestra hija. Creo que lo disfrutó, porque al terminar también dijo “otra”. Pero ya no había tiempo para más que tirarnos unas bolas de nieve y rematar el día. Rematar el día en la nieve, porque había cuerda para rato.

Ushuaia Mountain Hotel: un alojamiento ideal para familias
En 9 minutos en coche, de subida, estábamos en el Ushuaia Mountain Hotel, nuestro alojamiento para el fin de semana, en el sector Arinsal. Nos duchamos en nuestra espaciosa habitación (con salón y habitación de matrimonio), nos cambiamos y bajamos al hall, donde las opciones para niños eran múltiples, aunque la acción se concentraba claramente en el Chiki Park (sin cargo adicional). Corrió, se divirtió e hizo algunos amigos entre toboganes y piscina de bolas mientras picábamos algo en los sofás como cena y, poco a poco, la cosa se fue calmando. Alguno se fue a ver la tele y otros nos fuimos a dormir. Caímos todos al momento. Y por cierto, a pesar de estar el hotel lleno de niños, no escuchamos absolutamente nada en ningún momento. Dormimos “del tirón”.
Un día en Arinsal: esquí en el Jardí de Neu
El domingo, nada más abrir las cortinas del balcón (que daba a la parte final de la pista de esquí que llegaba al hotel), ya vimos que nevaba. Lo haría todo el día, aunque suavemente y sin viento, por lo que resultaba hasta agradable (“¡me encanta que nieve!” dijo ella). Disfrutamos de los primeros copos aprovechando el extenso y variado buffet libre del hotel. Nos fuimos al guardaesquís, cogimos el material y subimos al telesilla Josep Serra, que nos llevó directamente desde el hotel hasta el edificio Comallemple (1.900m.).
Ahora sí, tocaba ponerse los esquís. En el Jardí de Neu (“escuela en la nieve”, que lo llamaba ella) y junto a tres niñas más que nunca habían esquiado de entre 3 y 5 años, estuvieron deslizándose por primera vez sobre el manto blanco. Durante tres horas (de 10 a 13h), con pausas para comer o dibujar/pintar en la caseta, fueron progresando hasta bajar solas por una pequeña pendiente haciendo un poco de cuña.

Mientras eso ocurría, había la opción de irse como hicieron la mayoría de familias. Pero su madre y yo nos fuimos alternando para ir a hacer unas bajadas en esquí y snowboard, respectivamente, mientras el otro observaba su progreso, así como la paciencia de todas las niñas y el cariño con el que las instructoras llevaban la actividad. Dentro del edificio colindante había niños más pequeños todavía que disfrutaban del servicio de “canguro” en una sala que haría las delicias de cualquier criatura.
Tras la comida nos quedaba poco tiempo y, antes de pensar en qué lo invertíamos, la peque dijo “quiero ir a patinar un poco más con esquís”. Así que eso fue lo que hicimos. Por las pistas exclusivas para debutantes Escola I y Escola II. Luego vino un paseo en otro “huevo” (a petición suya), el que va desde el pueblo de Arinsal hasta donde estábamos; la elaboración de 3 muñecos de nieve y unas cuantas croquetas por el suelo para rematar la jornada. Pagamos el late checkout para poder ducharnos, estuvimos un rato en la sala de juegos del hotel, nos fuimos a cenar por el pueblo -qué bien nos trataron en el Factory y qué buenas están las milanesas- y volvimos a casa.

Consejos y apuntes finales
Si no fuera así no lo diría: la amabilidad con la que nos han tratado en todas partes vale una mención en este artículo.
A nivel práctico: vale la pena subir con botas, descansos, palas, mochilas y lo que haga falta y aprovechar el servicio de taquillas (al que se puede acceder libremente durante todo el día). Pal tiene más oferta de actividades más allá del esquí. Arinsal nos pareció más tranquilo (dentro de una tranquilidad general). Ambos tienen Jardí de Neu y pistas verdes para debutantes. Hay Wi-fi abierto en la mayoría de las zonas mencionadas, algo a tener en cuenta contando que no hay roaming gratuito. Los forfaits se pueden comprar en las estaciones, pero también en La Massana o incluso en varias máquinas repartidas por los sectores. También en el propio hotel Ushuaia. La App es interesante para tener toda la información de la estación en la palma de la mano.
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