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Esquí

La estación de esquí más alta del mundo ya no tiene nieve

Chacaltaya, en Bolivia, se sostenía por un glaciar de 18.000 años de antigüedad que el cambio climático ha convertido en un desierto de rocas.

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Los restos de la estación de esquí de Chacaltaya (Bolivia), la más alta del mundo, sin nieve por la desaparición del glaciar.
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Con una altura de 5.421 metros sobre el nivel del mar, la montaña de Chacaltaya tenía la única estación de esquí de Bolivia. Era famosa porque tenía la pista de esquí más alta del mundo y la más cercana al Ecuador. Pero en la actualidad, esta zona de la Cordillera de los Andes, a tan solo 30 kilómetros de La Paz, es un desierto de rocas sin nieve. Los científicos atribuyen la transformación al cambio climático.

El camino que daba acceso a la zona y por lo tanto la estación de esquí empezó a coger forma en los años 30. Durante décadas fue el lugar donde esquiaba la gente de La Paz y el resort más alto del mundo, a unos 5.300 metros de altura. Más alto que el campo base del norte del Everest y a la misma altura que el del sur. Aunque no nevaba mucho, las frías temperaturas permitían sostener un glaciar que tenía 18.000 años de antigüedad que, por desgracia, pasó a ser el primer glaciar tropical extinto de Sudamérica. 

Todo empezó a cambiar -o por lo menos se aceleró el cambio- en los 90s, cuando los científicos detectaron que el glaciar de Chacaltaya tenía solamente el 7% del tamaño que habían registrado en 1940 y pronosticaron que en 2015 no quedaría nieve en esta zona. Lo cierto es que fueron optimistas, porque en 2009 el glaciar desapareció oficialmente. Hoy en día solo queda algún poste del telearrastre y la caseta de la estación y el restaurante, que también tenía el récord como el más alto del mundo. Y sí, muy de vez en cuando nieva y se puede esquiar.

Los científicos atribuyen la desaparición del glaciar al cambio climático. No en vano, Bolivia ha perdido la mitad de sus glaciares en los últimos 50 años. Según explican la nieve ya no se puede acumular en estas zonas por la subida global de la temperatura. Pero también por el efecto de los incendios forestales, cuyos restos, al caer en la nieve, aceleran su conversión en agua. Un factor que no tendría mucha más importancia si no fuera porque también puede afectar al suministro de agua para la población.