Vollering ya está aquí: exhibición en Neila para acercar otra Vuelta

Se hizo el silencio en las alturas. Su reina, Demi Vollering, llegó, bajó de la bici e, inmediatamente, se fue al suelo, tratando de recuperar la respiración. Le costaba. Y estaba al borde del llanto. Este jueves, en Lagunas de Neila, el primer monstruo de La Vuelta Femenina by Carrefour, la holandesa dio un paso de gigante para revalidar su corona. Con un ataque a 2,8 kilómetros de meta, cuando más cerca del cielo estaba la carretera, con rampas de hasta el 17%, la corredora del FDJ-SUEZ, que había controlado la carrera al milímetro, aceleró para no mirar atrás. Le intentó seguir Marlen Reusser, que terminó segunda, pero abrió un abismo tras ella. Le metió 24 segundos a la del Movistar y 56 a su maestra y, a priori, la que se había postulado como su gran rival por la general, Anna van der Breggen (SD-Worx), que ya había señalado como “favorita” a su aprendiz para cuando llegara el momento de la verdad. Y llegó.

“La Vuelta Femenina empieza hoy”, era el sentimiento de buena parte del pelotón antes de empezar la etapa. En la presentación de los equipos, lo verbalizaba Reusser, que ya avisaba de sus intenciones de “ir a por la general”. Era el día para ello. Con 120 kilómetros desde Golmayo, donde la lluvia apareció para despedirse prontamente, la ronda española presentaba su primera jornada verdaderamente decisiva. Tras la contrarreloj por equipos inicial, dos etapas llanas y una de media montaña, aparecía el primer juez. Unas Lagunas de Neila (6,7 km al 8,8%) que son parte de la historia del ciclismo español. El puerto, meta de la Vuelta a Burgos en 38 ocasiones, ya estuvo presente en La Vuelta en 1998, con victoria del ‘Chava’ Jiménez. Luego, ha visto ganar a Gianni Bugno, Tony Rominger, Nairo Quintana, Alejandro Valverde o Primoz Roglic. Y a la propia Vollering, que coronó la cima en primera posición por tercera vez en su carrera.

Con tanta historia presente, fueron muchos los aficionados que, horas antes de la ascensión, ya estaban preparados para animar a sus heroínas, que debían afrontar la subida en dos ocasiones. En la primera, sin embargo, no se llegaba a la cima, con un desvío a tres kilómetros del final, lo que se conoce como el Alto de Rozavientos (4 km al 8,1%). En ese primer esfuerzo, y después de una fuga de cuatro corredoras que superó los tres minutos y que murió por el empuje del FDJ-Suez, ya se empezaron poner las cartas sobre la mesa. El equipo francés, con Ally Wollaston, Évita Muzic y Juliette Labous, marcaba el ritmo mientras el maillot rojo en ese momento, Femke Gerritse (SD Worx), se iba al suelo. Definitivamente, empezaba La Vuelta.

Victoria “por la salud mental”

Sólo una quincena de corredoras resistieron en cabeza tras coronar Rozavientos. Luego, se unió al grupo una segunda oleada en la que estaba Mavi García (Jayco), que terminó tocada en la general. Y empezó el baile. Antes de iniciar el ascenso definitivo a Neila, Mareille Meijering (Movistar) fue la primera en moverse. Mischa Bredewold (SD Worx) fue la otra valiente que buscó la anticipación. Por detrás, Labous, cuarta en La Vuelta del año pasado, una primera espada al servicio de Vollering, marcaba el ritmo. A cuatro del final, aceleró y provocó la reacción inmediata de Van der Breggen, a cuya rueda se soldaba Vollering, esperando su momento. Cuando vio que el ritmo bajaba levemente, aceleró dejando atrás a Reusser, a la del SD-Worx y a una brava Usoa Ostolaza (Laboral Kutxa), quinta en meta.

“Estoy muy contenta de ganar la etapa y de todo el trabajo del equipo. Los días previos fueron un poco difíciles, esta victoria se la dedico a toda la gente del mundo que sufre con su salud mental. El equipo ha estado muy fuerte. Todo el mundo se ha entregado por la victoria y por la conquista de la general, haciendo un trabajo perfecto, y estoy muy agradecida. Dentro de ti sabes que puedes conseguirlo, pero siempre tienes dudas. Es una victoria que tenía muchas ganas de conseguir. Siempre sientes algo de presión. Me la pongo sobre todo yo, porque sé que tengo un gran equipo detrás, y quiero conseguir victorias para ellos y por mis compañeras”, celebró Vollering, que, en el suelo, se abrazó y lloró con su principal apoyo del día, Labous. La Vuelta vuelve a estar entre sus manos. Deberá ratificarla el sábado, en Cotobello, en la etapa más dura de la historia de la prueba.

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