"He madurado, pero esencialmente sigo siendo la misma persona", asegura Gianni Moscon en una entrevista con Cyclingnews. El corredor italiano, que ha cambiado el Ineos por el Astana de cara a a la próxima temporada, pretende dejar atrás una imagen pública "que no se corresponde con la realidad".

La que tiene después de varios incidentes que han frenado una carrera que apuntaba a cosas grandes. Desde el exabrupto racista con Kevin Reza en el Tour de Romandía de 2017 hasta la descalificación de la Kuurne-Bruselas-Kuurne el año pasado por un accidente con Jens Debusschere, pasando por su expulsión del Tour de Francia 2018 tras un intento de puñetazo a Elie Gesbert.

"Creo que la gente que me conoce sabe cómo soy (...) Obviamente a lo largo de los años algunos episodios me han presentado de una cierta forma. Y el contexto en el que me he encontrado también ha contribuído a crear esa imagen de mí, que no se corresponde con la realidad", explica. "Desafortunadamente, muchas veces es complicado para los periodistas entender la situación. Todo el mundo escribe lo que siente y en algunas ocasiones lo que ha pasado se ha descrito de forma errónea. Han sido una serie de cosas, pero nunca he cambiado. La persona que visteis en Roubaix (cuando iba líder este año y acabó cuarto tras una caída y un pinchazo, sin asomo de crispación) es quien soy. Obviamente he madurado, pero esencialmente sigo siendo la misma persona", añade.

"Quizá hace cinco años habría reaccionado distinto a lo que pasó allí, pero nadie tiene la culpa de un pinchazo, no tiene sentido enfadarse con alguien o conmigo mismo. Creo que hay rabia cuando la respinsabilidad recae en alguien en particular, pero si nadie tiene culpa es inútil", remarca Moscon, que tras toda su carrera profesional en Ineos ahora busca en Astana ampliar un palmarés que ya cuenta con triunfos en el Tour de Guagnxi, un podio en Lombardía y dos top-5 en Roubaix.