Michael Woods, canadiense de 33 años del Education First que la próxima temporada correrá en el Israel, demostró una vez más su gran habilidad y fortaleza en las rampas pronunciadas. Ya en 2018 consiguió un brillante triunfo en la 17ª etapa de la Vuelta con final en el Balcón de Bizkai. El ataque para la victoria lo hizo en la segunda y última ascensión al Poggio Murella, con desnivel en algunos tramos del 21%, y coronó en solitario. En el descenso, y tomando riesgos, se unió el polaco Rafal Majka en cabeza, mientras que los perseguidores por detrás no se entendían. En el esprint, Woods ganó con claridad e incluso llegó a picar un segundo a un vaciado Majka.

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La jornada fue de 217 kilómetros entre Follonica y Saturnia, la etapa más larga de esta edición y con un muro que era un homenaje a Marco Pantani, podría marcar las primeras diferencias después de que las dos primeras etapas las conquistara Ackermann al esprint. Ocho corredores formaron la escapada del día, aunque el que más lejos de ellos llegó fue el italiano Frapporti, último neutralizado en la ascensión al Poggio Murrella. Woods no encontró rivales a su ataque, y se formó un grupo detrás formado por Thomas, Fuglsang y Vlasov, entre otros. Sorprende en estos dos últimos la falta de entendimiento siendo ambos del Astana, ya que ninguno de ellos tiró para atrapar a los dos de cabeza.

Sin embargo, con las diferencias tan pequeñas, corredores como Simon Yates y Geraint Thomas, que afinan para el Giro, demuestran ir a más cada día. Más dificultades tuvo Nibali y mucho más lejos llegó Froome (a 18'). Van der Poel apuntaba a esta etapa como posible objetivo, pero comprobó que este muro era muy duro para sus cualidades. Alex Aranburu y De la Parte llegaron con el neerlandés en un grupo que entró a 33 segundos de Woods. Este jueves, jornada de 194 kilómetros entre Terni y Cascia, con dos puertos de categoría especial.