Primoz Roglic estaba feliz en la cima de Los Machucos y con un rostro que daba la impresión de mucho menos desgaste que el de sus rivales. Había afianzado su liderato de la Vuelta con un golpe en la mesa, y en su rostro, a menuido inexpresivo, sí se intuía más satisfacción que en cualquiera del resto de etapas en línea de la carrera... De los favoritos, sólo Pogacar estuvo con él, al que cedió la victoria, aunque no lo reconoció abiertamente: "Sólo diré que lo que ha pasado aquí es muy importante para el ciclismo esloveno. Pogacar es un amigo, pero también un supertalento y un rival para la victoria".

En cuanto al resto de rivales, reconoció que "el golpe moral es importante, pero el ciclismo se basa en el tiempo". Una subida que se planteaba como un reto y acabó cerca de ser un paseo: "Esperaba mucha más lucha, pero al final ha sido un desenlace bueno para mí".