Casi dos meses después de su lesión en el sacro, que le obligó a retirarse de la Lieja y a no disputar el Giro de Italia, Alejandro Valverde reapareció con una solvente victoria en la primera etapa de la Ruta de Occitania. Una carrera menor ante rivales asequibles para su poderoso esprint en cuesta, pero un buen síntoma de cara al Tour. El murciano se impuso en la meta en alto de Aubignac al prometedor Eddie Dunbar, irlandés del Ineos, 17 años menor que él (39 por 22).

El Movistar gestionó sin problemas las dos pasadas al puerto con el trabajo de Valls, Prades y Pedrero. A Valverde le tocó controlar los dos últimos kilómetros de la ascensión. Salía a los ataques de Dunbar, Urán y Gesbert, o comandaba al grupito en primera persona. Se sabía más rápido y más fuerte. El arcoíris aprovechó el acelerón final de Urán para rematar a sus rivales. Únicamente Dunbar aguantó su rush terminal, sin opción a remontar: "Me sentí fenomenal, estos dos meses de descanso y preparación le vinieron bien al cuerpo. Ahora me quedan tres días para defender el liderato".

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Se trata del segundo triunfo en 2019 del vigente campeón del mundo (el 124º de su trayectoria deportiva). Alzó los brazos por primera vez con el maillot arcobaleno en Jebel Hafeet, la dura llegada del UAE Tour. "Quizá con esta prenda se rebaja un poco el hambre, llegué a pensar en la maldición del arcoíris", reconoció recientemente. Occitania es su último test antes del Tour de Francia, que arranca el 6 de julio en Bruselas. Allí compartirá ocho con Nairo Quintana y Mikel Landa, una tricefalia que no funcionó en 2018.