Óscar Guerrero pasó tres años fuera del ciclismo tras la desaparición del Euskaltel en 2013: “A los auxiliares y corredores les resulta más fácil encontrar un nuevo equipo cuando otro echa el cierre. A los directores nos cuesta muchísimo más. Entonces no hubo ningún hueco en España y tampoco fuera”. Trabajó de comercial para distintas marcas y en 2017 regresó como técnico del Israel, “un proyecto que crece con pasos agigantados”.

Como cuenta Guerrero a As, “de 2017 a 2018 la escuadra ha doblado prácticamente todo”: “Se ha pasado de 16 a 24 corredores, hay más gente en el organigrama, los medios físicos se han multiplicado... Se podría decir que el Israel es un continental profesional con un presupuesto y una estructura del World Tour”. Manejan unos seis millones de euros: “Cerca de los siete de la última época del Euskaltel, al que se asemeja en la filosofía de cantera, o como el Kaiku en su día”.

Pese a la intención de promocionar el ciclismo en Israel, para esta temporada han incorporado nombres contrastados para “responder a las invitaciones a la Tirreno, Amstel, San Remo, Volta a Catalunya o Giro”: “La capitanía recaerá en Ben Hermans, quien con 30 años se encuentra en la madurez ideal de escalador. Tenemos a Rubén Plaza para aportar experiencia y entrar en las escapadas (José Manuel Díaz Gallego es el otro español en nómina), y a velocistas como Enger y Sbaragli”.

Creado en 2015, el Israel debutará en 2018 en una grande en el Giro. ¿Y cuánto influyó que el país pagara por acoger la salida de la carrera italiana en su participación? Responde Guerrero: “Imagino que bastante, aunque se trata de una pregunta para el mánager (Ran Margaliot). Evidentemente, supone una ventaja y buscaremos justificar nuestra presencia. Mientras, queremos sacar buenos resultados y colaborar en el desarrollo de nuestro deporte”.