No son pocos los que comparan a Julian Alaphilippe, ganador ayer, con Alejandro Valverde. El francés, hombre de talento con buena punta de velocidad, fue capaz de “sufrir” ante los ataques de un corredor superior en la montaña como Majka. “No me lo esperaba, estoy muy contento por mi primer triunfo en la Vuelta, creía que quizá me iría mejor para intentar el triunfo en la Cumbre del Sol, pero llegó aquí y es maravilloso”, apuntó el tercer ganador de etapa (su primera en una grande) del Quick Step en esta Vuelta, tras Lampaert (Gruissan) y Trentin (Tarragona), en una campaña en la que se sobrepuso a varios problemas físicos.

Un ciclista que, a pesar de su juventud (25 años), ya cuenta con victorias de nivel (en París-Niza o California). Hijo de un director de orquesta, abandonó la música (tocaba la batería) por un deporte en el que pronto logró destacar, tanto en ruta (fue plata mundial júnior en 2010) como en ciclocross.

En su formación le ayudó mucho su paso por el Armée de Terre (el equipo del ejército francés), en el que ganó en disciplina y le ayudaron a centrarse. Esas cualidades, junto con su calidad, llamaron la atención de Patrick Lefevere y su Quick Step, escuadra con la que lleva desde 2013. Antes de esta Vuelta a España firmó la renovación hasta 2019.