VUELTA A ESPAÑA

Valverde lo probó en la Vuelta

El murciano atacó a 25 kilómetros de la meta. El Tinkoff y el Saxo trabajaron para atrapar al ciclista del Movistar. Degenkolb logró al sprint la victoria en Córdoba.

0

Dentro de cincuenta años (aproximadamente), un número significativo de los jubilados extranjeros residentes en España serán ciclistas que corrieron la Vuelta. Entre ellos habrá ganadores de etapa, líderes por un día o escapados por una tarde. Los habrá propietarios de una batea en la Ría de Arosa, de un cortijo en la Sierra de Grazalema o de un hotelito en Ronda. John Degenkolb, casi con seguridad, vivirá en Córdoba. Su destino está marcado desde que ayer le ajustaron un sombrero cordobés y le gritaron “torero”. En Córdoba ganó su sexta etapa en la Vuelta (cinco en 2012) y allí recibió media docena de besos de azafatas morenísimas. Sólo nos falta por saber qué nombre le pondrá a su tablao.

Se equivocará quien piense que lo de ayer fue únicamente una etapa decidida al sprint. Antes de la llegada vivimos otra jornada de castigo, durísima por el trazado y por el calor, más de 40 grados. También asistimos al primer movimiento serio de un favorito: Valverde atacó a 25 kilómetros de la meta, poco después de coronar el último puerto, en el terreno escarpado que conducía al descenso. Su ventaja no superó nunca los 20 segundos y fue atrapado sin demasiados sofocos en el llano que conducía a Córdoba. Sin embargo, su arrebato invita a hacer un poco de ciclismo ficción.

Me explico. En persecución de Valverde, tal y como indican los manuales, trabajaron el Tinkoff y el Katusha, equipos de Contador y Purito. Lo lógico. O no tanto. No hace falta rascar mucho para advertir que no eran ellos los más amenazados por la escapada. A quien más comprometía es a Nairo Quintana. De haber prosperado el ataque de su compañero, de haber tomado ventaja en la general y de haber recuperado Valverde el liderato, Nairo hubiera corrido frenado un número determinado de etapas. En ese caso, Movistar viviría a estas horas el dilema de defender al líder o de apostar por el favorito, nosotros compararíamos la situación con la de Rosberg y Hamilton y de toda esa confusión disfrutarían sus rivales, especialmente los que ayer tiraron.

La realidad fue distinta, desafortunadamente para el espectáculo. No obstante, hacemos votos por la llegada de directores más imaginativos, que utilicen el pinganillo para algo más que para transmitir miedo. También hablo de Orica, cuya estrategia fue desconcertante. Durante todo el día trabajó para Matthews y cuando al final vio a Yates en la fuga con Valverde y Anacona no supo cambiar de planes. Prefirió mantener su apuesta inicial y despreciar las opciones de su ciclista escapado (Valverde peleaba por la general y era un rival menos). El resultado es que Degenkolb ganó la etapa y puso la primera piedra a su tablao, El Rincón de John.

Como es costumbre, la fuga de la jornada sirvió para abrir cuentas en la Caja Rural. Primero fue Aramendia quien se escapó (en compañía de otros) y luego le sucedió Txurruka. Quien dude de que el ciclismo vende debería probar los Huesitos y envolverlos con papel aluminio Reynolds.