Con el autobús del Astaná aparcado en la Rue des Artistes de La Grande Motte, Johan Bruyneel, su director deportivo, despachó con arte ante una multitud de medios de comunicación la escabechina de los 30 últimos kilómetros. Antes que nada, táctica climática. "El viento fue extraño todo el día. Lo teníamos estudiado pero nos sorprendió".

Con el abanico montado por el Columbia tras un giro, y después de saber que con Lance Armstrong iban Popovych y Zubeldia, Bruyneel decidió: "Esperar la reacción de nuestros rivales. Me sorprendió que el Cervélo (Sastre) no se moviera, ni tampoco equipos como el Saxo o el Garmin. A lo mejor es que no consideran que Armstrong sea un aspirante al Tour No nos cogían y como arriba no iba ningún favorito pues fue una buena estrategia mandar a Popovych y Zubeldia tirar a falta de diez kilómetros para la meta". Aun a sabiendas que a Contador se le podía indigestar el avituallamiento. "Si Contador hubiera estado arriba. Pero no estaba. Por un momento creí que engancharían pero se quedaron todos los favoritos". Menos el texano.

El belga también encontró otro motivo para justificar la decisión. "Con Cancellara delante, era bueno que cogiéramos ventaja para que él pueda mantener mañana (por hoy) el maillot. No queremos el amarillo por ahora y si lo conseguimos no lo defenderemos".

Órdenes.

Con Contador en el control antidopaje, Zubeldia tuvo que hacer una lectura rápida de lo sucedido. "He acatado las órdenes de Johan. Está claro que no ha sido un buen día para nosotros. Nuestro líder sigue siendo Alberto", dijo el vasco. Esta última frase también la resaltó Bruyneel, ya en español. "Alberto es el jefe de filas. De verdad que se ha suscitado una situación extraña pero que nos beneficia".