Jalabert reina entre el caos

TOUR 2001

Jalabert reina entre el caos

Jalabert reina entre el caos

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La vida es una tómbola, tom, tom, tómbola. Y el Tour también. Ayer disfrutamos de un mundo en 215 kilómetros, la existencia en cuatro horas.

Nada fue lo que parecía y la única verdad que se puede concluir es que los ciclistas se han reventado en las primeras etapas, cuando en esta historia todavía quedan por salir los dragones y las princesas.

Es muy posible que lo sucedido ayer sirva para explicar lo que nos traerá el futuro. El destino nos tuvo en vilo más de cien kilómetros. Primero se escapó un grupo de nueve ciclistas. Cuando rondaban los diez minutos, el pelotón se despertó violento. El latigazo, en pleno avituallamiento, quebró el grupo y la ONCE, primer fabricante mundial de abanicos, picó los estribos. Se quedaron todos los grandes, excepto Mancebo, Casero y Zabel.

El equipo de Sainz recibió pronto la ayuda del US Postal de Armstrong. Cuando tus intereses coinciden con los de tu peor enemigo debes preocuparte. Los hombres que se habían quedado atrás no eran ciclistas para ganar el Tour. Era demasiado derrocho en víspera de la crono por equipos, a no ser que la ONCE buscara neutralizar la escapada para asegurarse hoy el amarillo. Pero no.

Los escapados fueron absorbidos, pero ONCE y US Postal seguían tirando a bloque. El evangelio según Indurain dice que jamás desperdicies fuerzas, porque algún día puedes necesitarlas. Por eso parecía incomprensible un desgaste bestial sin recompensa equivalente. El más listo era el Kelme. Sevillita y Botero viajaban ocultos entre los favoritos.

Cuando los grupos se fundieron, aquello pareció el big-bang. Surgieron Dierckxsens, Jalabert y Mancebo, antes pardillo y ahora valiente. La ventaja con el pelotón rozaba los dos minutos. Si Jalabert llegaba con al menos 20 segundos y ganaba, sería nuevo líder. Incluso Mancebo, a 49 de O’Grady, tenía posibilidades. Pero la distancia se reducía agónica, como esos sueños que corres sin avanzar. Mancebo cayó en las zarpas de Freddy Krugger.

Héroe. Y venció Jalabert; aquí sólo podía ganar un héroe. Se fue de la ONCE sin saber quién dio más a quién. Muchos franceses le odiaron por español y algunos españoles le desdeñaron por francés. Ayer, en su forma de bracear sobre la bici iban los recados para unos y otros.

Primero fue sprinter, después escalador y luego contrarrelojista. Pero nunca se le perdonó que su evolución no culminara en el Tour. Ayer ganó sin un gramo de fuerza, justo como llegan los mitos a la última playa. Ayer rió el último. Jaja.