Paseando por los alrededores de su cuartel general percibieron la presencia de una sospechosa furgoneta con tres personas vestidas de paisano. Uno de ellos miraba por unos prismáticos al hotel del equipo español. Todo un marcaje a distancia. El mánager de Banesto, José Miguel Echávarri, reconoció ayer que camina por Dunkerque sintiéndose “observado”.

Los 21 equipos que hoy arrancarán en el Tour ya se han puesto de acuerdo en un aspecto importante. Manolo Saiz se refirió ayer, como presidente de la Asociación Internacional de equipos ciclistas, a que “si a partir de ahora un corredor da positivo por EPO, su equipo debe apartarle de la carrera inmediatamente, antes de esperar al contraanálisis”. Sin embargo, no se tratará de una expulsión definitiva, el corredor “seguirá cobrando pero tendrá reposo laboral antes de la solución de su caso”.

Este es el acuerdo a que llegaron los directores tras los incidentes en el Giro. Los resultados de los análisis de orina que detectan la EPO tardan ocho días en conocerse. Mientras, Jean Marie Leblanc, director de la carrera, dijo ayer en Le Figaro que están “muy atentos a lo que diga la justicia italiana” en torno a los registros acaecidos en el Giro.

La sensación que da el Tour, desde fuera, es de calma. Pero en las declaraciones de los interesados subyace que las cosas están cambiando. Se especula con que la organización y el gobierno francés podrían haber llegado a una entente cordial. Los primeros aceptarían más controles sorpresa y los otros dejarían a un lado sus intenciones de registrar con alevosía los hoteles de los equipos a horas intempestivas.