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FINALES NBA | WARRIORS - CELTICS (3-2)

La dinastía de Gary Payton: el heredero del ‘Guante’, del anillo a... ¿compartir equipo con Luka Doncic?

Hijo de la leyenda del mismo nombre, Gary Payton emerge como una de los pilares fundamentales de unos Warriors que rozan el anillo.

Actualizado a
La dinastía de Gary Payton: el heredero del ‘Guante’, del anillo a... ¿compartir equipo con Luka Doncic?
Michael UrakamiAFP

La última etapa de los Sonics en la NBA no se puede entender sin Gary Payton. The Glove, El Guante, era un jugador diferencial, la cara de un proyecto que llegó a las Finales en 1996 para pelear y caer, como muchos otros en la década de los 90, ante los Bulls de Michael Jordan. Ese año, Payton ganó el premio a Mejor Defensor, siendo el único base en conseguirlo hasta que Marcus Smart lo hiciera en el presente curso. Antes de ellos, solo Sidney Moncrief (Milwauke Bucks), en los albores del trofeo, logró ganarlo como base. Y Alvin Robinson, Michael Cooper y Michael Jordan les acompañan en las posiciones exteriores, esta vez en el puesto de escolta. Una lista muy corta que Payton honró con un merecido premio que daba sentido y recompensa a sus extraordinarias cualidades: buenas manos para robar balones (lideró la Liga en este apartado precisamente en la 1995-96), impresionantes movimientos laterales, una capacidad innata para defender sobre o contra el balón, cortar líneas de pases o anticiparse a los movimientos del rival, ayudando además en el rebote defensivo.

Payton fue toda una estrella. Líder de los Sonics en la década de los 90, sus cualidades en ataque, además de en defensa, le hacían destacar por encima del resto. Veloz, inteligente y gran pasador, tenía una gran maestría a la hora de interpretar las defensas rivales, era muy seguro con el balón (promedió solo 2,3 pérdidas en su carrera, un buen número para un base) y tomaba casi siempre las decisiones correctas. Acostumbrado a postear a los bases más pequeños que él, era fuerte de cintura para abajo y tenía buenos movimientos cerca de la zona. Y lideraba, claro, a unos Sonics que eran la alegría de unos 90 lentos e incluso aburridos: Shawn Kemp (el otro gran líder), Detlef Schrempf, Sam Perkins, Nate McMillan... un equipo fantástico liderado por George Karl que de 1993 a 1998 logró 55, 63, 57, 64, 57 y 61 victorias, pero sin el premio del anillo. Disputaron las finales de Conferencia en 1993 (cayeron 4-3 ante los Suns de Charles Barkley) y las Finales en 1996 (4-2 ante los Bulls). Dos derrotas consecutivas en semifinales de Conferencia acabaron con el proyecto y George Karl puso rumbo a nuevos objetivos. Y Payton se quedó sin la posibilidad de reeditar el triunfo de la franquicia en 1979 y llevar un nuevo anillo a la ciudad de Seattle.

Karl tuvo un gran error en las Finales ante los Bulls. El técnico no quiso que Payton defendiera a Michael Jordan de inicio y eso le costó caro, un 3-0 inicial que nunca se había remontado y, efectivamente, no se remontó. En los tres partidos en los que Jordan estuvo libre de la defensa del playmaker de los Sonics, se fue a 31 puntos y 5 asistencias, con un 46% en tiros de campo y un excelente 50% en triples. Con él encima, las tornas cambiaron: 23,7 puntos, 3,3 asistencias, menos de un 37% en tiros de campo y apenas un 11 % en triples. En total, el escolta se quedó en 27 puntos con un 41% en tiros, un 30% en triples y cinco de los seis partidos por debajo de la treintena. Con diferencia, sus peores números en unas Finales, un mérito que corresponde en buena parta a la defensa de un Payton que consiguió, además, unos promedios de 18+6,3+7. Payton salió de los Sonics en mitad de la 2002-03 en un traspaso forzado por un Karl que se encontraba en los Bucks y quería a su antiguo pupilo, pero la aventura fue efímera a pesar del buen nivel del base. Con 35 años, puso rumbo a ese equipo de videojuego de los Lakers (con Karl Malone, para unirse a Kobe y Shaq), pero no encajó en el triángulo, Phil Jackson apostó más por Derek Fisher (especialmente en los finales apretados) y los Lakers cayeron ante los Pistons en un final anunciado, una justicia poética tras una temporada refasta, un año horribilis que acabó como solo podía acabar: mal.

La disolución de los Lakers provocó el adiós de Karl Malone al baloncesto y el adiós de Shaquille a los Lakers. Payton pasó entonces por los Celtics antes de recalar en los Heat, donde se volvería a unir al pívot. Con él y con Pat Riley y su encomiable gestión de egos ganó su único anillo y consiguió su ansiada redención, el campeonato eternamente postergado, ese que jamás logró con los Sonics. En el tercer partido, con 95-95, un tiro en suspensión suyo (su única canasta del partido) daba virtualmente la victoria a los Heat. Se mantuvo un año más en la NBA, también en Miami, y dijo adiós al baloncesto con casi 39 años y 18 temporadas en la mejor Liga del mundo a sus espaldas. Y 9 All Stars, 9 veces en los Mejores Quintetos, dos oros olímpicos y la añoranza eterna de unos Sonics que se trasladaron a Oklahoma y se denominaron Thunder un año después de la retirada de Payton. Una leyenda.

El nuevo Payton gana en los Warriors

Gary Payton II nació Seattle el 1 de diciembre de 1992. Hijo del mítico jugador de los Sonics, su futuro estaba ligado irremediablemente al baloncesto, pero su historia no deja de ser curiosa. Se le diagnosticó dislexia de pequeño y su familia se trasladó a Los Angeles cuando su padre fichó por los Lakers. Fue un niño introvertido de pequeño. No intentó jugar al baloncesto hasta el Instituto por miedo a las comparativas con su padre y empezó a destacar de forma real en la Universidad Estatal de Oregón, donde fue elegido jugador defensivo del año en dos ocasiones consecutivas. Payton era como su padre en defensa: rápido de manos, fuerte en el uno contra uno, capaz de agotar a sus rivales. Eso sí, su estadística no era tan prolífica y no fue selecciondo en el draft. Firmó un contrato con los Bucks, pero fue permanentemente carne de traspaso: 6 partidos en su primer curso, 23 entre Bucks y Wizards en el segundo y solo 3 en el tercero, disputado en Washington. En la 2019-20 se fue a 29 encuentros, 17 de ellos como titular antes de que llegara la pandemia. Pero un nuevo traspaso, esta vez a los Warriors casi le hace tirar la toalla.

Payton se puso a trabajar como analista de vídeos en el equipo hasta que por fin encontró una oportunidad. El año pasado, con los Warriors cayendo en el play-in, apenas disputó 10 partidos, pero el staff de los Warriors vio en él una oportunidad y, tras adaptarse de nuevo, dio un paso adelante y disputó la mejor temporada de su carrera: 7,1 puntos, 3,5 rebotes y 1,4 robos en más de 17 minutos de juego. Ha jugado 71 partidos, 16 de ellos como titular, y se ha convertido en una pieza increíblemente importante en el esquema defensivo de un equipo que está a una victoria de ganar el anillo. Con 29 años, ha encontrado su sitio en una dinastía histórica (nada menos) y su lesión ante los Grizzlies por la dura defensa de Dillon Brooks fue muy criticada y, a la postre, perjudicó a los Warriors en los siguientes partidos. Payton se ha recuperado para las Finales, ha disputado 4 de los 5 partidos posibles y se salió en el quinto, en una victoria crucial para los Warriors: además de su gran defensa, 15 puntos con 6 de 8 en tiros de campo y un +16 en los 26 minutos que estuvo en pista. “Yo solo estoy jugando para ayudar a ganar a estos muchachos. Steph, Dray, Klay, Andre, Loon y definitivamente el entrenador Kerr. Solo estoy tratando de formar parte de su legado”.

En la órbita de los Mavericks

El base ha cumplido, y ya forma parte del legado de los Warriors, de uno de sus cuatro anillos, de una de sus seis Finales. Jugó casi 20 minutos en el sexto y último partido, con 6 puntos, 3 rebotes, 2 asistencias y 3 robos, fue testigo en primera fila del broche de oro de la última gran dinastía de la NBA y de la exhibición de Stephen Curry, que por fin ganó su premio particular, el MVP de las Finales. La buena temporada de Payton tendrá, claro, su recompensa: sus cualidades defensivas le hacen ser una pieza valiosa en la agencia libre y, aunque los Warriors han expresado públicamente su intención de renovarle, hay más equipos interesados. Entre ellos, los Mavericks de Luka Doncic, centrados en la renovación de Jalen Brunson pero con más frentes abiertos. Ahí queda eso.