NBA | MAVERICKS 119 - WARRIORS 109 (1-3)

Vida extra para Luka Doncic

Los Warriors llegaron a ponerse a 8 tras ir perdiendo de 29, pero los Mavs mejoraron en el rebote, anotaron los triples y tuvieron a un Doncic imperial. Habrá quinto partido.

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Habrá quinto partido. La victoria de los Mavericks puede ser la guinda a una temporada que acaban con matrícula de honor. Quizá la última, a no ser que los Warriors se hagan de rogar y caigan en el Chase Center, donde no han perdido en todos los playoffs (8-0). Un encuentro más que es casi como un final justo y poético a una temporada histórica para la franquicia texana, que ha plantado cara a un equipo que ha tenido que guardar la escoba y se han quedado sin sweep. No iba a ser justo para los de Jason Kidd decir adiós así a una eliminatoria que ha sido el final a una temporada titánica, épica, en la que se han colado de forma tan inopinada como merecida en unas finales de Conferencia en las que son el invitado de honor con toda meritocracia. Y, tras mejorar, hacerse fuertes en el rebote, anotar los triples y no renunciar a atacar la zona, los Mavs se han hecho con una victoria que pone el 3-1 en la serie y les da un premio fantástico tras las dispares sensaciones generadas tras los tres primeros encuentros.

Jason Kidd ya dijo que su equipo viviría o moriría en el triple, pero tras la derrota en el tercer partido dijo lo mismo del rebote. Y los jugadores tomaron nota: 20 de 43 en triples (un 46,5%) y 45 rebotes por 42 de sus rivales, evitando esta vez la ingente cantidad de rechaces en su aro que dieron una cantidad casi vergonzosa de segundas oportunidades a los Warriors en el duelo anterior. Esta vez fueron 6, menos de la mitad del tercer asalto (14). Reggie Bullock olvidó su nefasta último actuación y se fue a un 6 de 10 en triples, Dorian Finney-Smith hizo un partido fantástico (9 de 13 en tiros de campo y 4 de 7 en triples para 23 puntos, a los que añadió 6 rebotes), Maxi Klebber volvió a anotar desde las esquinas e hizo daño en la zona (13+8, con 5 de 6 en tiros) y Jalen Brunson y Spencer Dinwiddie actuaron de generadores de forma excepcional: 15 tantos, con 5 rebotes y 5 asistencias para el primero; y 10, con 8 asistencias para el segundo.

Luka Doncic, que pareció cansado al inicio del partido, disputó un nuevo gran partido, con buena producción estadística y calma y temple en el último cuarto, cuando los Mavs, que llegaron a mandar de 29 puntos, casi la lían: solo 8 arriba (110-102) con algo más de 3 minutos para el final. Doncic salió del tiempo muerto que pidió un cauteloso Kidd con un mate y dos asistencias, una para triple de Bullock y otra para canasta en la zona de Finney-Smith. Y anotó luego 2 tiros libres que sentenciaban el partido y encumbraban otra fantástica actuación: 30 puntos (noveno partido en el que supera la treintena en 13 partidos de estos playoffs), 14 rebotes (con una capacidad increíble para mantener su posición) y 9 asistencias, con 2 robos y 2 tapones, apenas 3 pérdidas y una inconsistencia habitual en el tiro (10 de 26, con 3 de 11 en triples), que compensó con una buena selección en el último cuarto, en el que anotó 9 tantos con 3 de 5 en el lanzamiento.

Los Warriors llegaron para verlas venir. Reservaron a Otto Porter, lesionado en el choque anterior, pensando en aprovechar el viaje a casa para quedarse ahí descansando antes de unas Finales que la estadística dice que van a jugar: 146-0 cuando la ventaja es de 3-0 en playoffs. Serían las sextas en 8 años, las sextas consecutivas si contamos solo las temporadas en las que han disputado los playoffs (se los perdieron en las dos últimas) y también si hablamos solo de Klay Thompson, que se ha pasado en el limbo de los problemas físicos en dicho periodo de tiempo. Los Warriors, recordemos, no han perdido ninguna serie de la Conferencia Oeste desde 2015, cuando Steve Kerr lideró al equipo en su primera temporada al primer título de una de las mayores dinastías de la historia. Y, recordemos, llevan 26 eliminatorias consecutivas ganando al menos un partido fuera de casa. Récords y más récords de un equipo sin parangón en la historia, absolutamente legendario, maravillosamente único. Un proyecto que suma, suma y sigue sumando y ha abandonado la revolución procedente de la precocidad para ser ahora un grupo liderado espiritualmente (deportivamente también) por tres jugadores ya más veteranos, un entrenador excepcional y el recuerdo de las victorias del pasado siempre presente. Sobran las palabras.

Eso sí, para aumentar su leyenda, los Warriors deberán ganar primero a los Mavs y solventar lo antes posible una serie en la que no quieren volver a Dallas, donde los texanos olvidan su cansancio, se crecen ante su público y creen que todo es posible. Andrew Wiggins no estuvo tan bien como en el tercer asalto (13+5 hoy), Draymond Green tuvo buenos minutos (10+6+6), Klay Thompson siguen lejos de su mejor versión, pero aporta en momentos concretos (12 tantos) y Stephen Curry (constantemente atacado por los jugadores de los Mavs, que le buscaban en cada bloqueo para dejarle frente a Doncic o Brunson) bajó el nivel (20, con 8 asistencias). Estos dos últimos volvieron cuando los Warriors se pusieron a 8 en el último cuarto y cuando y aparecía que Kerr no iba a sacar a sus titulares y empezó a remontar con Kuminga, Moody, Lee, Bjelica y Jordan Poole (14 puntos, y 6 faltas personales) en pista. Pero ahí se quedó un conato de remontada que habría sido histórica pero que, finalmente, no se produjo. Los Warriors tienen que cerrar y descansar para esperar a Celtics o Heat, dos equipos que se están dando una buena paliza, en las finales del Este. Y para eso, deberán superar el último escollo, la última rebelión de unos Mavericks que han vuelto a hacer un ejercicio de supervivencia magnífico y que van a creer hasta el final. "Todavía creo que podemos ganar", ha dicho Doncic tras el partido. Ahí queda eso.