NBA | WARRIORS 126 - MAVERICKS 117 (2-0)

Doncic sucumbe a los Warriors y a Draymond, rey de la polémica

Los Mavs llegaron a mandar por 19 y anotaron 21 triples, pero Draymond volvió loco el partido y los Warriors remontaron en la segunda mitad. Doncic (42), cede ante Curry (32).

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Ganar tres veces el anillo de la NBA son palabras mayores. Casi nadie lo ha conseguido, y los que sí los podemos decir de memoria un grupo de obsesionados con este deporte, pero siguen siendo una minoría muy ruidosa que por ser precisamente una minoría está en la élite más absoluta. Si todo el mundo ganara tres anillos, nadie sería realmente especial. Como sí son los Warriors, una auténtica dinastía que sigue a lo suyo, impertérrita ante el paso del tiempo, enormérrima en cuanto a talento, con la añoranza de tiempos pasados convertida en deseos del presente y una capacidad innata para reponerse de dos ausencias consecutivas a los playoffs con, quién sabe, otro anillo. Si llega, que ya veremos, sería el cuarto de la dinastía en sus sextas Finales. Todo una hipótesis momentánea, pero que tienen más cerca tras poner un 2-0 por obra y gracia de la experiencia, el calor del Chase Center, las acertadas decisiones de Steve Kerr y la capacidad de Draymond Green para desatar la locura e impedir que una ventaja de 19 puntos llegue a más. El hombre que más sabe siempre aparece. Y Green sabe. Mucho. A veces incluso, demasiado.

A 10 minutos para finalizar el segundo cuarto, Draymond recibió su primera y última técnica. Los Warriors caían de 8 puntos (30-38), de 9 tras el tiro libre de Reggie Bullock, habían comenzado 2-10 y no daban con la tecla. No estaban cómodos, bien puestos en el Chase Center, una casa que es la suya y que todavía no ha experimentado el éxito que si vivió el antiguo Oracle. Y Green, que sabe cómo y cuándo desatar la locura, empezó a hacer de las suyas. No fue expulsado en ese periodo por la permisividad arbitral que le concede su estatus. Y siguió todo el periodo intentando cortar el ritmo de un equipo que anotó 15 triples al descanso (récord de la franquicia) y que manejaba diferencias cómodas en una situación en la que se menaje a la perfección. Pero Green sabía lo que hacía: Damion Lee entró al juego ante Davis Bertans, la tendencia cambió, lo que en un lado era una cosa dejó de serlo y los Warriors, curtidos en mil batallas, supieron que habían ganado la partida incluso cuando iban 19 abajo (48-67). Un botín menor para dos cuartos en los que el equipo visitante había sido neta y completamente superior.

Un triple desde la esquina de Otto Porter (11+7+4 y 4 de 4 en tiros de campo) dio a los Warriors la primera ventaja del partido (86-85), una que ya no perdieron. El partido llegó al 90-90 y al 92-92 y los Mavericks seguían vivos a 2 minutos del final (119-112), pero un triple de Stephen Curry (32 puntos, el mejor de su equipo) mandaba a dormir (literalmente) a los visitantes y daba el 2-0 en la eliminatoria a un equipo que lo mereció a medias, pero que destrozó en demasía a un rival cansado tras 13 partidos de playoffs, titánico en el esfuerzo, pero que dejó de anotar en la segunda mitad (6 de 18 en triples) y recibió 62 puntos en la zona, anotando solo 30. Con las piernas fatigadas, la respiración entrecortada, muchas dificultades para emerger, penetrar y correr detrás de sus rivales, pero mucho pundonor, los Mavs tienen otro 2-0 ante ellos (el segundo consecutivo), pero los Warriors no son los Suns y el arbitraje casero y la afición pueden no ser suficiente ante un equipo que, con ganar uno de los dos partidos que tiene ahora en Dallas, tiene medio pase a unas Finales que añoran, desean y, si todo sigue igual, van a alcanzar.

El elemento diferencial para los Warriors, en ausencia de un Draymond que al margen de liarla tuvo una actuación bastante cuestionable (6+6+5, pero 4 pérdidas, 6 faltas personales y un -19 con él en pista) fue Kevon Looney: 21 puntos (15 en el tercer cuarto, la máxima de su carrera en 12 minutos), 12 rebotes, 2 asistencias y 10 de 14 en tiros de campo. Una actuación asombrosa a la que acompañaron Jordan Poole, su anarquía, sus penetraciones y sus puntos (hasta 23), los ya mencionados Porter y Curry (que a sus 32 tantos añadió 8 rebotes y 5 asistencias), y un Klay Thompson que sigue sin ser el que era pero cada día está más cerca de volver a ser el que siempre fue: 15 tantos y 6 de 10 en tiros. Los Warriors apabullaron también a los Mavs en el rebote (43-30, 8 de ellos ofensivos) y tuvieron de resolución a un Kerr brillante que paró el partido pronto, cuando era necesario, y lo rompió con ritmo y rotaciones cuando consideró que así tenía que ser. Un hombre brillante que ya ganó, recordemos, 5 anillos como jugador y suma 3 más en los banquillos. El número 9 (combinándolo todo) lo tiene poca gente. Y ese grupo sí que es minoritario. Más que ninguno.

Luka Doncic, esta vez sí, estuvo a la altura: 42 puntos, 5 rebotes, 8 asistencias y 3 robos (sólo 2 pérdidas), un 12 de 23 en tiros de campo, un buen 5 de 10 en triples y momentos realmente brillantes, con 14 tantos en un último cuarto en el que daba la sensación de tirar él solo. Jalen Brunson cuajó una actuación extraordinaria (31+7+5), Reggie Bullock se fue a 21 puntos, Dorian Finney-Smith a 10... pero nada más. Maxi Klebber sigue sin encontrar su sitio en esta serie (1 de 5 en triples), Spencer Dinwiddie parece mal utilizado (Jason Kidd volverá a cambiar cosas) y la tendencia vuelve a cambiar negativamente dentro de un partido cuando al revés es muy difícil que cambie, y se limita a evolucionar (algo que también es bueno, claro), entre encuentros. Ahora, rumbo a Dallas con 2-0 y el más difícil todavía. Con la afición como el banquillo, eternamente de pie, y Mark Cuban por encima del propio baloncesto, dando saltos en una actitud aguerrida que esconde perfectamente los millones que tiene. Con todo eso, un peso emocional enorme y mucho más la serie cambia de ubicación. Con todo eso y con Draymond Green. Que, ya se ha visto, se las sabe todas.