WNBA

Escándalo en la WNBA por ofrecer mejoras para viajar

Las Liberty ven mejoradas sus condiciones de transporte y la Liga se pone en pie de guerra. Lo ven como una desigualdad. El equipo ha sido multado.

0
New York Liberty
Vincent Carchietta USA TODAY SPORTS

Las desavenencias se han desatado en la WNBA por culpa de cuestiones de convenio colectivo, competencia desleal y aviones. ¿Cómo? Por la intención de los propietarios de las Liberty de Nueva York, el matrimonio Tsai (Joe, fundador de Alibaba, es además dueño de los Nets de la NBA), de mejorar las condiciones laborales de sus jugadoras. Una reivindicación que viene de lejos, la de poder utilizar vuelos chárter en lugar de vuelos comerciales, para el traslado para partidos y concentraciones es la que ha hecho que la situación se recrudezca y se haya pensado, incluso, en la expulsión de esta franquicia de la Liga. Por intentar cerrar la brecha de género.

Una investigación de Howard Megdal en Sports Illustrated ha abierto el debate a nivel nacional y entre todos los estamentos del baloncesto. Las reacciones de las jugadoras tampoco se han hecho esperar debido a la gravedad de lo que subyace.

El acontecimiento que destapa este problema a la luz pública es un viaje a Napa, un valle de California conocido por su vasta producción de vino. Las Liberty se fueron allí en el Labor Day del año pasado, que se celebra a primeros de septiembre, con el objetivo de tener tiempo de comunión entre las jugadoras y que ese nexo se traslade luego a la cancha. Pero esto, según las reglas del último convenio firmado, no está permitido en la WNBA. Los dueños no pueden recompensar de más a las jugadoras, se considera una violación de los acuerdos colectivos que perjudica a otros equipos que están lejos de garantizar ese bienestar para sus activos.

Las Liberty fueron multadas por este hecho. Primero, con un millón de dólares. Tras recurrir se quedó en la mitad, medio millón. Sports Illustrated mantiene que la furia ha sido tal dentro del organismo que se han valorado sanciones más duras -incluso- por parte de un Jamin Dershowitz que es el abogado principal del torneo y viene directo desde la NBA. "Hacerles perder todas las elecciones de 'draft' que jamás hayan visto" y "amenazar con cancelar la franquicia" son dos de las medidas que estuvieron sobre la mesa.

Este conjunto, además de ser el representante de una ciudad tan importante como Nueva York, es uno de los que está siendo trabajado para ganar la WNBA en un futuro cercano. Tiene a Sabrina Ionescu, la joven más prometedora, y negociaron con Breanna Stewart, la mejor jugadora del momento. Son una amenaza para otros conjuntos de renombre (Aces, Storm, Sparks, etc) de la misma forma que lo son los Knicks en la NBA, como atractivo en lo que mejoran la plantilla.

Lo que está detrás de este entuerto no es otro tema que el vil metal. Poner a los equipos un chárter en vez de un vuelo comercial en el que coincidan con cualquier ciudadano cuesta más dinero. Que se ataje cualquier intento de progreso en este aspecto, aunque venga de uno de los propietarios renovadores, choca frontalmente con el espíritu de la WNBA de igualar lo más posible las condiciones de los jugadores de la NBA con los de la liga femenina.

Tsai se quedó con las Liberty en 2019, que antes eran propiedad de James Dolan (dueño de los Knicks y del Madison). En 2020 se firmó este CBA que durará hasta 2027. En él, en el contexto de la pandemia y de las cada vez más sonoras protestas por los bajos sueldos de la liga femenina más importante del mundo del baloncesto, se aplicó una subida de dinero a percibir (el máximo pasó de 119.000 dólares a 215.000 dólares y el tope para cada equipo se subió un 30%). Nada que ver con otras reivindicaciones, como las de los viajes, que quedaron en el olvido. En 2018 se llegó a suspender un partido por esta razón. El aterrizaje, valga el chascarrillo, de Cathy Engelbert en el puesto de comisionado ha sido un retoque de maquillaje en algunos de los temas troncales a los que las jugadoras se siguen refiriendo, siendo el transporte uno de ellos.

"Lo que tener vuelos chárter representa en el mundo del deporte es que te da algo de validación. Es predicar que tu Liga es tan exitosa que tiene los recursos para volar en chárter, que es increíblemente caro. Para muchas de nosotras sería un indicador de salud financiera", dice Sue Bird, una de las caras más reconocibles de la WNBA en los últimos 20 años.

Tsai se propuso arreglar el problema de los aviones buscando un patrocinador que valiera para todas las franquicias. La respuesta que había recibido de Engelbert, la mandamás, era referida a la protesta de otros dueños, que aseguraban no tener las capacidades económicas para afrontar este cambio. Todo se reduce a eso. También se propuso una inyección de capital puesto entre propietarios e inversores o que la WNBA vendiera el 20% de la competición, tasándose ese porcentaje en 200 millones de dólares. La oposición de la Junta Directiva a cambiar la política de viajes chocó de lleno con una estrategia que las Liberty no sólo usaron en ese viaje a Napa referido anteriormente, sino en todos los desplazamientos de la segunda parte de la temporada 2021. Y la guerra se ha abierto también en ese flanco únicamente por querer mejorar la reputación de una competición que económicamente es difícil de sostener.