NBA | HAWKS 111 - SIXERS 127 (1-2)

Embiid: exhibición, triunfo y disgu

Los Sixers ganan en Atlanta y recuperan el factor cancha pero pierden por lesión a Danny Green. Joel Embiid fue el mejor pero se resintió de su rodilla lesionada en la segunda parte.

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Embiid: exhibición, triunfo y disgu
ERIK S. LESSER EFE

Las aguas han vuelto a su cauce. Los Sixers ganaron en Atlanta (111-127) y han devuelto el orden lógico a su semifinal del Este, restaurando una jerarquía que se tambaleó en el primer partido, en el que una exhibición memorable de los Hawks empequeñeció a los Sixers, que ya han recuperado ese paso atrás y el factor cancha. Con 2-1 a favor, tienen parón de dos días y jugarán el cuarto el lunes, otra vez en Atlanta. La gran barrera de los Hawks: si pierden ese partido, los de Nate McMillan estarán prácticamente condenados.

Y si juegan como en este tercer duelo de la serie, los Hawks perderán. Se metieron desde el principio, a pesar del buen arranque de Bogdan Bogdanovic (casi desaparecido en la segunda parte) en la boca de un lobo que es muy feroz en su mejor versión: los Sixers defendieron lo justo y permitieron un partido simplemente muy bueno (28 puntos y 8 asistencias) de Trae Young, que no controló el ritmo y no estuvo súper. Y los Hawks necesitan su versión súper… y más defensa. Los Sixers anotaron con mucha facilidad en el primer tiempo (56-61 tras el primer amago de break) y se exhibieron en el tercer cuarto (75-95 final) en el que se pasaron seis minutos sin fallar y en el que liberaron sus cargas de ataque con un Ben Simmons más asertivo cerca del aro y más cómodo como iniciador en el poste. El australiano sumó 11 puntos y 3 asistencias en el tramo decisivo del partido, y acabó con 18 y 7 tras poner de su parte en la defensa colectiva a Trae.

El resto del trabajo lo hicieron los dos de casi siempre: Tobias Harris sumó 22 puntos, 8 rebotes y 5 asistencias con un 10/16 en tiros y Joel Embiid bajó su anotación (39,5 de media en los dos primeros partidos) pero hizo de todo: 27 puntos, 9 rebotes y 8 asistencias, su tope de playoffs, en una noche en la que castigó con buenos pases los marcajes dobles y triples que recibió desde el principio. El plan de McMillan no funcionó y la pista de los Hawks se rindió por primera vez desde el 15 de abril. Eran trece victorias seguidas y 19 en 21 partidos como locales, una racha que acabó en la primera visita a la ciudad de los Sixers en playoffs desde 1982. Justo antes de que, en 1983, llegara al equipo para convertirse en uno de sus referentes Doc Rivers, ahora entrenador del enemigo.

Para los Sixers, la vida es mucho más fácil cuando responde un banquillo del que nunca se sabe qué esperar. Esta vez 30 puntos solo en la primera parte, con 11 en el primer cuarto de Korkmaz, que acabó con 14. La presión constante de los de Rivers dinamitó una débil resistencia defensiva de los Hawks, acosados por los problemas de faltas y la lentitud de Collins y Gallinari cuando Simmons se empareja con ellos en posición de falso ala-pívot. Las pérdidas remataron a los Hawks pese a los 23 puntos y 7 rebotes de Collins y el intento de ejercer de catalizador de Trae. La resistencia valió para recortar hasta el 97-110 con más de cinco minutos por jugar. Había tiempo, pero no había fuerzas.

Ahora, las malas noticias para los Sixers: Danny Green jugó menos de cuatro minutos antes de irse con una lesión muscular en un gemelo. El típico problema que no es de primera magnitud pero que, a veces, estropea recorridos en playoffs. El escolta, un jugador fundamental en el engranaje del equipo y con un obvio pedigrí de campeón (Spurs, Raptors, Lakers) tiene como mínimo para unos días de baja. Y en unos días asomarán, si todo sigue un curso normal en las dos eliminatorias, los Nets en una hipotética final del Este. Ahí hará falta todo lo que tengan a mano unos Sixers que no ganaron para sustos ya con el partido desequilibrado: Tobias Harris se dio un golpe tremendo en la cabeza con una cámara y Joel Embiid, esto es lo peor, se resintió un par de veces de esa rodilla que tiene lesionada. Contra los Hawks todo esto son solo detalles, más allá podrían ser clavos en el ataúd de un equipo que por ahora puede estar satisfecho: vuelve a tener su eliminatoria bajo control. El lunes la dejará encarrilada... o tendrá que apretar los dientes a base de bien.