2-0, y gracias. Esa fue la única ventaja que tuvo el Gran Canaria en el partido, apenas unos segundos en los que no fue devorado por el Barcelona (74-92), al que solo la relajación le privó de infringirle al equipo insular una tunda de época. Se desmelenaron los culés desde el triple, 16 de 23, y cogen aire tras la derrota del domingo en el clásico, afianzándose de paso en la segunda plaza. Mientras, al Herbalife le tocará sufrir en esa agónica carrera por los playoff.

Fue tan superior el Barça en la primera parte, sumamente devastador su dominio, que parecía surrealista que el Gran Canaria llegara a ir por delante, aunque fuera con el 2-0 inicial de Balcerowski, acertado primero y precipitado después jugándosela contra Gasol. Así, en menos de lo que dura un pestañeo, el ejército de Jasikevicius metió en tremenda emboscada a su rival, incapaz de parar un parcial de 0-12 comandando por Higgins que obligó, con el partido a punto de romperse, a Fisac a pedir tiempo muerto cuando no se habían jugado ni tres minutos y medio de primer cuarto.

No dejaba de percutir el Barça, tan insistente como efectivo en su descarada intención de romper el partido cuanto antes. Además, masacró desde el triple al Herbalife en la primera parte, 10 encestados de los 12 que intentó. De hecho, el tercero de un desatado Mirotic puso rápidamente el marcador en un esclarecedor 7-20.

Era el Herbalife un saco de golpes, incapaz de hacerle ningún daño a la formación blaugrana. Y si lo intentaba, golpe directo al mentón. Poco importaba que Kilpatrick enchufara dos triples, pues Hanga le respondió con otros dos para cerrar el primer acto con el inapelable 17-31.

Parece que poco a nada se puede hacer cuando a este Barça le sopla el viento a favor. Su defensa estrangulaba a un débil Herbalife y, además, inauguró el segundo cuarto de la única forma posible: triple de Smits. Cuando los locales se dieron cuenta la distancia era un durísimo +22, 17-39 tras el 2+1 que Hanga le sacó a un despistado Albicy. Además, dos triples posteriores, cómo no, de Kuric y Claver reventaban el duelo todavía más: 22-49, máxima distancia del duelo. Lo peor para los locales era la sensación de que, ni mucho menos, el rival jugaba al máximo de sus posibilidades.

Tremenda distancia le servía a Jasikevicius para darle minutos a Gasol, fallón en el tiro pero tan efectivo y listo como siempre en el pase (3 asistencia en el primer tiempo), muy generoso con unos compañeros que descaradamente le buscaran para que empezara a sentirse a gusto. Aflojó mínimamente el acelerador el Barça, relajado apenas un momento, lo cual aprovechó Okoye para, con dos triples, recortar la diferencia antes del descanso: 37-53. Pese a los 16 puntos, tal fue el dominio azulgrana que hasta se podría considerar engañosa.

Para no perder las mañas, el mismo Okoye volvió a enchufar otra vez desde el 6,75 nada más reanudarse el partido. Pero claro, Abrines le pagó acto seguido con la misma moneda. Por aquel entonces, cuando todavía quedaban 8:05 para acabar el tercer cuarto, llegó el estreno anotador de Gasol, tras una asistencia de Mirotic, para el 41-58, aunque desperdició el tiro libre del 2+1 que le había sacado a Costello.

El propio Mirotic había entrado en trance mucho antes, y con otros dos triples, 5º y 6º de su cuenta, mantenía a raya a un sobrepasado Gran Canaria: 46-66. Tal y como estaba el partido, bastante parecían hacer los locales cuando, tras una canasta de Dimsa desde más allá, pusieron el epílogo al tercer cuarto con el 56-74 en el marcador.

Con todo perdido, afrontó el Herbalife los últimos 10 minutos con la esperanza de demostrarse así mismo que quizás podía inquietar al Barcelona. A base de fe lo consiguió, también con sendos triples de Okoye y Albicy y un mate en transición de Diop, hermosa secuencia, para el 64-78.

En cualquier caso, acudieron sus estrellas al rescate del Barça. Mirotic abusó de Diop al poste bajo y Higgins conectó el 16º triple en 21 intentos de su equipo, 64-83, aunque Albicy hizo entonces acto de presencia para, con un triple y una asistencia para el mate de Costello, darle algo de mordiente al duelo: 69-83.