ATLANTA HAWKS

Los Hawks de Trae: ¿los Warriors del Este o el fraude de la NBA?

Un récord por debajo del esperado, lesiones, despido de Lloyd Pierce... Los Hawks han pasado de ser la mayor promesa del Este, a un equipo a la deriva.

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Trae Young, durante un partido de la NBA con Atlanta Hawks.
Kevin C. Cox AFP

Crisis en Atlanta. El equipo que aspiraba a ser un revulsivo en la Conferencia Este, casi un aspirante al que tener en cuenta quién sabe para qué, tiene un récord de 15-20 que le aleja de los puestos de playoffs, un vestuario a la deriva y un nuevo entrenador, Nate McMillan, que sustituirá al denostado Lloyd Pierce hasta final de temporada (de momento). Así van los Hawks, que se las prometían felices en diciembre con una plantilla llena de nombres y liderada por Trae Young: la joven estrella tendría a su disposición dos veteranos de renombre, con una gran reputación y con baloncesto por delante como Rajon Rondo y Danilo Gallinari. También contaba con toda la horda de precoces talentos que había llegado en los últimos tiempos, una camada que incluye a Cam Reddish, John Collins, Kevin Huerter, Bruno Fernando o De'Andre Hunter. Y a un jugador interior poderoso como Clint Capela, que ocuparía la zona y utilizaría su versatilidad defensiva mientras se adaptaba a un ataque en el que se podría limitar a lo que mejor sabe hacer, atrapar rebotes ofensivos y recibir un último pase cerca del aro para sumar puntos.Y para redondear, Bogdan Bogdanović, que aterrizó en los Hawks tras vivir su sainete particular con una rumorología que le colocaba en Milwaukee, donde no aterrizó por decisión propia para exasperación de Giannis Antetokounmpo y compañía.

Los Hawks son undécimos del Este y están solo a un partido y medio del octavo puesto en una Conferencia en la que casi todos se pueden meter en unos playoffs (o en un play-in) en el que sólo hay hueco para ocho equipos. Defienden y atacan, numéricamente, mejor que el año pasado, pero no terminan de encontrar una regularidad por culpa, en parte, del coronavirus y las lesiones que impiden juzgarles legítimamente pero que les dejan en una situación complicada. Empezaron con tres victorias consecutivas y con cuatro en los primeros cinco partidos, pero luego encadenaron cuatro derrotas y desde entonces encadenan más momentos malos que buenos. Pero claro, no consiguen juntar a toda la plantilla, una que, a priori, parece buena: Rondo se ha perdido 16 encuentros por molestias en la rodilla, el tobillo o la espalda, promedia algo más de 3 puntos y 3 asistencias por noche y con él en pista, los Hawks anotan 14,9 puntos menos. Está en su versión más bochornosa, lejos de la mostrada el año pasado en playoffs con los Lakers, y cuesta más encontrar su cabida en una franquicia que no es aspirante.

La cosa no se queda ahí: Kris Dunn, otra joven promesa, todavía no ha debutado por, primero, una alteración en el cartílago derecho y, después, por una cirugía en el tobillo de la misma pierna, que necesitó para extirpar el cartílago suelto. Bogdanovic se ha perdido 25 partidos por un problema en la rodilla y ha lanzado por debajo del 40% en tiros de campo en los 10 duelos que ha disputado. Gallinari ha sido baja durante 10 noches, también está por debajo del 40% en tiros y es un objetivo contante en defensa para sus rivales, donde lastra a los suyos en demasía sin encontrar su juego. Y la elección de primera ronda, Onyeka Okongwu (sexto puesto del draft) entró en su año rookie con una fractura por estrés y apenas se ha podido adaptar a la dinámica de un juego interior en el que Capela es la mejor noticia (14,7+14,2 de promedio) y donde Bruno Fernando se ha visto desplazado, disputando tan solo 17 partidos, todos desde el banquillo, y con apenas 8,7 minutos de juego.

Los problemas con Lloyd Pierce

Otro de los motivos de los desmanes de los Hawks ha sido el despido de Lloyd Pierce, auspiciado por el impaciente propietario Antony Ressler, a petición de una plantilla contraria a un técnico que ha crecido con ella en los últimos tres años pero que sólo ha podido conseguir 29 y 20 victorias en los dos últimos años y un balance general de 63 victorias y 120 derrotas en toda su etapa. La relación entre Pierce y Trae, tal y como ha revelado Sam Amick en The Athletic, siempre ha sido tensa, y una reunión a inicios de curso sirvió para relajar los problemas solo en parte. La concatenación de las derrotas y la gestión de egos del técnico no ha gustado a sus jugadores, sobre todo a la joven estrella y aun Cam Reddish que es un talento en potencia que no termina de explotar, un defensor espectacular que promedia 11,2 puntos por partido pero que, en ataque, lanza con un 26,2% en triples, una cifra ignominiosa en una era dominada por los mismos.

Ressler y el General Manager de los Hawks, Travis Schlenk, demandaron a Pierce resultados inmediatos y piensan que el equipo está preparado para ello. Las continuas lesiones y las quejas constantes de los jugadores han propiciado que el técnico se despida antes de tiempo de su primera experiencia en la NBA, provocando además el ascenso de un Nate McMillan que tiene cierto bagaje en los banquillos pero que fue despedido de los Pacers tras cuatro eliminaciones consecutivas en primera ronda de los playoffs (las dos últimas por 4-0) y ninguna temporada pudiendo superar las 50 victorias. Nadie sabe si McMillan será el entrenador de los Hawks la semana que viene, pero la situación llegó a ser bochornosa cuando Pierce fue premonitorio en su despido una semana antes de que se produjera y durante una entrevista, también en The Athletic y con el periodista Jeff Schultz. "Travis me va a despedir algún día. ¿Crees que me voy a enfadar? Me dio una gran oportunidad en mi vida". Dicho y hecho.

Pierce, que acababa contrato este año, se va después de participar activamente en la creación de una cultura, con la franquicia intentando congraciarse con la comunidad a la que pertenece e incluso permitiendo que el State Farm Arena, estadio de los Hawks, fuera un lugar de votación para las elecciones del mes de noviembre. Los inicios, la construcción de una identidad y el crecimiento de un grupo joven con un solo entrenador ha durado menos de lo que parecía en un inicio. Más duraron otros ejemplos como Scott Brooks en los Thunder (con Durant, Westbrook y Harden) o incluso Doc Rivers en los Celtics, al que se mantuvo en el puesto a pesar del desastre de la 2006-07 (24-58) con un Danny Ainge que tiene más arraigo en Boston que Ressler o Schlenk en Atlanta. También da para otros ejemplos su despido, con un nuevo ejemplo de la era de los jugadores empoderados: en la 2015-16, David Blatt salió por la puerta de atrás de los Cavaliers con la plantilla en su contra, LeBron James a la cabeza. En ese caso, la franquicia de Ohio justificó el movimiento con el anillo prometido y Tyronn Lue de entrenador. Ahora, en los Hawks, la tesitura es difícil y la presión es para los jugadores: o acaban bien el curso o las culpas van a ser para ellos. No se fuerza un despido sin consecuencias.

¿Y ahora qué?

Los Hawks deben resurgir. Tienen solo dos jugadores por encima de los 30 años (Rondo y Gallinari) y su liderazgo dista mucho del que necesitan para focalizar la mente y fortalecer el espíritu, como diría Phil Jackson. Nadie sabe si en unos hipotéticos playoffs, Rondo volverá a ejercer de cabecilla como en los Lakers, donde su voz era escuchada en el vestuario pero la idiosincrasia de la plantilla y el objetivo eran muy distintos. Atlanta acaba de ganar a los Heat y juegan contra Orlando antes del parón del All Star, al que no acudirá un Trae Young que promedia 26,2 puntos, 4,2 rebotes y 9,5 asistencias, jugando menos minutos que el año pasado (ya veremos si esto cambia con McMillan), pero mejorando sus porcentajes de triples, de tiros libres y de asistencias. El parón vendrá bien para aclarar ideas y afrontar lo que viene: Raptors, Kings, Cavaliers, Rockets y Thunder, cinco partidos asequibles en los que deberán rascar victorias antes de que se complique el calendario en Los Angeles. En una NBA en la que todo el mundo puede perder con todo el mundo, sumar en el inicio era importante y los Hawks deben hacer ahora los deberes que se dejaron a medias (o totalmente incompletos) a inicios de curso.

Collins y Hunter, con 18 y 17 puntos por partido respectivamente, serán los lugartenientes de Trae en la ofensiva, mientras que se espera una evolución de Reddish y de Huerter, además de que Capela siga al nivel que está mostrando, con los máximos en su carrera en puntos, rebotes y tapones. En el resto, McMillan tiene trabajo: los Hawks solo aparecen en el top ten en una de las principales categorías estadísticas (son sextos en rebotes por partido), salen menos al contraataque que cualquiera de los dos años anteriores con Pierce teniendo gente para ellos (son el 22º equipo de la Liga en pace, ritmo de juego) y tienen una química problemática que mejorará con el entrenador (al menos al principio), con una nueva voz que busque soluciones en un juego que ha llegado a ser brillante en el inicio (10-9), pero que ha rozado el ridículo después (11 derrotas en los últimos 15 partidos). El objetivo siguen siendo los playoffs, pero el proyecto ha sufrido un revés importante en mitad de una temporada considerada clave para ellos. Y el despido del entrenador, curiosamente, los han potenciado Trae y Reddish... los dos jugadores que llegaron a la franquicia en el traspaso que envió a Luka Doncic a Dallas Mavericks. Ahí queda eso.