Los Mavericks están cayendo en picado. Las bajas por el coronavirus les han dejado tocados y la ya de por sí falta de cohesión que sí demostraron la temporada pasada tampoco ayuda. Ahora se asoman al precipicio de la Conferencia Oeste, que es bastante profundo y del que es difícil subir si caes. Son ya seis derrotas seguidas. Sólo los Pelicans y los Timberwolves está peor que ellos. Coincide además que en esta racha sí han tenido a sus dos grandes estrellas, Luka Doncic y Kristaps Porzingis, en la cancha. No ha valido. Más negativo todavía, por lo menos en términos de moral, es que la mayor amenaza del equipo rival regrese en el partido en el que se enfrenta a ti y te meta un triple en el último segundo para remontar y ganar. 

Ese jugador decisivo fue Devin Booker, que llevaba una semana y media de baja y se encargó de disipar dudas cuando tocaba. El escolta salió de los bloqueos en una jugada de pizarra y se casó un tiro desde la zona derecha nada más recibir el balón en una jugada de las de rasgarse las vestiduras: los Mavs iban dos arriba y tenía una falta más para hacer antes de entrar en bonus. Booker acabó con 24 puntos y esa cesta ganadora, aunque el que le dio el pase fue el mejor de la noche. Paul, que molestó lo suficiente para que su rival no pudiera meter el tiro final, rozó el triple-doble: 34 puntos, 9 rebotes y 9 asistencias. El veterano base se puso delante de Doncic para que éste no viera bien la canasta y fallara un triple a la desesperada. 

La frustración de la estrella eslovena de Dallas no toca techo, ya que volvió a flojear en la selección de lanzamientos una noche más. Acabar con 25 puntos, 8 asistencias y 5 rebotes un partido es para felicitarse, pero no tanto cuando la serie de tiros fue de 7/19. Falló tres de sus cuatro triples y metió diez libres para engrosar su cuenta. Desde la larga distancia sus penalidades se han hecho ya una bola gigante que le lleva a ser el segundo peor de la NBA, por detrás de Kelly Oubre, en porcentaje con al menos siete intentos por encuentro y cien en total (29,3%). Luka Doncic se contagia de frustración y su franquicia es la peor parada. 

A decir verdad, y lo comentó Doncic al acabar el partido, los Mavericks jugaron bien y fueron los afamados detalles los que decidieron al final. Quizá con una rotación más fuerte hubieran podido pelear mejor. El caso es que hasta sospechosos habituales en la defensa, como Tim Hardaway, se tiraban por el suelo para cazar balones. El escolta fue la nota positiva, con 18 puntos desde el banquillo, además de un Josh Richardson que se fue hasta los 24 tantos. Lo malo es que enfrente tenían a unos Suns que pasaron también su mala racha pero son uno de los equipos llamados a mejorar su clasificación del año pasado. 

Doncic tardó en anotar su primera canasta en juego, fue ya a mitad del segundo cuarto, pero demostró su carácter al hacerlo después de haberse dañado la pierna derecha y yendo contra dos defensores. Antes había dado cuenta de su rival castigando junto a Cauley-Stein la defensa de las continuaciones. Chris Paul era el que estaba manteniendo en solitario a los suyos, que veían a Richardson falto de tiros para seguir metiendo y a Brunson dirigir bien cuando no estaba el balcánico. Once de trece puntos en ese lapso de los Suns antes de llegar al descanso fueron de Paul, pero Kristaps Porzingis apareció para meter un triple con el que ponía una pequeña ventaja para llegar a la segunda parte. 

La ventaja subió a diez en el tercer periodo. Fue, después de otra racha de Paul, el suplente Kaminsky el que se mostró para aplacar el buen estado de forma de los Mavs. Ya en el cuarto acto, con Paul jugando con Porzingis y Booker destensando el brazo, los visitantes se metieron de lleno en el partido para no salir de él. Un triple de Hardaway a menos de dos minutos para el final puso en ventaja, ya peligrosa, a los Mavs. Paul y Booker castigaron a Porzingis en dos acciones seguidas y en la última el primero buscó el desmarque del segundo, que anotó con la mano de Finey-Smith casi en la cara en lo que fue la puntilla para los texanos.