NBA | FINALES 2020

Jimmy Butler obra un milagro

Ocho puntos in extremis de un Butler otra vez imperial (35+12+11) acaban con unos Lakers que estuvieron por delante en el último minuto. Danny Green falló el triple del anillo.

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Hay Final, todavía. Vaya que sí. No parecía sensato apostar por una rendición sin condiciones de Miami Heat, ni siquiera después de la dolorosa derrota del cuarto partido y de la losa del 3-1 en contra. Ahora (108-111 en el quinto) es un 3-2, así que mañana, casi sin tiempo para respirar (01:30 hora española), se jugará el partido que devolverá la lógica (la lógica de ese 3-1 ya pasado) y llevará el anillo a Los Ángeles o enviará las Finales 2020 a un tremendo séptimo partido. Y, desde luego, a los ecos de aquel 2016 en el que LeBron James remontó un 3-1, nadie lo había hecho en la lucha por el anillo, a los pluscuamperfectos Warriors. Ahora LeBron está en el otro lado de la frontera. Pero…

Pero Miami Heat es un gran equipo. Duro, resiliente, aparénteme irrompible porque su líder lo es: cuando Jimmy Butler alza su juego a su pico máximo de brillantez (la intensidad nunca falta) los Heat son temibles. Capaces de cualquier cosa. ¿También de ganar otras dos batallas casi sin respiro (domingo y martes) y contra un rival que tiene a LeBron James y Anthony Davis? ¿Contra un enemigo que no ha perdido dos partidos seguidos en todos los playoffs? Ya veremos. No tendría lógica, pero hay algo en Butler, desde su actitud a esas jugadas que escarba donde otros se quedan ciegos, que parte precisamente de eso. De desafiar a la lógica. Para un tipo adicto a los retos, no hay ninguno mayor que este.

Las dos victorias de los Heat en esta final han coincidido con partidos memorables de Butler, que se adaptó a la inmensa presencia de Anthony Davis (que le atormentó en el cuarto partido) y encontró siempre formas de que su equipo produjera, anotara, saliera del laberinto ofensivo en el que le metió la defensa rival en la anterior derrota. Puntos por todas las partes de la pista, otra vez un montón de tiros libres, asistencias precisas y unos rebotes de ataque que fueron más que oxígeno. De hecho, por ahí perdieron parte mucha fuerza los Lakers, en unos problemas para cerrar su aro que no acostumbran a tener y que restaron efectividad a su tenaza defensiva. Los Heat crecieron a partir de esos tiros extra y de no dejar que la defensa rival los secara. Con Butler, con paciencia en la circulación y con un decisivo Duncan Robinson, el tirador que va a claramente a más a medida que pasan las Finales (26 puntos, 7/13 en triples).

El partido fue un drama en una Final que está 3-2 y podía estará 2-3… o 4-1. Y que, después de un inicio anticlimático (hasta el 2-0) lleva tres colisiones tremendas, frontales y masivas, resueltas en los instantes finales. Esta vez, y ahí voló el título, Danny Green falló un triple a falta de ocho segundos y con 108-109. Un triple frontal, liberado, perfectamente bien seleccionado por unos Lakers que, eso sí, eligieron para intentar cerrar el partido (y el anillo) a un tirador que este año no mete tiros. Después Markieff Morris salvó el rebote de ataque pero no supo qué hacer con la bola y la regaló. Y los Lakers se obligaron a otra pelea, otra como mínimo, mañana. A pesar de que LeBron James, que había ganado 17 de sus últimos 18 duelos con opciones de cerrar una serie, pareció dispuesto a no jugar más esta temporada: 40 puntos, 13 rebotes, 7 asistencias y un 6/9 en triples que mantuvo vivo a su equipo en un tramo central (entre el segundo y el tercer cuarto) en el que los Heat fueron muy superiores y amenazaron con escaparse.

Los Heat recuperaron el pulso tras un mal inicio con circulación, rebotes de ataque y un goteo de puntos de los secundarios (Nunn tuvo fases brillantes) más allá de Robinson y el tremendo Butler: 35 puntos, 12 rebotes, 11 asistencias… y ocho puntos seguidos y sin soltar la bola en los instantes finales, para sujetar a un equipo en el acantilado, que pasó de ganar 82-93 a falta de diez minutos a perder 99-96 a falta de cinco. Solo la fe ciega de Butler, su resistencia física sobrehumana (más de 47 minutos en pista) y su sangre de hielo (4 tiros libres en el último minuto, 12/12 total) salvaron a unos Heat que pudieron ganar antes y estuvieron a punto de perder. Pero Butler evitó el naufragio y Danny Green falló un triple, frontal y solo, que era el que los Lakers habían imaginado que metería cuando le dieron 30 millones de dólares por dos año antes de esta temporada.

Los Lakers, más allá de esa derrota en el mismo filo que les había sonreído tres días antes, jugaron mal demasiados minutos, se dieron un susto muy serio por un tobillo de Anthony Davis (veremos como está), y tuvieron una reacción monumental en el último cuarto. Pudieron ganar, de hecho debieron hacerlo (108-107 a 21 segundos del final). Pero no les sobra nada. La Final ha entrado en una fase milimétrica, en la que cada posesión cuenta, cada tiro es importante y cada rebote, oro. Y mañana jugarán, otra vez para ganar pero ya sin el colchón del 3-1. Anillo… o la olla exprés del séptimo contra la fe inquebrantable de Butler. Cuidado.