PLAYOFFS NBA | BUCKS 94 - 103 HEAT (1-4)

Los Heat despiden a Anteto

El griego, lesionado, vio desde el banquillo como los Bucks remaban para morir en la orilla. Los Heat jugarán sus primeras finales del Este desde la salida de LeBron.

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Se confirmó la debacle. Al menos la de los Bucks, que se van a casa con una mano delante y otra detrás después de un cuarto partido que fue un mero despiste rival y que supuso también el único momento de gloria de una serie que se ha acabado pero que para ellos nunca empezó. Y se abre un tiempo de debate que consistirá en descubrir la mejor manera de hacer que Anteto, ese hombre consolidado pero con mucho que demostrar, se quede en una franquicia de mercado pequeño que ha soñado con el anillo por primera vez desde los 70, cuando Kareem Abdul-Jabbar (por aquel entonces Lew Alcindor) y Oscar Robertson llevaron a las vitrinas el único campeonato con el que la entidad cuenta. Apenas un anillo y tímidos intentos de hacerse con otro que nunca ha llegado (George Karl y Ray Allen estuvieron relativamente cerca en 2001) que no hacen sino potenciar el trabajo que tiene que hacer la directiva para retener al jugador griego, que es pretendido por media NBA y acaba contrato en 2021.

En el proceso bien se puede caer Mike Budenholzer, que contó con una vida extra que Middleton le regaló tras el cuarto encuentro y cuyo acrecentado optimismo ha utilizado para que los suyos hicieran gala de un extraordinario inicio (28-19 al final del primer periodo) que ha sido contrarrestado por el saber estar de Spoelstra y de los Heat, que al descanso ya habían dado la vuelta al marcador (46-52) tras dejar a sus rivales en 18 tantos en el segundo periodo. A partir de ahí, la ventaja fue de un equipo que nunca se despegó pero que siempre controló a un rival a rachas y sin la magia que le permitió llevarse, casi como si fuera un milagro, el cuarto partido. Esta vez Miami no se dejó arredrar ante un Middleton que se fue a 23+7+6 pero con 8 de 25 en tiros de campo, incluido un 2 de 9 en triples. Brook Lopez (15+14) jugó más en el interior ante la ausencia de Anteto, que no se recuperó de su esguince de tobillo y vio el partido desde el banquillo, siempre animando, como queriendo redimir una personalidad cuestionada deportivamente y con un techo que la gente no sabe ni dónde está ni si va a ser alcanzado. Pero ni Middleton ni Lopez levantaron a un equipo que lanzó con un 9 de 33 en triples y tuvo a DiVincenzo o a Marvin Williams (que anunció su retirada en la conclusión) de ayudantes que acompañaron pero no decidieron.

Se abre tiempo de reflexión en Milwaukee. Ya veremos por dónde van los tiros, pero parece complicado que puedan hacer algo inmediato cuando la mayoría de sus jugadores siguen con contrato. Apenas gente como Pat Connaughton o Sterling Brown serán agentes libres, algo irrisorio para un equipo que deberá hacer algo para convencer a Anteto de quedarse en la única franquicia en la que ha estado como jugador de la NBA. Budenholzer mira de reojo mientras constata que sigue siendo un entrenador de regular season, algo que ya demostró en Atlanta pero que algunos no quisieron creer. Y Anteto piensa en cómo gestionar las suculentas ofertas que se multiplican en forma de rumores y valora si quedarse en un equipo a la deriva del que obviamente no es el problema... pero, de momento, tampoco la solución. De hecho, sus compañeros parecen haber estado cómodos en piusta sin él, otro debate muy recurrente entre grandes estrellas que nunca ha contado con las mismas conclusiones.

¿Y qué pasa con los Heat?

Es muy posible que no hayamos sido justos con los Heat. La debacle de los Bucks ha hecho que nos centremos en lo negativo y no alabemos a uno de los equipos más sorprendentes, revolucionarios y extraordinarios de la temporada. Los Heat son una franquicia de pilares firmes pero fácil mutación, con un encofrado líquido que le permite adaptarse a los cambios de juego y de plantillas y mantenerse siempre competitiva. Esto ocurre desde que Pat Riley llegara a la franquicia a finales de los 90, renunciando al último año del contrato más lucrativo que jamás había firmado un entrenador (ya llegaría Phil Jackson a los Lakers...) para cambiar el Madison por Florida y poner en el mapa a un equipo que nunca lo había estado sin él. El sustituto en los banquillos que no pudo encontrar en Stan Van Gundy (algo tuvo que ver Shaquille) sí lo tuvo en Erik Spoelstra, ese hombre que empezó editando vídeos y acabó ganando anillos y que es el entrenador, junto a Carlisle, que más tiempo lleva en la misma franquicia por detrás de la inabarcable sombra de Gregg Popovich.

Riley, desde la comodidad y la seguridad que Spoelstra le daba en pista, ocupó un asiento secundario, un lugar con más espacio para estirar las piernas, negar a LeBron una nueva bajada al banquillo y mover los hilos del destino. Esto ha hecho sin descanso estos años hasta llegar, con mucha paciencia, a las primeras finales del Este desde que el propio LeBron abandonara la franquicia en 2014. Y con un equipo neta y completamente construido por su privilegiada mente, que ha aprovechado a jugadores no drafteados (Duncan Robinson, Kendrik Nunn), ha elegido de la manera acertada a sus rondas del draft (Tyler Herro), ha convertido a Goran Dragic en una institución y a Bam Adebayo en el hombre del futuro. Con eso, y con Jimmy Butler como jugador franquicia (Riley sabía que traía al carácter adecuado), los Heat han volado y han sabido jugar contra todo y contra todos a las órdenes de uno de los entrenadores más talentosos de la NBA actual (sino el que más) y con la inestimable ayuda de veteranos (Haslem en el banquillo e Iguodala en pista) que completan una plantilla con la que nadie contaba pero que no deja de tener todos los ingredientes necesarios para un campeonato.

No sabemos si los Heat se lo van a llevar y puede que necesiten tiempo y coacción, pero están opositando para ello. Están a cuatro partidos de las Finales, y hoy, marca de la casa, han tenido a seis jugadores por encima de la decena de puntos (17+10+6 de Butler), defendiendo como un bloque y dejando en 94 puntos a un equipo que durante el año ha promediado 118,7, más que nadie en la NBA (sin Anteto, eso sí). Poco más que añadir sobre una franquicia que está ante una oportunidad que nadie esperaba pero que se han ganado a pulso, justificando una construcción que va de los estructural a lo deportivo y que está sostenida por Spoelstra en los banquillos y Butler y compañía en pista. Y por Riley claro, ese ser adimensional al que pocas cosas le quedan por demostrar y que ha vuelto a certificar por qué es una de las mentes más brillantes de la historia de este deporte. Los Heat, a las finales del Este. Con todo, con todos y con su mesías, ese hombre que ha dejado su huella en una competición imposible de entender sin él. Miami sueña. Y lo hace porque con Riley, ya se sabe, todo es posible.