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¿Big three para Doncic? Porzingis y el 'otro Curry' impulsan a Dallas

El letón y el escolta han explotado en el último mes y son los mejores lugartenientes de Luka Doncic. Los Dallas Mavericks aseguran su futuro.

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Luka Doncic podría formar junto a Kristaps Porzingis y Seth Curry un big three que asegure el futuro de los Dallas Mavericks de la NBA

Luka Doncic no está solo. Es algo que Rick Carlisle y su magia han dejado claro desde principio, pero en el último mes, ausencias de Doncic mediante, ha quedado más claro que nunca. Los Mavericks se han diluido parcialmente después del terrorífico inicio de temporada que protagonizaron, copando portadas, ganando partidos y colocándose entre los mejores equipos de la competición. Y, aunque la realidad se ha impuesto y están en una dinámica algo más irregular, siguen siendo responsables de un curso baloncestítico para el recuerdo. Al fin y al cabo, se van a meter en sus primeros playoffs desde 2016, tienen a su jugador franquicia como candidato legítimo a MVP (un poco más descolgado por su lucha que en diciembre), habiendo disputado su primer All Star (el primero de la franquicia texana en ir que no es Nowitzki desde el 2010) y con una selección prácticamente asegurada para el Mejor Quinteto de la NBA con tan solo 21 años de edad.

Desde luego, la temporada de los texanos está siendo para el recuerdo. Pero, más allá del buen nivel de Doncic, que está acaparando los principales focos de su equipo, los Mavs tienen argumentos. El buen nivel mostrado por Tim Hardaway Jr., que en verano era dueño de un contrato que nadie quería y está mostrando un nivel excelente, es uno de los ejemplos; como también la proyección de Maxi Kleber (5 tapones a Zion Williamson la pasada madrigada), o las aptitudes (y actitudes) de Dorian Finney-Smith o las intangibles de Jalen Brunson. Sí, los Mavericks están por el buen camino y han hecho los movimientos adecuados en los dos últimos veranos para asegurar el equipo de cara al futuro e iniciar un nuevo proyecto que les haya soñar con el anillo en los próximos años.

El mérito de Mark Cuban es algo a tener en cuenta. Tan histriónico y polémico como talentoso en los despachos, ha sabido crear una filosofía dentro de una franquicia que antes de Dirk Nowitzki había tenido como referencias a Rolando Blackman y poco más. Los Mavs, nacidos en 1980, tenían los siete partidos de las finales del Oeste de 1988 como mayor argumento histórico, y no fue hasta la llegada de Cuban en el 2000 cuando empezaron a aparecer en el mapa. Con un carácter controvertido, el inversionista, que compró la entidad 285 millones de dólares, pronto se convirtió en un ídolo en Dallas. Consiguió que sentarse en el banquillo junto a los jugadores fuera bien visto y su estilo abierto y amistoso, permitiendo incluso que Dennis Rodman viviera en su casa la semana anterior a su fichaje por el equipo, pronto le reportó tanto amigos como enemigos a partes iguales.

Cuban fue el que vio en Nowitzki a la joya de su corona, el que construyó un proyecto en torno a su inamovible persona y el que, gracias a eso, permitió que se traspasaran barreras otrora indomables. Jamás se había hecho algo así alrededor de un jugador europeo. Y, hasta Antetokounmpo y ahora Doncic, no se volvió a hacer. La historia de los Mavs desmotró que el intocable del proyecto era el alemán, único superviviente (junto a Jason Terry) de las denostadas Finales del 2006 (Wade y los Heat les remontaron un 2-0), de las que cayó hasta el prometedor entrenador Avery Jonhson. En 2011 se consiguió el ansiado anillo y Cuban y la filosofía impuesta encontraron a su técnico ideal en Rick Carlisle mientras dejaban claro que Nowitzki se retiraría cómo y cuándo quisiera

Una ver certificada el fin de una era, tocaba reconstruir. La magia de Cuban ya había logrado asegurarse la llegada de Luka Doncic, la nueva cara del proyecto, en ese traspaso en la noche del draft en el que los Hawks seleciconaron al esloveno y los Mavs a Trae Young para luego intercambiar piezas mientras Vlade Divac y sus Kings se llevaban las sobras con un número 1 que puede ser tan recordado como el 2 de Sam Bowie en 1984 por delante de Jordan. La historia dictará sentencia. Desde luego, el dueño de los Mavs, que plantó una semilla que está germinando como ninguna en 2018, terminó de dar las últimas pinceladas el año pasado, cuando, entre tanta intendencia, firmó a dos jugadores que pueden ser claves en el futuro de los Mavericks: Kristaps Porzingis y Seth Curry.

La explosión y el futuro

Hay más visión que suerte en unos aterrizajes, sobre todo el de Porzingis, que eran cuestionados en un inicio. El letón venía de estar toda una temporada parada y de jugar 48 encuentros en la última que disputó, la 2017-18. Su escasa capacidad reboteadora para medir 2,21 y las dudas sobre su cuestionada ética de trabajo eran una sombra difícil de ignorar. Cuban decidió encomendarse a Carlisle y adquirió el pasado mes de enero, fuera del mercado de fichajes y de cualquier tempo habitual para hacer movimientos, a la estrella europea. Y dejó las cosas claras ampliando su contrato: esta temporada arrastra tan solo 5 millones en el último año del primer acuerdo que firmó en la Liga, con los Knicks. La próxima campaña empezará uno nuevo que constará de 27, 29, 31, 33 y 36 millones de dólares de aquí a 2024, la última de ellas opción de jugador. Desde luego, su futuro va a estar ligado a la franquicia texana, no cabe duda. 

Lo mismo pasa por Seth Curry, que llegó con cierta ayuda. Los Lakers pasaron de él mientras esperaban a un Kawhi Leonard que no llegó y el escolta, que habría venido muy bien a los angelinos, firmó como agente libre por 4 años y 32 millones de dólares, un contrato más modesto que el de Porzingis pero suculento  y merecido tras el buen nivel mostrado con los Blazers, con los que llegó a las finales del Oeste el año pasado y que hoy están cojos y en carrera contrarreloj para los playoffs mientras echan de menos las bajas que han tenido de un año a otro, Curry a la cabeza. 

En la primera parte de la temporada, más monopolizada por Doncic pero con la participación siempre de casi la totalidad de la plantilla (una tónica habitual), ambos jugadores estuvieron a un nivel aceptable, sin grandes alardes pero cumpliendo, sobre todo Curry, con lo esperado. Sin embargo, la ausencia por lesión del esloveno desde el 31 de enero al 10 de febrero ha permitido a sus compañeros dar un paso adelante. Porzingis, que está promediando 19,5 puntos, 9,4 rebotes (récord personal) y 2 tapones, se fue a 29+10 en esa racha, en la que disputó 5 partidos. Y lo hizo con un 49% en tiros de campo y casi un 40% en triples. Curry, que está en algo más de 12 tantos por noche, se fue a 18 en esos encuentros, con un 53% en tiros y un 56 en triples, cifras apabullantes. 

Ambos han mantenido el nivel en el regreso del esloveno y la gente ya empieza a hablar de big three en Dallas. Doncic volvió el 12 de febrero, antes del All Star, y en los siete encuentros disputados desde entonces (de nueve) ha promediado 27 puntos, 9,6 rebotes y 9,4 asistencias con un récord de 6-3 en esta racha, 5-2 en los partidos en los que ha estado. En esta racha, Curry, siempre en un segundo plano por ser hermano de quien es está en 19,6 con un 57% en triples. Y Porzingis se ha ido a 27, con 12 rebotes y 3 tapones. Y si lo extendemos a los últimos 12 el letón promedia 27,8 puntos, 11 rebotes, 2,3 asistencias y 2,3 tapones con 50% en tiros de campo, 39 en triples y 83 en tiros libres, intentando más de 9 triples por duelo. Y con él, los Mavs están en un 121,2 de rating ofensivo en este periodo de tiempo, pasando el defensivo a un 108,1. Está claro que está recuperando el nivel que le catapultó a la fama en los Knicks. Y que carbura con Doncic y Curry. Los tres juntos tienen un +8,9 de net rating cuando coinciden en pista. 

En definitiva, hay motivos para soñar en los Mavs, sobre todo de cara al futuro. Con las tres piezas aseguradas y el desarrollo paulatino de la intendencia, los playoffs que van a jugar a partir de abril son un paso claro y rotundo en la dirección correcta. La evolución de Doncic asegura la cara de la entidad, ese jugador franquicia que ha llegado, gracias a la magia de Cuban en los despachos y de Carlisle en los banquillos, justo cuando se ha ido Nowitzki. Y la ciudad de Dallas, que no ha tenido que esperar entre un héroe y otro, solo tiene que esperar a que llegue una nueva oportunidad de campeonato. Al final y por muy bien que construyas el proyecto, eso es lo que cuenta. El anillo.