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"Vomitaba sin parar": la salud de los entrenadores NBA, al límite

Rivers ya no bebe alcohol de los partidos, Stotts ve Madam Secretary con su mujer... los problemas de sueño, alimentación y estrés pasan factura a los técnicos.

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"Vomitaba sin parar": la salud de los entrenadores NBA, al límite
ERIK S. LESSER EFE

En la NBA las condiciones de los jugadores han mejorado de forma exponencial a medida que las franquicias se han ido profesionalizando en todos los ámbitos. También, desde luego y en uno de los asuntos más trascendentes, a nivel médico. Los equipos cuidan el físico de unos jugadores cada vez más concienciados y controlados al detalle por especialistas en todos los ámbitos. La ciencia deportiva avanza, rama a rama, y la propia liga ajusta el calendario, reduce la carga de esfuerzo y avanza en el estudio del sueño, uno de los asuntos en los que más interés se ha puesto en un entorno en el que los equipos cambian de franja horaria a veces varias veces por semana y se ven obligados a dormir en hoteles, aviones, traslados...

Pero, ¿y los entrenadores? La conclusión tras leer un excelente artículo de Dan Woike en Los Angeles Times es que ni la NBA ni las franquicias están fijándose lo suficiente en el día a día de un gremio que sufre muchas de las mismas incomodidades de los jugadores y añade otras propias del cargo: a veces los deportistas pueden centrarse en los partidos y sus actuaciones individuales y no pensar en nada más. Pero los entrenadores... para ellos los partidos parecen no acabar nunca y si lo hacen es solo porque ha llegado el momento de preparar el siguiente.

Doc Rivers le cuenta a Woike que en 2016 estuvo a punto de retirarse por el precio que estaba pagando: vomitaba sin parar, adelgazaba constantemente, tenía que ponerse inyecciones antes de los partidos y se sentía constamente agotado, sin energía. "Era horrible, no me quedaban fuerzas y pensé en dejarlo. Me afectaba drásticamente en el día a día, como entrenador y en toda mi vida. En este trabajo siempre estás agotado, es un problema enorme al que no se está prestando atención, yo ahora lo veo en otros entrenadores nada más verles la cara en una retransmisión de televisión. A alguno lo llamó después por eso y me cuenta cosas que confirman lo que me había parecido, que no está pasando por un buen momento", asegura el entrenador de los Clippers, que no llegó a parar como sí tuvieron que hacer Steve Clifford, ahora en los Magic, y Tyronn Lue, ahora asistente del propio Rivers y campeón al frente de los Cavaliers de LeBron James.

Los problemas de sueño, mala alimentación y un estrés descomunal se apilan en una vida de presión constante, viajes, falta de horarios fijos... Los jugadores, máquinas de quemar calorías, comen con cierto descontrol tras los partidos, en los viajes o cuando llegan a los hoteles. Un ritmo que no pueden seguir los entrenadores si no quieren que les pase una factura seria. El sueño es muchas veces una quimera después de los partidos, tal y como confirma Rick Carlisle, el entrenador que dirige a los Mavericks y que llevó a los texanos al primer anillo de su historia: "Es difícil irte a casa después de un partido y, tras tantas emociones, echarte a dormir sin más. Cuesta un buen rato conciliar el sueño, y además tienes que ver el vídeo del partido. Si lo dejas pasar, puede que ya tengas los del siguiente rival y se te acumule el trabajo".

Rvers, según este artículo, ha dejado de beber alcohol después de los partidos y medita antes de ellos. Scott Brooks, de los Wizards (dice que durante las temporada los entrenadores "encogen" casi literalmente: "Tienes tantas preocupaciones que no haces nada por cuidarte a tí mismo") corre entre los monumentos de Washington, y Terry Stotts (Blazers) da paseos y, después de los encuentros como local, se obliga a ir a casa y ver capítulos de la serie Madam Secretary con su mujer. Mike Budenholzer, de los Bucks y dos veces Entrenador del Año, pasa muchos ratos en el gimnasio levantando pesas. Los entrenadores tienen cada vez más claro que, como les sucede a los jugadores, hay una relación obvia entre su estado físico y anímico y su rendimiento. Como sucede, en realidad, en cualquier actividad profesional. Además, tener un buen aspecto ayuda: un estudio demostró que si están en buena forma física tienen más ofertas y se ganan más fácilmente el respeto de los jugadores. Los agentes, por eso, les recuerdan constantemente que no engorden, coman bien, cuidan su apariencia, elijan bien su vestuario...