LAKERS 120-GRIZZLIES 91

Un Anthony Davis bestial (40+20) lanza a unos Lakers demoledores

Parcial de ¡22-0! para cerrar el tercer cuarto de los angelinos, que suman tres victorias seguidas por una media de 19 puntos. Davis anotó 26 tiros libres.

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La vida ha sido tan mala para los Lakers en los últimos años que hasta estar 3-1 en una arranque de temporada (una anécdota en carreras de 82 partidos) es un motivo para la alegría. De hecho, no empezaban así una temporada desde 2010, cuando defendían título (otros tiempos) y no perdieron hasta su noveno encuentro. Entonces acabaron, por cierto, con 57 victorias. Después del mal inicio ante los Clippers, los Lakers han aprovechado tres partidos propicios en casa (un rival duro como los Jazz, dos inferiores como Hornets y Grizzlies) para quitarse el mal sabor de boca del estreno y empezar a cohesionar. En el vestuario, en pista y con la grada. A enseñar los (por ahora satisfactorios) ajustes de un Frank Vogel que parece muy superior al anterior inquilino del banquillo y la competitividad de una rotación que parece ahora más preparada para ir a cualquiera batalla que en los últimos años, cuando tenía mucho más futuro que presente. Una rotación que, además, está a punto de sumar a Kyle Kuzma (que tiene que ser importante a la fuerza) y a Rajon Rondo (que veremos si puede serlo).

Contra los Grizzlies (120-91 final) se repitió, aunque multiplicado exponencialmente, el patrón de los dos triunfos anteriores: mal inicio en ataque y click en la segunda parte, con la defensa a toda máquina y las estrellas dirigieron la carga. Ante los Jazz se pasó de un 43-43 a un 74-55 en menos de diez minutos. Ante los Hornets, de un 81-78 a un 101-82 en siete. Y ante los Grizzlies, no va más: de 66-67 en el ecuador del tercer parcial a 88-67 al final. Un 22-0 domoledor ante un rival que empezó de maravilla (2-15 ante unos Lakers dormidos) y que estuvo 59-65 antes de ese colapso letal. En los últimos siete minutos del tercer cuarto solo anotaron una canasta en juego (Ja Morant) y dos tiros libres (Jonas Valanciunas). Fue un tramo de partido en el que Anthony Davis decidió que hasta ahí había llegado la emoción. Los Grizzlies solo pudieron enlazar faltas para parar al ala-pívot, que había sido duda hasta última hora por molestias en un hombro y que se regaló todo el último cuarto de descanso. Y que, inclusó así, terminó con 40 puntos y 20 rebotes, algo que él no lograba desde 2016 y que no había hecho nadie con los Lakers desde Shaquille O'Neal en 2003. Ni nadie, en toda la historia, en los solo 30:34 que jugó el número 3.

Sin antídoto contra él, los Grizzlies decidieron que Davis no dejara una galería infinita de mates y que, al menos, se tuviera que ganar los puntos desde la línea de tiros libres: 26/27, 14 durante el parcial de 22-0 y 10 seguidos para cerrar el tercer cuarto. Más que todo su rival (22/23) y una cifra que nadie había alcanzado con los Lakers y que solo han sumado cuatro jugadores en toda la historia, el último Michael Jordan... en 1987. Despedido con una ovación atronadora, Davis enseñó (por si hacía falta) qué clase de arma nuclear han adquirido los Lakers este verano y disparó sus medias, después de cuatro partidos, a 28,8 puntos, 12,5 rebotes, 3 asistencias, 3 tapones y un +10,9 de net rating. Su actuación remató unos minutos fabulosos de los Lakers, que reventaron el partido y pudieron correr e invertir su mala dinámica ofensiva (otra vez) desde una defensa que ha dejado a sus rivales en 92,6 puntos de media en estas tres victorias seguidas, amasadas por un +19 de promedio. En el mejor tramo del equipo volvió a estar en pista Dwight Howard, esta vez +22 con él para un +57 total en lo que va de curso.

El último cuarto, ya entre risas de LeBron y Davis en el banquillo, permitió cargar las pilas a jugadores como JaVale McGee, que no ha empezado bien, y Kentavious Caldwell-Pope, que va rompiendo la desazón en el tiro (esta vez 13 puntos con un 6/11) que estaba oscureciendo el resto de cosas que sí estaba haciendo más o menos bien. LeBron apenas forzó en un par de tramos y se hizo a un lado para abrir paso al huracán Davis. Terminó, en todo caso, con 23 puntos y 8 asistencias ante unos Grizzlies que desaparecieron del mapa en el último cuarto y medio y en los que Ja Morant, tras el gustazo que se pegó contra Kyrie Irving, se quedó en 16 puntos y 2 asistencias para un equipo que lanzó horrible: 32% en tiros de campo, 20% en triples. Mérito, en gran parte, de una defensa de los Lakers que, la mano de Vogel y la presencia de jugadores como Davis, Green y Bradley, aprieta hasta la asfixia cuando hace falta. Un buen síntoma en tres partidos, eso sí, jugados en el Staples y cuesta abajo. Ahora toca mini gira complicada: Mavericks, Spurs y Bulls. Y luego dos dolores de muelas como Heat y Raptors ya de vuelta en L.A. Un tramo de cinco partidos durante el que debería volver Kuzma y tras el que sabremos más cosas de unos Lakers que, en todo caso, son este año una cosa muy distinto a los anteriores. Por muchos motivos. El principal, Anthony Davis.