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'La Mamba calva': así es Alex Caruso, el antihéroe de los Lakers

"Mamba Calva" o "Vendedor de Seguros" son algunos de los apodos de jugador que es una sensación viral... y un base ante su gran momento.

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Se llama Alex Caruso, y desde luego el apellido ayuda porque tiene personalidad. Su aspecto también contribuye de forma drástica al fenómeno: blanco y calvo, se ha dicho que es “como ver a un bloguero muy en forma jugar en la NBA” o que “no sabes si estás viendo a un deportista de élite o a un padrastro molón que acompañan a los hijos de su pareja a sus partidos de fin de semana”. Es una sensación en internet, el héroe de culto de unos aficionados de los Lakers que llevan unos años de penuria en penuria y que han encontrado en este base, hasta hace nada poco más que un outsider, alguien en quien reflejarse. Y no es fácil encontrar en la NBA, donde lo prodigioso es norma, un jugador del que decir aquello tan manido de uno de los nuestros.

Eso es lo que le ha convertido en sensación viral, un tipo apodado Vendedor de Seguros, la Mamba Calva o Carushow y que ve como las redes sociales y Reddit se llenan de memes en su honor. Lo lleva con humor, tal y como acaba de reconocer a Bleacher Report: “Es un no parar. Cada día hay unos cuantos tuits, gente que me dice que soy el mejor de la historia, que me llama ‘Carus-god’... es una locura”. El asunto llegó tan lejos que una imagen suya entrenando, con una musculatura muy trabajada (en photoshop), provocó la visita de los controles antidopaje de la NBA.

Él, más allá de la anécdota, asume buena parte de la conexión de los aficionados con su estilo: “No soy nada Hollywood... soy todo lo contrario, un tipo muy tranquilo. Parecería más lógico que estuviera en un sitio como San Antonio, Charlotte, Milwaukee... pero aquí estoy, es divertido que haya acabado en la vorágine de L.A. En cada partido juego lo más duro que puedo y creo que la gente aprecia eso... y tengo el aspecto de un tipo cualquiera de la calle, claro”.

Y ahora con contrato garantizado, 5,5 millones por dos temporadas, “una sensación surrealista” en sus propias palabras. Es, desde luego, el premio al trabajo. Con 25 años y 1,93, este base texano ha aprovechado cada oportunidad que ha tenido en sus dos años en los Lakers, donde llegó tras no ser drafteado en 2016 y tras una etapa en al G-League con Oklahoma City Blue. Supo usar el trampolín de las Ligas de Verano (2017 y 2018) y colarse por cada rendija que asomaba, casi siempre en forma de lesión de Lonzo Ball. Finalmente, este verano desoyó a Grizzlies o Warriors y firmó como parte del plan B de los Lakers cuando estos se quedaron sin Kawhi Leonard. Sus compañeros en el Staples llevan dos años avisando: se puede bromear cuanto se quiera, pero ahí hay un jugador de la NBA. Y uno que progresó mucho entre la temporada 2017-18 y la pasada, cuando de verdad pareció una pieza de rotación con todas las de la ley. Cada vez más inspirado en ataque y con una intensidad tremenda en defensa. Y un físico que engaña en un primer vistazo: es capaz de hacer mates que dejan sin palabras al mismísimo LeBron James.

La verdadera historia de su temporada pasada la cuenta el tramo final, los últimos 19 partidos. Con los Lakers ya desahuciados, arrasados por las lesiones, fuera de la lucha por los playoffs y sin LeBron, Lonzo ni Ingram. Como titular promedió (en los últimos 15 partidos del curso) 17,8 puntos, 8,8 asistencias y 1,3 robos con un 47,7% en triples. En el poco tiempo que coincidió en pista con LeBron, ambos combinaron un +9,1 de rating a favor de los Lakers. Otro buen síntoma de que los minutos pueden estar ahí en un equipo en el que es difícil saber cómo será la rotación de bases con él, Rajon Rondo, Quinn Cook y un LeBron que volverá a ser el primer playmaker de facto. Y eso, su capacidad para acompañar sin hacer ruido y ayudar en muchas pequeñas cosas, es lo que le puede abrir las puertas de la pista.

Con un contrato (fue el primero jugador que llegó a la NBA desde un acuerdo two-way de la G-League) por fin garantizado, esta es su gran oportunidad: “Si te fijas en los Lakers ahí están LeBron, Anthony Davis, Danny Green... grandísimos jugadores de la NBA. Luego estoy yo”. Antes de los Lakers, los tuits virales y la NBA, jugó cuatro años en Texas A&M, casi un asunto de familia ya que su madre trabaja en recursos humanos y su padre es director deportivo de una universidad en la que también juegan sus dos hermanas. En el March Madness de 2016 lideró a su equipo (25 puntos), su primer momento de gloria (“la mayor remontada de la historia”, dijo él), en un triunfo de segunda ronda ante Northern Iowa tras ir perdiendo por 12 a falta de 44 segundos. Ahora es difícil saber qué le deparará la próxima temporada. Pero sí es seguro que será uno de los favoritos del Staples, que puede evolucionar en jugador útil de un equipo de nivel y que los Lakers confían en él cada vez más públicamente. Lo dice el director de personal Nick Mazzella: “Es un base bueno y muy grande. Cuando estaba entre la NBA y la G-League se adaptó muy bien, hizo todo lo que se le pedía. Daba igual que se le llamara a las diez y media de la noche para decirle que tenía que viajar con un equipo o el otro, todo lo aceptaba de la mejor formar. Es cada vez más completo y su defensa ya es sobresaliente”.

Si el final de temporada sirve para medir el potencial de Alex Caruso, ahí están sus 32 puntos, 10 rebotes y 5 asistencias ante los Clippers y dos últimos partidos brillantes ante Blazers (18 puntos, 11 asistencias) y Jazz 812+3 y 7 rebotes). En unos meses, puede que no solo los aficionados de los Lakers tengan claro quién es Caruso, el base de la NBA con pinta de padrastro musculoso y molón.