El primer y único capitulo que ha vivido Lonzo Ball en la NBA se cerró hace ocho días. El prometedor base está repitiendo, paso a paso, la historia de su predecesor D'Angelo Russell: fue drafteado en segunda posición por los Lakers y, tras dos años irregularidad y varias lesiones, ha sido incluido en un intercambio que le aleja de Los Ángeles. En este caso, el base se marcha a Nueva Orleans junto a Brandon Ingram y Josh Hart (y tres primeras rondas del draft) y a cambio los Lakers recibirán a Anthony Davis.

Fue el mismo día en el que se confirmó el traspaso cuando el polémico padre del joven base, LaVar Ball, se pronunció al respecto, reconociendo que el movimiento que habían hecho los Lakers había sido el peor de la historia para la franquicia. A diferencia de su referente paterno, Lonzo, que se ha mantenido en silencio durante una semana, ha mostrado una opinión bastante positiva sobre el traspaso que le manda a los Pelicans. “Probablemente escuchaste las noticias. Son buenas noticias en mi opinión”, reconocía Lonzo a través de un vídeo en sus redes sociales: “Me intercambiaron. Eso fue bueno. Ahora nosotros vamos a dar espectáculo a Nueva Orleans y emergeremos allí”.

El talentoso base, aún por explotar, solo ha jugado 99 partidos en sus dos temporadas con la camiseta de los Lakers. Las lesiones no le han permitido mantener la regularidad requerida en esta competición, donde ha promediado un total de 10 puntos, 6.3 rebotes y 6.4 asistencias. Ahora, los Lakers se vuelcan de lleno en la búsqueda por hacerse con una tercera estrella para su equipo, entre las cuales ha sonado el posible regreso a casa de D'Angelo.

Por su parte, Lonzo no verá cortada su progresión en la NBA. Su futuro sigue siendo bastante prometedor, siempre y cuando le respeten las lesiones, en su nuevo equipo. Uno en el que contará con dos jóvenes compañeros a los que ya conoce bien y con una de las mayores perlas que ha dado la NCAA en los últimos años y que apunta a ser un jugador generacional: Zion Williamson.