Si no fuera porque los Pelicans llevaban tres victorias seguidas, cualquiera diría que el gen de lucha por la victoria estaba adormilado en Nueva Orleans. O anestesiado, que es más preciso. Después del asunto con Anthony Davis, que se ha llevado por delante al mánager general y ha desterrado las opciones de ver al equipo en los próximos playoffs, que ya eran escasas, el aficionado de NOLA no sabe qué esperar en cada encuentro, ahí está lo positivo, pero no ve ni armonía ni siquiera ganas, ahí lo negativo.

El encuentro ante los Jazz lo ejemplificó bien. Se ve a los jugadores intentando hacer la guerra por su cuenta. Hay intereses que cumplir y nadie puede ni negarlo ni criticarlo porque eso también forma parte de la NBA. En algunas ocasiones eso sale bien, como ante Suns, Nuggets y en el anterior contra los Jazz, pero en otras muchas no.

Y es que tiraron de uno contra uno, de acciones tras bloqueos pero resueltas o por velocidad o amago. No fueron sólo unas pocas. Contagiaron incluso a los de Quin Snyder, que son unos de los equipos que suele hacer circular la bola por el exterior con facilidad.

El 'balones a Gobert' se convirtió en 'balones a Favors'. El ala-pívot vivió un intenso duelo, casi lo mejor del choque, con Julius Randle (23 puntos), pero fue Favors (25 puntos en 25 minutos) el que se salió con la suya.

Sólo en el tercer cuarto se vio a los Pelicans acercarse con peligro, pero fue un conato que duró poco y no se volvió a repetir. Partido soso en el Smoothie que hace que los Jazz aprieten para subir posiciones, colocándose con 37-27 en la 6ª posición de la Conferencia Oeste.