El Bilbao Basket se tomó cumplida revancha de la final de la Copa Princesa en el duelo de descendidos de ACB, con un partido muy serio que por desgracia no le va a dar para pelear el liderato al Betis pero sí le pone en la pista del trono de los mortales, de la segunda plaza. Porque lo del ascenso directo es más cuestión de que los verdiblancos tiren ese privilegio y no que lo pueda hacer el pelotón de perseguidores. Como el Palma dos jornadas atrás, los vizcaínos trituraron a un equipo que ha acumulado 19 victorias seguidas (18 en Liga) y al que el éxito se le ha subido a la cabeza, juegan mirando a la clasificación. Puede permitirse estos deslices porque saca cuatro partidos al segundo y quedan diez por disputarse. Mumbrú y sus chicos necesitaban un partido así, tan redondo, el mejor del año, y ante un rival reputado, para despejar las dudas que les dejó la reciente visita a Pisuerga. El tándem Lammers-Cruz hizo 55 de valoración, jugando dentro fuera dejaron para el arrastre al cuadro sevillano. Huertas no jugó por decisión técnica, Rigo es más duro y le está 'robando' minutos.

El RETAbet (lució en la camiseta el patrocinador y el lema 'Juego responsable' según la campaña que ha lanzado la empresa de apuestas) tuvo un absoluto control del partido; empezó metiendo mucho ritmo, presionando la subida de balón del líder de la Liga y llevando a éste a pérdidas a través de dos contra uno. Estuvo muy atento a ahogar líneas de pase y se sintió cómodo cuando jugó en transición. También intercaló alguna zona para colapsar a los voluminosos cincos verdiblancos.

Fue el Bilbao Basket de saque más tímido en el arco de tres de toda la temporada (6 lanzamientos desde ahí al descanso). Eligió la vía del descontrol, de ser más vertical al aro en lugar de demorar tanto las acciones en campo ofensivo. Cuando se puso al triple ya tenía la fruta madura y bombardeó con las cartas marcadas por la confianza adquirida. Si hay que poner un pero, afloraron algunos pecados que viene repitiendo esta temporada, como adornarse en algún contraataque o simplemente no elegir bien la solución en otro. Eso pasó con dos pérdidas casi seguidas, que castigó el Betis con un triple de Dee. Es decir, los locales pasaron de poder ponerse seis arriba a estar en el mínimo de 40-39. El conjunto de Segura no quería que el partido cogiera ritmo, normal, lo suyo era ir cocinando, embarrando con sus mayores armas y ese físico descomunal que tiene. Alargó muchísimo los ataques y metió un puñado de canastas en los últimos segundos de posesión. Una de ellas vino en el sorbo final por otra circunstancia: quedaban cuatro segundos para acabar el primer tiempo y sacó de fondo, atravesó toda la pista y encestó Dani Rodríguez al límite: 43-42.

Todo eso quedó en nada con diez minutos posteriores que se serán difíciles de olvidar en Miribilla. El cuadro vizcaíno salió tras el parón largo dispuesto a poner la directa. Stainbrook, que tenía tres faltas personales, fue poca cosa en manos de la intimidación de Lammers, que no se bajó de las bombillas del recinto durante un rato largo. Tres triples seguidos y un 13-0 con el equipo iluminado en ataque abrió ese horizonte a mitad de travesía del tercer acto (+16). Matulionis estaba disfrutando sobre el parquet y Cruz demostró que es una delicia en ataque: finta de pase y acaba, actúa de espaldas, tiene juego abierto y mueve los pies como pocos cuatros. El tercer cuarto fue el despelote local: 35-15 y 6/8 en triples. A esas alturas ya había cuatro 'hombres de negro' con dobles dígitos en anotación. Toneladas de satisfacción y confianza para un equipo que se agarra a la segunda plaza. El 98-68 anunciaba la mayor paliza del año para los locales (hicieron un +29 ante el Cáceres) y la mayor anotación. Se notaba quién tenía hambre y quien va con el estómago lleno.