Los fines de semana, recién aterrizado de sus viajes europeos, se le hacen duros al Madrid y más ante rivales con determinación, como la que mostró el Montakit Fuenlabrada. Esta vez no contó con Rudy, pero sí con el resto de una plantilla de gala, en la que solo hay una objeción, la falta de un tercer base que dé relevos a Llull y a Campazzo. Ambos volvieron a coincidir muchos minutos sobre la cancha, exactamente 18, casi la mitad del duelo. Algo que le sienta bien al equipo y a El Increíble, el jugador decisivo de la matinal, aunque quizá pueda pasar factura a largo plazo por el desgaste acumulado. Llull llegaba de resolver en el último cuarto ante el Efes y esta vez tuvo una actuación muy completa: 21 puntos y 24 de valoración, y un +24 para el Madrid con él en cancha. Ejercer de escolta a tiempo parcial le ha venido bien para coger impulso.

Como dice el tópico, el partido tuvo dos partes muy diferenciadas, pero las dos antes del descanso. Duelo de extremos entre el primer y el segundo cuarto que resolvió parte de la trama, lo que quedaba, la incógnita del ganador, se dejó para el final. En el entreacto de esos dos parciales vimos a Laso coger la hoja estadística de los diez primeros minutos, revisarla de arriba abajo, hacer un gurruño con ella y lanzarla detrás del banquillo.

El Fuenla mandaba por 15 frente a un Real que había fallado 11 de sus 15 lanzamientos, que salió a cargar al poste bajo y terminó con cuatro jugadores mirando al que tenía el balón y botaba de espaldas, esa falta de actividad se la recriminaba el técnico vitoriano en un tiempo muerto: “Pedíos algo, una cocacola o unas palomitas”. En el Montakit, muchas manos acertadas y la energía que echaban en falta los locales. La presencia de Marko Popovic, de todo su talento en buenas condiciones físicas, es clave para el Fuenla y lo será aún más en la carrera por evitar el descenso. Porque a estas alturas, lucir ante un grande te da autoestima, pero ya solo vale sumar para alejarse del pozo.

La ausencia del Che y la reacción de Llull y Carroll

Faltó en el derbi el Che García por un cólico renal, así que Raventós cogió las riendas y movió mucho (y bien) su plantilla. La afición madridista se frotaba los ojos: 12-27, reflejo de lo que ocurría en la pista. Los jugadores blancos entendieron el toque de atención y todo varió en el segundo cuarto. Intensidad. La racha en el lanzamiento cambió de manos y el Fuenla incluso empezó a marrar los tiros libres, que hubieran sujetado algo más su ventaja. Entre Llull (13) y Carroll (10) anotaron cinco triples y 23 puntos para un parcial de 31-13.

En la reanudación, Taylor y Randolph, que culminó un contraataque con un mate de 360 grados, se estrenaban sobre el parqué. Empujaron a su equipo, junto con otro arreón de Carroll, a una ventaja que parecía definitiva: 66-53. Antes, Tavares había hecho pupa a los visitantes, pero el Montakit ni entregó la cuchara ni arrojó la toalla.

Eyenga iba en cada acción con toda el alma. Le reforzó la aparición de Pako Cruz y cinco puntos seguidos de Popovic dieron la vuelta al calcetín: 71-72. El duelo parecía abocado a un final igualado, de esos a los que se han acostumbrado los blancos en casa ante rivales que no son de su liga. Laso puso a la vez a Llull y Campazzo, sus dos únicos bases; y a Reyes, que igualó a Joan Creus (778 partidos, récord de la Liga); más Ayón y Causeur. El francés dio el jaque mate al Fuenlabrada con una entrada por la izquierda y un triple con paso atrás. El Madrid acusa en la ACB el desgaste mental de la Euroliga.