Los Knicks son una especia en extinción. Tiraron a la basura una renta de casi veinte tantos (53-34, minuto 18) ante unos Wizards que, liderados por Bradley Beal, consiguieron remontar y poner en pie al O2 Arena de Londres (Reino Unido) en un partido que fue de menos a más.

Los de David Fizdale salieron a por todo, aprovechando cada resquicio que les dejaba el rival. Luke Kornet percutía por fuera en los primeros minutos y era con la entrada de los suplentes, sobre todo de Dotson y Trier, cuando cogieron su mayor ventaja. Ni Tim Hardaway, su mejor jugador en ausencia de Porzingis, que cuajó un partido realmente gris, les hacía falta. No era el día de los Wizards, o eso parecía. Sólo un rebote-mate de Tomas Satoransky hizo levantarse al público de sus asientos, lo demás era poco y malo para ellos. Lo único positivo fue que cortaron la hemorragia, y en vez de quedarse en la frontera de los veinte se quedaron en los diez; eso le ayudó a luego poder remontar.

Fue ya en el último cuarto, ya que en el tercero tampoco se vieron visos de mejora. Llegó el Bradley Beal más a fuego, el que se ha destapado definitivamente sin John Wall al lado, y puso a su equipo a uno (90-91, minuto 42). Ahí entró el encuentro en el más puro ‘que tú, que yo’, donde Noah Vonleh se resistió a dejar escapar una victoria que tenían en el bolsillo. Y eso ocurrió, que se les escapó. Una acción de Thomas Bryant en un bloqueo y continuación en el que levantó el balón para poner la bandeja en la cesta dio con un tapón ilegal que los árbitros fueron a revisar y que puso al pabellón londinense en pie para ver la decisión final.

Un gran broche para una gran noche. Los Wizards salvaron por los pelos la competencia y siguen permitiéndose pensar en los playoffs pese a su floja temporada, más todavía sin contar con su estrella entre sus filas.