JAZZ 92 - ROCKETS 113 (1-2)

Vendaval en Utah: Harden y sus Rockets arrasan Salt Lake City

El partido solo duró 24 minutos. Los Rockets fueron claramente superiores en los dos lados de la cancha. Claves Capela, Gordon y Ariza.

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Dar un golpe en la mesa era esto. Dos días después de caer en casa ante unos Jazz crecidos y de ceder con la derrota la ventaja de campo, los Rockets pasaron por Salt Lake City en modo destrucción. Y hasta el descanso duró el partido (70-30)... James Harden dirigió una orquesta perfecta que contó con pinceladas clave de Trevor Ariza (siempre en mi equipo) y dos solos realmente especiales de Clint Capela y Eric Gordon. Una llamada, un grito. Un gran golpe. Seguimos siendo los Rockets de las tropecientas victorias. Seguimos siendo el equipo a batir (con permiso de Golden).

El primer triple de Joe Ingles fue solo un espejismo. El pabellón explotó, pero aquello duró un segundo. En un abrir y cerrar de ojos los Rockets habían encadenado 10 puntos sin que los Jazz fueran capaces de respirar. Pérdidas, malas transiciones, Harden haciendo de las suyas, puntos fáciles en la pintura, triples abiertos... 19-5, 30-12 y 39-22. El mejor primer cuarto de los texanos en estos playoffs (10 asistencias sin pérdida). Puede que el peor de Utah, que llegó al descanso 30 abajo (70-40) y con más pérdidas que asistencias.

En el inicio fue clave Ariza. Un par de triples, una falta en ataque, un tapón... Sin fallar, claro. Una palabra que ni sabrá pronunciar (+40 en sus minutos en cancha). Después empezó a calentar Eric Gordon, que anotó runners, bandejas y cuatro triples para un total de 25 puntos que ya son su mejor marca en lo que va de playoffs. Y el crack, evidentemente, fue Harden, que anotó 25 sin despeinarse pero, sobre todo, dejó siempre atrás a su hombre (lo del segundo partido pudo ser un accidente...) y decidió con acierto: 12 asistencias, una sola pérdida. Pero hablemos de Capela...

Se habla de la influencia de Gobert en el ataque rival, de cómo sus ayudas y sus brazos cambian infinidad de pases y tiros durante los partidos. Y es todo verdad... Pero que lo sea no quita que tengamos que empezar a poner sobre la mesa la tremenda influencia que también tiene a estas alturas Clint Capela (11+8+4+2+4). El pívot, uno de los jugadores que más han mejorado esta temporada (en los dos lados de la cancha), dejó un rato de segundo cuarto que podrá enseñar a sus nietos. Tapones a Favors y a Gobert mientras cambiaba en todos los bloqueos y se medía en los más alto con los rapidísimos Alec Burks y Dante Exum. Evitó, sin exagerar, cinco o seis canastas claras él solo y contra todo tipo de adversarios en un espacio de tiempo que no debió superar los tres o cuatro minutos. Una exhibición de protección de aro.

En los Jazz, poco que contar. Un Donovan Mitchell completamente negado en la toma de decisiones (dos puntos, 1/10 en los tiros en la primera parte) representó perfectamente el momento por el que pasaba un equipo que ha sido maravilloso y puede volver a serlo pero que ayer fue literalmente borrado del mapa. Burks y O'Neale pusieron las únicas luces de un equipo que se apagó por completo camino del descanso y que necesitará otra exhibición de Snyder en los ajustes si quieren ver delante el vendaval procedente de Houston que ayer arrasó Salt Lake City.