WARRIORS 116 - SPURS 101 (2-0)

Los Spurs de Pau lo intentan todo pero Klay pone el 2-0

LaMarcus Aldridge lidera un gran primer tiempo de los de Popovich, que se quedaron después sin respuestas. Thompson, 16 puntos en el último cuarto.

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Primero el dato: en eliminatorias al mejor de 7, el equipo que gana sus dos primeros partidos en casa se clasifica el 93% de las veces. A las matemáticas hay que sumar que el equipo que sale 2-0 de la Bahía, rumbo a Texas, es el campeón, y el que lleva la desventaja estos Spurs que no ganan fuera de su pista desde el 25 de febrero, en Cleveland. Diez derrotas seguidas, sumadas estas dos en Oakland. Más: los Warriors han ganado los últimos seis partidos de playoffs a los Spurs, desde aquel arranque de la pasada final del Oeste con la lesión de Kawhi Leonard que (al menos por lo que vamos sabiendo con cuentagotas) pudo alterar la dirección de la franquicia texana por completo: nada ha vuelto a ser lo mismo. Ese 6-0 ha sido por una media de más de 16 puntos con la que volvieron a cumplir los Warriors esta vez (116-101).

Así que el resultado fue el previsible pero la historia fue mucho más suculenta que la del primer partido, un entremés que los Warriors ganaron cómo y cuándo quisieron. Esta vez los Spurs, con esa heroica falta de recursos y ese rostro del hombre que no debería estar allí, jugaron al límite y llegaron en 45-53 a las puertas del descanso. De ahí a un 69-48 en la segunda parte y a un partido vivo en el ecuador del tercer cuarto (66-67) y herido de muerte en el del último (98-85). Hizo falta que los Warriors recuperarán su intensidad defensiva gracias a David West y a un Draymond Green desenfocado en el primer tiempo por dos faltas muy rápidas, que dejaran de sumar pérdidas (11 en el primer tiempo, 15 totales) y que Klay Thompson desatara un infierno de metralla sobre un rival cada vez más agotado: 16 puntos en el último cuarto, un par de canastones en el derechazo final (101-89 a cinco del final) y en total 31 puntos después de un primer tiempo muy discreto (7). 5/8 en triples para un 10/14 en los dos partidos (29 puntos de media).

Las llamaradas de Klay cabalgaron sobre un gran segundo tiempo, también, de Kevin Durant (al final 32+6+6 como si tal cosa) y un partido muy completo de Iguodala (14+7+5), que anotó 4 triples, tres de salida para un 15-8 en cuatro minutos al que siguió un esfuerzo titánico y muy meritorio de estos Spurs tan justos de casi todo. Con la defensa agresiva que no apareció en el primer partido, más ritmo y un LaMarcus Aldridge muy poderoso: 17 puntos al descanso, 26 mediado el tercer cuarto... y 34 totales con 12 rebotes y 3 asistencias. Y un 12/12 en tiros libres del que vivió su equipo cuando ya boqueaba de forma evidente en el tercer cuarto. Pau Gasol tuvo una buena tanda en pista en el primer tiempo (acabó en 12+4+3) y Mills, que siempre sufre horrores contra los Warriors, anotó 21 puntos y envió junto al eterno Ginóbili las únicas señales de vida de un backcourt en el que Green y Parker van siempre varios segundos tarde y Murray apenas se está haciendo ver. Ni siquiera en defensa. Aprovechando las pérdidas de los Warriors, sacando tiros libres, defendiendo y tratando de mantener el partido en su lenguaje, los Spurs jugaron una muy buena primera parte en la que podrían (deberían) haber amasado un diferencia mayor con algo más de puntería exterior.

No lo hicieron y, finalmente, volvió a quedar en evidencia que el resultado final dependía más de la capacidad de concentración de los Warriors que de la de sufrimiento de los texanos: con un tono totalmente diferente en ataque y defensa, un 14-3 al salir de vestuarios (61-56 en el minuto 28) puso a los de Kerr en inercia ganadora y a los Spurs en ruta al ataúd, no sin soltar un último par de mandobles agarrados a la última vida de LaMarcus. Pero con los Warriors definitivamente despiertos y con Klay en formato destructor, el resultado parecía cantado mucho antes de llegar al último cuarto. Green se redimió en la segunda parte y David West, que se torció un tobillo, demostró que es de largo la mejor baza de los Warriors en el puesto de pívot.

No hubo más. Justo después de que Wade hiciera saltar por los aires la felicidad de los Sixers, Popovich no pudo consumar otro brindis por la vieja escuela. Los Warriors, de menos a más (de muy poco a mucho, de hecho) ganaron y pusieron el 2-0 en este viaje suyo que no ha hecho más que comenzar y en el que están a la espera de Stephen Curry. Ahora, a San Antonio. Allí sabremos cómo de larga va a ser esta eliminatoria.