Frenar a Giannis Antetokounmpo es una de las cosas más difíciles de la NBA actual. Y los Hornets lo consiguieron (aún sin Batum...) con relativa facilidad. El griego, que llegaba promediando más de 33 puntos por partido, se quedó en 13 tantos y solo pudo anotar cinco en los últimos tres cuartos. El MVP de los Bucks volvió a tener problemas de faltas y no estuvo en cancha en los momentos decisivos del encuentro. Antetokounmpo cometió la quinta al final del tercer cuarto y cuando volvió su equipo ya estaba 11 abajo. 11 abajo por culpa o por gracia de Malik Monk, que se presentó oficialmente en la NBA como lo que es: un anotador escandaloso (un jugón, que diría Andrés Montes). 

El ex de Kentucky se fue hasta los 25 puntos y anotó 16 de los primeros 18 de su equipo en el último y decisivo cuarto. Monk acertó cuatro veces desde el triple en ese tramo, algunos de los tiros punteados y de extrema dificultad. Pero le dio todo igual... 

"Puedo anotar", dijo tras el partido con una sonrisa de oreja a oreja y media carcajada. No era para menos, su mejor partido hasta el momento.

Además de la explosión de Monk, los Hornets contaron con 26 puntos de un Kemba Walker que continúa con su gran comienzo de temporada. También con otro doble-doble de Dwight Howard y con 10 puntos clave de Dwayne Bacon, otro novato que está rindiendo a gran nivel en Charlotte. Y todo eso hizo falta para contrarrestar los esfuerzos de un magnífico Khris Middleton (anotador profesional), que se fue hasta los 43 (15/28 en los tiros) y añadió cinco rebotes y siete pases de canasta.

Los Hornets se disparan hasta el 5-3 con tres triunfos seguidos (cuatro en los últimos cinco partidos) y los Bucks caen hasta el 4-4 con su segunda derrota consecutiva.