En el corazón de Bakirkoy, un ‘barrio’ de más de 200.000 personas situado junto al aeropuerto Ataturk de la inabarcable Estambul, 15 millones de habitantes, Turquía prepara esta tarde (17:45 horas) entre un mar de banderas con media lunas una caldera terrible. España debe prepararse para una presión exagerada en el Sinan Erdem Arena, donde 13.722 apasionados espectadores intentarán equilibrar la supuesta superioridad española. Cedi Osman, nuevo semidiós del baloncesto turco, los encendió más el sábado a través de las redes sociales: “No dejes que nadie limite tus sueños”.

Estambul no es un lugar más para España. Gasol y Navarro consiguieron aquí su primera medalla con la Selección en 2001. Son, por supuesto, los únicos supervivientes de aquel éxito 16 años después. En todo ese tiempo, España jamás ha quedado fuera de unos cuartos de final, de ahí la importancia del partido de esta tarde. “No se puede fallar”, admite Gasol. España y Turquía se han enfrentado nueve veces en competición oficial y el balance es ligeramente favorable (5-4). En aquel lejano 2001, la Turquía de Okur, Turkoglou y Kutulay tumbó a España en Ankara con un considerable empujón arbitral del italiano Colucci que aún se recuerda.

España sabe que habrá intangibles que no va a poder controlar, así que su trabajo será gobernar desde el primer minuto y que el partido no se juegue desde el prisma de la pasión. La irracionalidad lleva al error. Un vistazo general a la estadística comparada facilita una primera clave: España ha cogido 47 rebotes de media por partido, 20 más que de Turquía. El dato señala a los Gasol, Pau y Marc, como jugadores más determinantes si cabe. El peligro de los turcos, además de su tremendo corazón y de ser el equipo que más anota tras pérdida de rival, se llama Cedi Osman. Mientras en España cada jugador domina un aspecto de la estadística (Pau Gasol, Willy, Sergio, Ricky y Marc), el joven nacido en Macedonia es el máximo anotador, reboteador, asistente, robador y taponador de Turquía. Todo gira en torno a este chico de 22 años que jugará con LeBron James (y Calderón) la próxima temporada y que lleva dejando pistas de su talento desde el Europeo Sub-20 de 2014, donde fue escogido MVP.

Scariolo quiere hoy más que nunca un equipo sin desconexiones, que no deje detalles al azar y defienda con comunicación. Que se olvide del infernal ruido que escuchará y que no empequeñezca en la caldera de Bakirkoy. Turquía, admitámoslo, da más miedo aquí y hoy en este distrito que a kilómetros de distancia. Pero escuchando a Gasol (“no se puede fallar”) se duerme mejor.