FENERBAHCE 100 - REAL MADRID 78 (2-0)

Ekpe Udoh se zampa al Madrid

Terrorífica paliza del Fenerbahçe a un equipo blanco impotente. El pívot destrozó a sus rivales con mates, tapones y fiereza. Bogdanovic puso el talento. Nadie remontó un 2-0.
Maccabi-Real Madrid

0

ASTV

La mancha de un meneo, el del salvaje cuarto de la pasada Final Four (44-16 en 12 minutos), con otro gran meneo se quita. El Fenerbahçe se arrancó de cuajo esa espina con una primera parte terroríficamente buena, en la que se zampó al Madrid a bocados. Más que baloncesto parecía cine, un remake de Tiburón. El más hambriento, el que daba las dentelladas más pavorosas era Ekpe Udoh, pívot americano con ascendencia nigeriana. Lo machacó todo y lo taponó todo. Al descanso firmaba ya 13 puntos sin fallo en el tiro (6 de 6), 4 rebotes y 2 gorros (18 tantos y 25 de valoración al final pese a que Obradovic le dio un gran respiro en la segunda parte).

Llegaba a cada ayuda atrás y, si no tocaba el balón, acobardaba al Madrid con su presencia. Hombretón contra niños. Tan fornido como veloz para sus 2,08 metros, un atleta. Ayón, el único que parecía capaz de plantarle cara, se marchó pronto al banco con dos personales, aunque ya perdía su equipo por diez (21-11, minuto 6). Entró Willy y Udoh le cargó con tres faltas en lo que un saleroso tarda en chascar los dedos.

“Eo, eo, eo, esto es un chorreo”, cantaba la afición turca. Y si no era exactamente eso, se le parecía bastante. Muchos de los que abarrotaban ahora el Ulker Arena se marcharon hace once meses con lágrimas en los ojos del Barclaycard Center. Había ganas de revancha, muchas, y de volver a intentarlo en una Final Four. Sería la enésima de Obradovic (la 15ª en 24 años de carrera) y la segunda del club. Están a un triunfo de lograrlo. Los precedentes dicen que nunca nadie remontó un 2-0 en un playoff de la Euroliga. Al Madrid le queda apelar a la heroica, al Palacio, a su historia, al espíritu de… Nocioni. Al orgullo.

Lo tiene en chino, eso sí, porque la brecha entre unos y otros ha sido abisal en estos dos duelos, pero no descarten que el Real se atrinchere en casa antes de un quinto asalto final. Este Madrid se ha ganado al menos el derecho a que nadie lo dé por muerto hasta que lo saquen de un torneo con los pies por delante (15 finales de 19 posibles en cuatro temporadas y media, que la memoria es frágil).

En febrero de 2012, en el primer curso de Laso, cayó por 24 en Bilbao (93-69). Menos de dos semanas después alzaba la Copa en el Sant Jordi, la primera en 19 años. Este jueves en Estambul fueron 22 abajo: 100-78 tras triple final de Doncic desde medio campo. El canterano entró en la convocatoria por Lima. Minutos de calidad bajo un sol flamígero que le harán curtirse.

A mitad de camino, el Fenerbahçe vencía ya por 25. Nadie en la Euroliga había remontado una desventaja tan amplia en 20 minutos. Y tampoco lo vimos esta vez, claro. Sergio Rodríguez intentaba acercarse al aro, crear juego. Pero apenas redujo la distancia a 18 (59-41) antes de la técnica de rigor (a Nocioni) y de ver luego en el marcador una máxima de +31 (91-60).

Todo había quedado dicho en el inicio. Los blancos aguantaron tres minutos, tres, en una puesta en escena encestadora: 8-8 con Datome batiendo a Rudy. El problema es que el adversario aceleró y no obtuvo respuesta. Espoleados por Udoh, el nivel físico local descabalgó al Madrid y abrió el labio a Nocioni y el pómulo a Llull. Metieron diez de sus primeros doce tiros de dos frente al 1 de 5 que se leía en la planilla de al lado.

En el segundo cuarto, el Madrid intentó una zona presionante y la respuesta turca fue mejorar lo único que le quedaba, el acierto en el triple. Desde la esquinita para romper la zona, donde no llegaban ni Ayón ni Maciulis. Para entonces el talento hacía tiempo que corría a cargo de Bogdanovic, Bogdan el serbio. Tres dianas de cañonero y 13 de sus 16 tantos antes del parón. Luego se sumaría Kalinic, al que le ha costado sangre, sudor y lágrimas encajar en los planes de Obradovic. El Fenerbahçe toca la Final Four, la siente, pero tiene que cogerla. Hasta el cierre de control, al campeón siempre se le espera.