De caer en Estrasburgo tras encajar 22 puntos en cinco minutos a arrasar ahora al equipo francés de salida. Del agujero negro atrás en la ida al poderío físico y de concentración de este jueves. Defender o no defender, esa es la cuestión. La que permitió al Madrid romper el duelo en un cuarto. El campeón jugará el Top-16. No hay descalabro. Y no lo hay pese a que hace tres semanas, tras despeñarse en Belgrado, pintaban bastos. Pero los de Laso han superado el vértigo, el de verse sobre el precipicio con la cuerda rasgándose.

Bajo esa tensión extrema han vuelto a dar lo mejor de ellos. Un grupo durísimo les exigió lo máximo cuando estaban lejos de su mejor forma, sin embargo la agonística descubrió la cara triunfadora de este equipo. El Madrid de los títulos ha salvado tres match-ball consecutivos (Fenerbahçe, Bayern y Estrasburgo). Ya saben, si la bestia no muere, se hace más peligrosa. Más voraz. Espera ahora nuevos enemigos, pero entre ellos no encontrará al Maccabi. Un grande que se lleva el cartel al fiasco del año colgado del cuello. Eliminado de la segunda fase por primera vez en la Euroliga.

Todo partió de la defensa, y luego vino la calma. En el marcador y en el juego ofensivo. A mover, a mover, a mover la bolita. Con un chip solidario implantado en la cabeza de cada jugador. En la de los Sergios y en la de Maciulis, en la de Thompkins y también en la de Doncic. Pero, por encima de todos, en la de Ayón. Qué maravilla de jugador, cómo lee los espacios. Ese toque para dar el último pase junto a su fuerza y movilidad le convierten en un jugador determinante. Solidario. Pareja perfecta de Felipe Reyes. El Madrid más coral sumó 144 de valoración y repartió ¡36 asistencias! Nuevo récord histórico de la Euroliga.

Tardó tres minutos en desentumecerse. Algo de nervios, quizá. Erró cuatro tiros y en los 220 segundos siguientes anotó 19 puntos y cerró el cuarto con un croché a la mandíbula del Estrasburgo: 29-15 tras encadenar seis canastas sin fallo y 5 de 6 en triples. El Madrid se apretaba los machos para defender y correr, y cuando no podía circulaba el balón con perspicacia (44-22). Vincent Collet amortiguó el daño con una zona, aunque el mandoble ya estaba dado. Su equipo caería grogui en la reanudación (75-49), rumbo a la Eurocopa.

Un Madrid con muchas caras. Maciulis asomó otra vez la patita. Siempre abnegado, le faltaba inspiración. Thompkins empezó tibio y se calentó. Doncic duró tres minutos en pista, aunque regresó para dar siete asistencias. Los Sergios rompieron, Ayón… igual. Luego apareció Reyes, y Taylor con ese físico portentoso. Vimos al arrepentido Carroll tras la descalificación del domingo y a Nocioni en el banco casi listo del hombro. Las piezas comienzan a encajar, justo cuando tocaba. El susto ya pasó.