El Caja Laboral inició recibiendo una soberana paliza (86-63) los cuartos de final de la Euroliga ante un CSKA de Moscú que le pasó por encima, sumó la primera victoria, y demostró a los vitorianos que todavía están en la segunda línea del baloncesto europeo.
Los de Dusko Ivanovic en ningún momento estuvieron en condiciones de plantar cara a un CSKA que ha perdido a muchas de sus figuras, pero que aún mantiene a tres estrellas como Siskauskas, Holden y Langdon, además del estilo de juego que dejó como mejor herencia Ettore Messina. Salvo la primera canasta del partido de Herrmann, los rusos fueron dueños y señores de un partido gobernado a su antojo y que en ningún momento vieron peligrar.
El jueves se verán de nuevo las caras pero el Caja Laboral debe ofrecer un cambio radical si pretende plantar cara al CSKA y no volver ser el "sparring" en un nuevo entrenamiento moscovita. El Caja Laboral desde la salida se estrelló ante el muro defensivo del CSKA y optó por su arma favorita para entrar en el partido después de cuatro minutos donde sólo anotó dos puntos.
Dos triples de English y otro de Teletovic devolvieron al partido la supuesta igualdad, 13-13, pero los moscovitas sacaron toda la renta a su dominio del rebote en los dos tableros y al acierto de Siskauskas y Kaun para cerrar el primer cuarto 24-19.
Ivanovic recurrió a Splitter para reactivar el juego baskonista, pero los vitorianos deambularon en el arranque del segundo acto. El acierto exterior desapareció y los rusos, Vorontsevich, Siskauskas y Khryapa, camparon a sus anchas. La consecuencia fue un 10-0 que otorgó a los rusos una renta de trece puntos, 34-21 minuto catorce. A las primeras de cambio el Caja Laboral desapareció de la pista y firmó un segundo cuarto ridículo y patético, 25-10, que le condenó a llegar al descanso con una soberana paliza, 49-29, y tener que penar y sufrir veinte minutos más de tortura.
El esperpento de partido continuó hasta convertirse en un entrenamiento placentero del CSKA ante un Caja Laboral irreconocible y que se abandonó en la cancha, 58-31 en el minuto 26. Los rusos no aflojaron en ningún momento y quisieron dejar clara su jerarquía, calidad y galones. No permitieron rebajar la renta por debajo de los veinticinco puntos y cerraron el tercer cuarto con un vergonzoso 70-44.
Los diez minutos finales de sufrimiento sólo sirvieron para que el técnico ruso reservara a sus figuras y permitiera al Caja Laboral jugar para intentar adecentar el marcador, pero ni eso lograron los de Ivanovic en un partido para olvidar.