El equipo manresano preparó minuciosamente el partido y sabía que acudir a un tanteo alto era un derrota casi segura y no sellar su perímetro defensivo, también.

Comenzaron maniatando a la estrella local, el escolta estadounidense del Fuenlabrada Brad Oleson, inédito durante todo el partido. La otra condición para ganar era impedir correr a los locales, por lo que sellaron el rebote e hicieron faltas en momentos oportunos. El partido fue ganado desde la defensa.

El equipo catalán, que ya aventaja en un triunfo al madrileño, no contaban, eso sí, con el agarrotamiento, desacierto y ansiedad de los locales. Al Fuenlabrada le entró el mal de altura en el peor día posible: ante un rival directo y a punto de batir, con siete, el número de triunfos seguidos como local.

El Manresa anduvo impecable, desde el puesto de base Javier Rodríguez desaceleraba y Rodrigo San Miguel aceleraba; en el perímetro el italo-argentino Javier Bulfoni, y los españoles Jordi Grimau y Román Montañez defendían y anotaban en coordinados relevos; y dentro, el pívot estadounidense Josh Asselin fue el mejor de todos. El congoleño Serge Ibaka un complemento más que de lujo.

Los visitantes se impusieron en todos los cuartos menos en el último y desde el descanso ni siquiera sufrieron ante los raciales embestidas locales, tan desesperadas como inútiles. No hubo color y sí un equipo más favorito que otro para entrar entre los mejores. El consuelo local es que aún queda liga y que peor es difícil jugar.