El Pamesa dio un soberano repaso al conjunto anfitrión en los primeros diez minutos y todo quedó condicionado por este principio. Al cuadro valenciano le salió todo y al andaluz, pésimo en la selección de tiro, le costaba Dios y ayuda anotar.

Así, los de Katsikaris, técnico del Pamesa, disfrutaron de hasta diecisiete puntos de ventaja (13-30 m.9), en un recital de poder ofensivo -ni un fallo en tiros de dos- ante el que la defensa local, una de las peores del campeonato, nada pudo oponer.

Pero ni las dichas ni las desgracias son eternas, así que en el segundo cuarto las cosas se igualaron. El Cajasol se entonó con Bennett y el Pamesa bajó su nivel de acierto, incluso por debajo de su rival, lo que hizo que los sevillanos se acercaran (34-38, m.16).

Williams, clave

En esos momentos, la calidad de Williams para crear opciones a sus compañeros y su poder anotador -ocho puntos en dos minutos- reflotó al Pamesa, que se marchó a vestuarios aún con una cómoda ventaja (44-52).

Tras el descanso, el encuentro adquirió mayor tensión. El Cajasol cerró su defensa, pero en ataque no tenía continuidad, mientras que los visitantes se mostraban menos brillantes, aunque consistentes y siempre con respuesta, bien de Williams bien de Oliver. Así, aunque los locales lograron cercar de nuevo al Pamesa (56-61, m.25), en la linde de los últimos diez minutos los visitantes mantenían su "colchón": 65-75.

Cinco ataques errados consecutivos del Cajasol y otros tantos fructíferos del Pamesa en el arranque del último cuarto colocaron el marcador muy franco para los de Katsikaris (65-83, m.33), tanto que después se llegó a la máxima diferencia de todo partido (67-87, m.35) en plena crisis moral y física de los locales.