Tomás Roncero

La Intercontinental aparece como el mejor analgésico para acabar con este modesto catarro provocado por una semana infame que he decidido borrar de mi memoria.

Aunque no lleve a estas alturas ni un solo gol, quiero decirles que le admiro y le valoro más que nunca. Bellingham ha sacrificado su ego por el bien del equipo.

Rodri no tiene la culpa de todo esto. El asunto es fácil. Votan 100 periodistas y, como humanos que son, alguno no tiene la menor simpatía por el Madrid y mucho menos por Vini.

La realidad es tozuda y es evidente que es necesario acudir a por un defensa polivalente, que pueda jugar tanto de central como de lateral derecho.

El Bernabéu acabó dedicándole los primeros pitos y es un aviso para que espabile antes de que la grada empiece a exigir la presencia del joven Endrick.

Wayne Brabender hubiese roto la estadística de triples, pero en sus tiempos las canastas valían dos puntos aunque tirase desde la Puerta de Alcalá.

Es indigno querer cargarse al entrenador que nos ha dado tres Champions para la hemeroteca y el hombre que dignifica la imagen y el escudo del Madrid.

Pido mesura y coherencia, ante los análisis apocalípticos. La gente olvida que el Madrid va 13-4 en Clásicos y no pierde en casa desde el 8 de abril de 2023.

Si todo va bien, no descarten que todavía firme una última temporada de blanco. Es un ganador y mantiene la ilusión de un juvenil. Es oro molido.

En el Madrid, mirar por el retrovisor te debilita. A Toni le amaremos siempre, pero saldremos adelante.

Los campeones de Europa continúan su marcha triunfal ofreciendo exhibiciones.

España sigue de fiesta y las bajas ilustres no evitaron un meritorio triunfo de nuestra Selección que la pone como líder de su grupo de la Nations League. Zubimendi firmó la victoria.

Un ganador vocacional que se echó un país (y un París) entero a sus espaldas.

Es un respiro para Ancelotti saber que Vinicius, Mbappé, Militao y Lunin van a estar en la capital estas dos semanas de parón.

El fútbol tiene un enemigo silencioso que resulta aborrecible, las malditas lesiones.