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'Torn', la película que sana la herida sufrida por Conrad Anker y su síndrome del impostor

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'Torn', la película que sana la herida sufrida por Conrad Anker y su síndrome del impostor

Esta historia debía tener película y aquí está. Torn’ (a partir del 4 de febrero en Disney+) es el documental dirigido por Max Lowe en busca de la figura de su difunto padre. Como en las montañas, el trailer sólo es una arista de lo que se puede apreciar desde el campamento base. Impacta, pero no sacia. La cumbre, en forma de película, llena mucho más. Es la terapia de muchos alpinistas y esta cinta representa precisamente eso, una sanación familiar del propio director. "¿Qué pasa si mueres en las montañas?", preguntaba Jennifer. “No lo haré, porque morir sería fracasar como escalador. Mantenerme vivo es la primera regla. Además, tengo mucho por lo que vivir", respondía Alex Lowe en una de las muchas cartas que se intercambiaba con su mujer cuando le tocaba ir de expedición. En octubre de 1999, Alex estaba en la cresta de la ola, inmerso en una expedición patrocinada por North Face y NBC Sports, y pretendía, junto a su inseparable amigo Conrad Anker y el cámara David Bridges, completar el primer descenso estadounidense en esquí por la cara sur del Shisha Pangma (8.013 metros, el más bajo de los 14 ochomiles).

Lowe era el mejor escalador del mundo según la prestigiosa revista Outside. Sin llegar al estatus de George Mallory (Conrad Anker fue quien halló sus restos momificados en 1999), Edmund Hillary o Reinhold Messner, el estadounidense se convirtió, a finales de los 90, en el escalador más admirado y emulado de la era posterior a Messner. “El mejor escalador del mundo es el que más se divierte escalando”, repetía incómodo porque esa etiqueta, la del mejor del mundo, era el único peso que le costaba cargar. “Ya no tendrás que elegir una montaña o una ruta para escalar, estás en todas ellas. Nuestro encuentro fue breve, pero serás siempre una luz en mi futuro y en mi vida”, desvelaba Jennifer en sus memorias sobre la carta de agradecimiento del catalán Xavier Delgado, quien el 9 de junio de 1995 hubiese perecido en el hielo de Denali, en Alaska, si Alex no hubiera acudido a su rescate y no hubiera cargado sus 65kg de peso para bajarlo a un lugar seguro a más de 6.000 metros de altura. “La gente se refería a Alex como el arma secreta”, dice Alison Osius, presidenta del American Alpine Club. “Cuando otros escaladores se enteraban de que él iba a realizar un primer ascenso, la respuesta era: 'Eso es hacer trampa'. Era tan fuerte y tenía tan buen juicio...”, añade.

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Pero una avalancha, por la caída de un serac (un bloque grande de hielo), de unos 150 metros de ancho, acabó con la vida de Alex Lowe y David Bridges en Gosainthān. Sólo sobrevivió Conrad Anker, que fue el que llamó a Jennifer para comunicarle el fatal desenlace de aquel 5 de octubre de 1999, que dejó huérfanos a sus hijos Max (10 años), Sam (6) e Isaac (3). Casi dos años después, Anker se casó con la viuda de Alex, Jennifer Conrad-Lowe, y crio a sus hijos. La historia tenía todos los ingredientes para copar las páginas del corazón por la fama que tenían ambos alpinistas en Estados Unidos. El mayor de los hermanos, Max, se resistía a pensar que un héroe como su padre, Alex, hubiese fallecido. Se agarraba a lo que fuera para consolar ese dolor de niño huérfano: pocos días después del anuncio del fallecimiento, le llegó la postal de felicitación de su 10º cumpleaños a su casa de Montana (EE UU) firmada por su padre, que le mandó desde el Tibet días antes de morir. La tenía como un talismán. Max le recriminaba a su madre: "Después de algo tan abrumador, no puedo imaginar salir de eso tan rápido como lo hiciste tú". Anker se hizo cargo de los niños, aun sabiendo que su destino podía ser similar al de su alter ego. Un reportaje de New Yorker explicaba el agujero negro que suponía para su mente completar una lista de grandes pérdidas, empezando por la de su mentor, Mugs Stump, quien cayó en una grieta mientras descendía del Denali, en 1992; pasando por Scott Adamson, Justin Griffin, Hans Saari, Doug Coombs, Ned Gillette, Mira Šmíd, Hari Berger, Todd Skinner, Walt Shipley, Ang Kaji Sherpa, Ueli Steck o Dean Potter.

La película es un viaje de recuerdos y emociones porque aparecen imágenes familiares, por ejemplo, cuando acudieron, 16 años después (abril de 2016) de su muerte, al Shisha Pangma, después de que Ueli Steck y David Göttler encontraran los cuerpos de Alex Lowe y David Bridges encapsulados en hielo. Ahí se cerró el círculo. Pero, en realidad, este documental es un tributo a Conrad Anker por, precisamente, el hijo al que más le costó asimilar la nueva situación. Aceptar y promulgar, con el séptimo arte por testigo, que perdió un padre, pero ganó otro. El papel de Anker no fue ni mucho menos fácil: estuvo acompañado durante años por un terapeuta-chamán de Boze, Timothy Tate, para superar el duelo de la muerte de su mejor amigo y el síndrome del impostor, el de vivir una vida que no era suya.

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