Hubo un tiempo en el que de la cantera del Valencia era conocida por sus centrales. Fue en la época de los Voro, Giner y Camarasa, todos criados desde edad temprana en Paterna. Ellos tres aún recuerdan un partido contra la República de Irlanda en el que por primera y única vez coincidieron en el once de la Selección Española que entrenaba Javier Clemente. Fue un 13 de octubre de 1993, día en el que el hoy delegado blanquinegro, Voro, recién fichado ese verano por el Deportivo de la Coruña, debutó con la Roja.
Desde aquella hornada de centrales hasta los últimos años, de la escuela de Paterna han ido apareciendo futbolistas de diferente corte y confección. Desde un delantero como Juan Sánchez hasta un pivote como David Albelda pasando por la magia de un David Silva o la presencia de un Raúl Albiol. Es Paterna una cantera fructífera deportiva y económicamente para el Valencia, principalmente porque en tiempos de vacas flacas no solo ha nutrido de futbolistas de nivel al primer equipo sino que con los posteriores traspasos de los Mendieta, Farinós, Albiol, Silva, Pablo Hernández, Isco, Jordi Alba, Juan Bernat, Carles Gil… el club de Mestalla ha superado con creces los cien millones de recaudación.
Hoy por hoy, si por algo está llamando la atención más allá de sus muros la factoría blanquinegra es por su capacidad de crear en un corto espacio de tiempo a los que han llegado a ser los mejores laterales izquierdos del mundo y a un cuarto que apunta a alcanzar tales cotas. Hablamos de Jordi Alba, Juan Bernat, José Luis Gayà y Jesús Vázquez.
Todos ellos comenzaron su andadura en las categorías inferiores del Valencia lejos de la zona defensiva. Los tres primeros actuaban como interiores por la izquierda. La diferencia radica en que si bien Jordi Alba y Juan Bernat hallaron su actual lugar en el fútbol tras haber dado el salto al primer equipo del Valencia, Gayà llamó a la puerta de la élite con conceptos defensivos más arraigados, porque a él le retrasaron la posición en edad de infantil.
Por el ojo de José Jiménez entraron los protagonistas de esta historia mucho antes de que su fútbol les hiciera famosos. José Jiménez es el jefe de captación de la Academia del Valencia y uno de los técnicos de la escuela del Valencia que más tiempo lleva fichando y formando chavales en Paterna. De primeras él reniega que a la factoría blanquinegra se le encasille como fábrica de laterales. O al menos exclusivamente de ellos. Lo hace argumentando que “en los últimos diez o quince años se han formado futbolistas que han llegado a la élite en diferentes demarcaciones”. Lo que sí reconoce es que Jordi Alba, Juan Bernat y José Luis Gayà cumplen un patrón, como también David Silva o Jaime Gavilán. Todos ellos son zurdos, rápidos, con buen manejo de la pelota, llegada al área, gol, entorno al 1,70 de estatura y con un desarrollado tren inferior con bajo centro de gravedad.
Jordi Alba fue el primero en aparecer por el Valencia de Unai Emery, aunque es también el que menos tiempo pasó en la escuela blanquinegra de los tres. Tras quedarse fuera de las categorías inferiores del Barcelona, Jordi Alba recaló en el Cornellà y de ahí lo fichó el Valencia por 6.000 euros para reforzar su juvenil y filial. Llegó a ir convocado para un partido de Liga en la 2007-2008 de la mano de Ronald Koeman, un técnico, el holandés, que le conocía como “el bajito” del Valencia-Mestalla. Tras una cesión por el Nàstic de Tarragona que le catapultó a las inferiores de la Roja, Jordi Alba regresó a Valencia en el segundo año de Unai Emery. Se barajó la posibilidad de que volviera a salir cedido, si bien, el técnico de Hondarriba optó por quedárselo para competir con Juan Mata y Vicente Rodríguez (principalmente por las continuas lesiones que acompañaron a Vicente en sus últimos años de profesional).
Tras quedarse fuera de las categorías inferiores del Barcelona, Jordi Alba recaló en el Cornellà y de ahí lo fichó el Valencia
Pero hay un día y un partido en esa temporada que cambió la vida de Jordi Alba. El 11 de marzo de 2010 el Valencia recibía al Werder Bremen en Mestalla en la ida de los octavos de final de la Europa League. Con Jeremy Mathieu lesionado, Unai reconvirtió al central Alexis Ruano como lateral izquierdo. Pero éste se lesionó en la primera mitad y en el descanso Jordi Alba le sustituyó. Esa fue la primera vez que el hoy jugador del Barcelona actuó en una posición con la que se proclamaría dos años después Campeón de Europa con España. En ese partido se tuvo que ver con Marko Marin, que como Alba entró en la segunda mitad, y con un Mesut Özil que esa noche en Mestalla también se dejaba caer por banda derecha del ataque del Werder Bremen. Unai se marchó satisfecho con el ‘invento’ y lo apuntó en su libreta.
“Gracias a Unai Emery hoy soy jugador del Barcelona”. La frase es del propio Jordi Alba en una entrevista a El País. Pese a que de primeras el jugador de L’Hospitalet de Llobregat era reacio a actuar como lateral izquierdo (en rueda de prensa siempre insistía en que se veía más como interior), Unai le consagró en esa demarcación a partir de la temporada 2010-11, aunque su clímax previo al desembarco en el Camp Nou lo protagonizó en la Eurocopa de 2012, fechas en las que el Valencia ya había hecho oficial su traspaso al Barcelona por 14 millones de euros.
Ese verano el Valencia reforzó su lateral con Aly Cissokho. Pero en la pretemporada que realizó el equipo entonces entrenado por Mauricio Pellegrino en Alemania, entre los canteranos llamados para reforzar el plantel, se encontraba uno al que Unai Emery ya había hecho debutar la temporada anterior en Primera División, pero que apenas había tenido continuidad: Juan Bernat. También otro lateral izquierdo que hoy en día aprieta desde atrás y que desde enero entrena a las órdenes de Nuno, Salva Ruiz.
Juan Bernat entró en la escuela del Valencia a los siete años y lo hizo básicamente por los méritos de su hermano Alejandro, que era al que realmente ficharon los ojeadores del club y en el ‘pack’ entró también el hoy futbolista del PSG. Con Pellegrino actuó en algún amistoso como lateral, aunque su verdadera reconversión llegó principalmente con Ernesto Valverde y su consagración con Miroslav Djukic y Juan Antonio Pizzi. Bernat, básicamente, acabó de lateral por un encaje de piezas de puzle. Y en parte también porque estaba presente entre los técnicos blanquinegros la evolución de interior a lateral de Jordi Alba y la comparativa era fácil de hacer.
Su explosión fue tan brillante como la de Jordi Alba, e igual de rentable en términos económicos.
Valverde encontró en Jeremy Mathieu un baluarte para reforzar el centro de la zaga y la salida del francés del lateral para ocupar el puesto de central conllevó un movimiento habitual y otro esporádico en el carril izquierdo. Andrés Guardado se convirtió en el lateral zurdo titular del Valencia, mientras que Bernat también hizo sus pinitos en los seis meses del Txingurri por Mestalla. Pero, lo dicho, fue con Djukic cuando definitivamente Bernat se hizo con el puesto del ‘3’. Y su explosión fue tan brillante como la de Jordi Alba, e igual de rentable en términos económicos. Pep Guardiola no se lo pensó dos veces y apostó por el fichaje del valenciano, un jugador que entró en el once de los cuartos de final de la Champions y por el que el conjunto bávaro desembolsó once millones de euros (más uno en variables ya abonado porque el requisito era que Bernat disputara ocho partidos de Champions).
“Tomamos la decisión de traspasar a Bernat porque confluían una serie de factores. Por un lado, la oferta económica era buena, tanto para el Valencia como para el jugador, hay que recordar que cuando se hizo el traspaso el proceso de venta del club era incierto y se necesitaba hacer caja. Pero, por otro, el traspaso de Juan, que es un grandísimo jugador como lo está demostrando en Múnich, entendíamos que no nos obligaba a invertir en un sustituto porque lo teníamos ya en casa”. La explicación es de Francisco Joaquín Rufete y el recambio del que habla no era otro que José Luis Gayà.
Gayà, natural de Pedreguer y que debutó con 17 años con el primer equipo del Valencia en un partido del Copa del Rey y que ostenta el récord de debutante en el Valencia en competición europea (lo hizo con Djukic en 2012 en Krasnodar), sabe y valora que si alguien ha apostado por él para dar el salto a la élite del fútbol ese ha sido Rufete. De hecho, en enero de 2014, Gayà formó parte de la revolución que el manager general llevó a cabo en el vestuario, del que salieron Pabón, Guardado, Postiga, Canales, Banega… y en el que entraron Keita, Senderos, Vargas y, entre otros, Gayà, que se convirtió a todos los efectos en futbolista de la plantilla de Juan Antonio Pizzi.
Gayà formó parte de la revolución que el manager general llevó a cabo en el vestuario
La historia de Gayà como lateral izquierdo difiere de la de Jordi Alba o Juan Bernat. Él lo es desde que militaba en el Alevín A. Vicente Castro, su técnico, entendió que “con recorrido” era un chaval que podría explotar más y de un día para otro Gayà dejó de ser delantero (en su primer año en la escuela del Valencia anotó 60 goles) para ser lateral izquierdo. “El primer día no entendía nada, se quedó alucinado, pero desde niño tiene una capacidad de trabajo y aprendizaje brutal”, comenta Castro. José Jiménez le considera un defensa más hecho a su edad que Alba o Bernat. “Tiene asimilados conceptos defensivos que Jordi y Juan tuvieron que aprender sobre la marcha” y “se siente más cómodo haciendo toda la banda suya de lo que los otros estaban en sus inicios como laterales”.
Virtudes de cada uno aparte, con Gayà se cierra una trilogía de laterales izquierdos surgidos en la cantera blanquinegra. Tres futbolistas que se han ido dando el testigo y que han dejado en las arcas blanquinegras 26 millones de euros. Pero no serán los últimos, en la actualidad junto a Gayà en la primera plantilla valencianista hay otros dos laterales zurdos ‘made in La Academia’: Lato y Jesús Vázquez. El filón inagotable del Valencia sigue teniendo existencias.