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Mesas azules entre casas blancas

Mesas azules entre casas blancas

Hay un pueblo lleno de hogares blancos en la sierra subbética cordobesa. El casco antiguo tiene una fuente barroca del Siglo XVI que preside el dios Neptuno y un balcón natural desde el que se ve un océano de olivos. Entre medias, uno puede perderse en un laberinto de paredes encaladas con macetas de colores colgadas junto a cada ventana. En lo que Priego de Córdoba se parece a todas las localidades aledañas es en que tiene un campo de fútbol. El deporte rey. Pero esas instalaciones no llevan el nombre de ningún profesional del balompié. El polideportivo del pueblo se llama como el héroe local del deporte. Un jugador de tenis de mesa. El jugador por antonomasia para los prieguenses y para muchos españoles: el once veces campeón de España, Carlos Machado. El suyo es el éxito de una familia que prefirió las palas de ping-pong sobre los balones de fútbol.

Desde Priego, con amor

El tenismesista Luis Calvo compite en los campeonatos de Andalucía en 1984 con el equipo Confecciones Rumadi.
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El tenismesista Luis Calvo compite en los campeonatos de Andalucía en 1984 con el equipo Confecciones Rumadi.

Todo empezó hace cuarenta años. Un pimponista catalán de éxito internacional trajo sus maletas a Priego. Las crónicas del periódico local, ‘Adarve’, hablaban de un “gran as del tenis de mesa”. Era Luis Calvo . Hoy es el director técnico del Club de Tenis de Mesa Cajasur Priego. Militaba en el equipo que por entonces había en el pueblo, el Confecciones Rumadi. “Cuando me ficharon, conocí a una chica, Maribel Machado”, recuerda Calvo. Y se enamoró de ella y de Priego. Luis Calvo comenzó “a entrenar a los hermanos [de Maribel]”. Desde entonces empezó a forjarse la leyenda de los Machado, inseparable de la historia del Priego TM.

Empezamos en categorías bajas, pero la calidad era tan grande que conseguimos llegar a la máxima categoría muy rápidamente.

Luis Calvo

Carlos Machado comenzó a gatear con una raqueta pegada a la mano. Nació en 1980 y ya desde los 8 años jugaba a ping-pong. “Era muy pequeño y me recortaban las patas de la mesa [para jugar]”, detalla el tenismesista. Carlos aclara que empezó a pelotear “por divertimento”. “Pero ves que vas ganando partidos y ya vas tomándotelo más en serio”, confiesa. Sin embargo, él no fue el único familiar interesado en el juego.

Sus hermanos José Luis y Jesús también formaban parte del “dream team” prieguense. Luis los había formado “desde la base, entrenando desde que tienen siete años y hasta que llegaban arriba”. El catalán se dio cuenta de tenían “suficiente calidad como para formar un club”. Así que, en 1993, se puso manos a la obra con su cuñado, Miguel Machado. “Empezamos en categorías bajas, pero la calidad era tan grande que conseguimos llegar a la máxima categoría muy rápidamente”, rememora Calvo. Sin embargo, no todos los vientos soplaban a favor.

“Al principio no teníamos un local apropiado”, reconoce el director técnico. El equipo compraba “las camisetas más baratas” y comían “bocadillos en los campeonatos de Andalucía”. Recuerda Calvo que “todo el mundo iba muy bien vestido”, pero que ellos tenían la calidad: “era llegar ahí y campeón”. “Hay unos baremos económicos dentro de cada categoría [que si los cumples] se puede conseguir dinero”, pero como aún estaban en pañales, no los cumplían. Calvo cree que esa es la diferencia con respecto a otros clubes: “nosotros fuimos buenos sin tener dinero”. Ahora cosechan éxito tras éxito. El club levantó su séptimo título de liga y el octavo de Copa del Rey en 2021. Parte de la culpa de ese éxito viene de Carlos Machado.

La joya de la corona

El palista Carlos Machado remata una bola durante un partido con el Priego TM.

Para su director técnico, Carlos es “el mejor de la historia, no solo el mejor jugador de España”. El prieguense ha ganado el campeonato de España individual en once ocasiones, siete de ellas de forma consecutiva, desde 2008 a 2014. Machado llegó a escalar hasta el número 57 del ránking mundial. Su palmarés podría ocupar un artículo entero. Es inigualable.

Carlos enfoca este deporte como una prioridad en su vida. Esa es su clave para llegar al éxito: “Vivir para el tenis de mesa, dentro y fuera de la mesa”. Y cuando salta a la pista, “darlo todo, luchar y confiar en ti mismo”. Reconoce que no es fácil: “Posiblemente el deporte es el área de la vida en el que menos te pueden regalar nada porque estás tú solo”. Pero cuando Carlos juega en casa, siempre está acompañado.

Competir ante su gente de Priego es único para el palista: “Lo que se siente ganando con el club que ha creado la familia y con la sala llena es muy emotivo y no lo cambiaría por nada”. A pesar de que le han llovido ofertas desde Francia o Alemania, Carlos nunca les prestó atención: “En este deporte no te vas a hacer rico y ganar unos pocos más de euros a final de temporada no es motivo para dejar el club de tu vida”. Pero que este equipo naciera en Priego de Córdoba añadía más dificultad a su andadura.

Lo que se siente ganando con el club que ha creado la familia y con la sala llena es muy emotivo y no lo cambiaría por nada.

Carlos Machado

Los hogares blancos de la localidad los habitan 22.585 almas. Justo por encima del límite legal que permite llamarlo ciudad. Aunque tiene el encanto y el espíritu de un pueblo. Que el epicentro del tenis de mesa español esté en un sitio así tiene una doble cara. Calvo admite que está mal comunicado porque “a la hora de coger un avión tienes que irte a Málaga”, que está a una hora y media. La cara es que tienen a la gente a favor: “A nivel de público es una ventaja respecto a una ciudad donde hay tantos deportes”. Además, el precio de las instalaciones no es tan alto.

Por esa razón pudieron elevar un centro de tecnificación sobre el suelo prieguense. Un área con mesas de ping-pong, gimnasio, residencia y pegado a un polideportivo con pista de atletismo, piscina y campos de fútbol para los tenismesistas del club. Su construcción, combinada con el éxito del equipo, fue el cóctel perfecto para el despegue del equipo. Desde entonces “cualquier jugador que entrene en España quería venirse a Priego, era como irse al Madrid o al Barcelona”, detalla el director técnico. La formación allí es exigente.

La cara oculta del éxito

Los jugadores del Priego TM posan en el centro de tecnificación.
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Los jugadores del Priego TM posan en el centro de tecnificación.

El día de Nochebuena se entrenaba hasta las ocho o las nueve; el día de Navidad, también, y luego ya por la tarde descansaban”, explica Luis Calvo. La demanda era tal que Carlos Machado reconoce que nunca ha ido “a un viaje de estudios”. “Es cuando tenían los campeonatos”, razona. Tampoco ha podido pasar mucho tiempo con la familia porque “hay muchos viajes y giras” que le obligaban “a estar un mes fuera de casa”. A pesar de ello, cree que los deportistas son unos privilegiados: “Los que lo pasan mal son los que se levantan a las seis de la mañana y tienen que estar todo el día por ahí para sacar a la familia adelante”. Sin embargo, tanto esfuerzo no les ha servido para plantar cara a las potencias foráneas.

El día de Nochebuena se entrenaba hasta las ocho o las nueve; el día de Navidad, también, y luego ya por la tarde descansaban.

Luis Calvo

La aventura europea del Priego ha estado cerca de la cima en algunas ocasiones, pero nunca han sido campeones. Tampoco a nivel mundial. Luis Calvo expone que “en otros deportes la masa de jugadores está muy limitada”, pero en el caso del tenis de mesa “solo en China habrá 20 o 30 millones de jugadores federados, la competencia es brutal”. Por eso, el director cree que para poder llegar a ser campeón internacional “tienes que tener una infraestructura diferente y en España no hay más de 15.000 fichas”. Fuera del país los éxitos no son tan extensos. La realidad es que en el deporte no siempre se levantan trofeos.

Carlos Machado reconoce que “se gana mucho, pero se pierde más”. Cuando ocurre eso, el palista se sienta a analizar las razones de la derrota y sigue adelante: “Normalmente cuando estás preparado y lo das todo me dura poco la derrota”. El verdadero problema surge cuando no consigue entregarse al 100% por no estar “bien física o mentalmente” o “por motivos personales”. “Te da la sensación de que podías haber dado más, ahí es cuando menos me gusta”, confiesa el tenismesista. La parte psicológica juega un papel fundamental en el ping-pong.

El Priego TM disputa un partido en el centro de tecnificación.

Carlos Machado señala que la presión esuna de las cosas más difíciles en el deporte”. Los peores momentos para él han sido las lesiones: “No sabes cómo vas a volver y te corta el ritmo”. Apunta a una baja que tuvo en 2016. Se rompió el tríceps. Pero, sin duda, uno de los momentos más difíciles fue antes de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

Recibí la noticia de la enfermedad sin solución de mi madre unos días antes de viajar”, recuerda Carlos. Luis Calvo lo vio “muy triste”. Aterrizó en la capital inglesa “en una situación que no era la óptima para afrontar unas olimpiadas”, reconoce el director técnico. Cuando se dan esos momentos difíciles, Carlos señala que “lo vas superando poco a poco con el apoyo del club y la familia”. Él nunca ha necesitado la ayuda de un psicólogo para afrontar la presión, pero ve bien que “los deportistas se pongan en manos de gente que pueda ayudar porque sin duda es el aspecto que marca la diferencia”. No obstante, el ping-pong también le ha mostrado su cara amable.

Los frutos de la exigencia

El Priego TM celebra el título de liga frente a las vitrinas del club.
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El Priego TM celebra el título de liga frente a las vitrinas del club.

Carlos cree que cada título que ha ganado con el club y a nivel individual “son muy emotivos”. Pero si tiene que elegir uno, se queda con “la clasificación para los Juegos Olímpicos”. Para él, ese fueel momento de cumplir un sueñopor poder clasificarsepor méritos propios a unos Juegos Olímpicosy porquerepresentar a tu país es lo mejor que le puede pasar a un deportista”. Pero se ha ganado otros reconocimientos que no están en las amplias vitrinas de la sede del club.

El polideportivo del pueblo lleva su nombre. Allí todos los jóvenes de la zona van a jugar a fútbol, a pádel o a correr en las pistas de atletismo. Y todos pueden leer el nombre de Carlos Machado en un cartel gigante sobre las gradas del recinto. “Venir con mi hija y que vea tu nombre ahí puesto es una cosa muy bonita”, reconoce Machado. El palista admite que Priego es un pueblo pequeño en el que todos se conocen y siempre se ha sentido "muy querido”. A la vez, el club le ha otorgado a la localidad “una marca, una imagen”, aclara Luis Calvo. Cuando se habla de Priego, se identifica con los campeones de tenis de mesa. Campeones que no duran para siempre.

Lo que tengo, lo que soy y lo que he vivido se lo debo al tenis de mesa.

Carlos Machado

Carlos Machado tiene 41 años y es consciente de que en algún momento tendrá que colgar la pala. Cuando se retire, su trabajo estará alrededor del tenis de mesa porque es a lo que se ha dedicado “toda la vida”. Luis Calvo cree que Carlos Machado debe ocupar su puesto. “En el momento en el que Carlos decida dejar de jugar, creo que llegará el momento de retirarme y dejar que él haga su proyecto”, confiesa el director técnico. Él sigue aguantando, pero declara que “psicológicamente” está “un poco saturado” porque “cada vez hay más tensión por ser campeón”. Pase lo que pase, seguirá siendo un club de casa.

A parte de los hermanos Carlos, José Luis y Jesús Machado, el hijo de Luis, Alejandro Calvo, también comparte sangre, pasión y calidad tenismesista. El director técnico reconoce que “el que tiene vínculos familiares puede ser mejor jugador porque va a estar rodeado de gente que sabe lo que quiere”. “Si hiciéramos equipos familiares seríamos campeones del mundo”, bromea Luis Calvo. Toda una familia que gravita alrededor del tenis de mesa. Muchas vidas alrededor de la pala.

Lo que tengo, lo que soy y lo que he vivido se lo debo al tenis de mesa”, reconoce Carlos Machado. Añade que “gracias al deporte” ha podido formar una familia y vivir de lo que le gusta. “La verdad es que volvería a hacerlo de nuevo”, admite el endecacampeón español. Todo Priego le espera. Tócala otra vez, Carlos.

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