Pocas opiniones tienen más consenso en el mundo del fútbol como que la Segunda División española es una de las competiciones más reñidas. Un tópico que durante los últimos años está bastante lejos de la realidad. Solo hay que fijarse en la evolución desigual de los límites salariales de los clubes de la Segunda división, ahora llamada Liga SmartBank.
Todo empieza en 2015, cuando LaLiga crea un mecanismo de solidaridad para los equipos que descendían de Primera y Segunda División. Con el fin de evitar debacles económicas por la pérdida de ingresos, se expiden ayudas para los tres descendidos de Primera división y los cuatro de Segunda. Estas ayudas se financiaban con el 3,5% de los ingresos televisivos, ahora el 2,5% después de que tuviera lugar el Pacto de Viana este mismo año.
La creación del fondo de compensación abrió una gran brecha entre los clubes de Segunda en materia de ingresos. Basta con calcular el coeficiente de Gini, método al que hemos recurrido para estudiar la desigualdad en la distribución de los topes salariales, unos límites que fijan el gasto máximo al que puede llegar cada equipo de Segunda en su plantilla deportiva.
El coeficiente de Gini, a punto de triplicarse
El valor del índice de Gini oscila entre 0, si la igualdad entre todos los equipos es absoluta, y 1, si la desigualdad es máxima. En la temporada 2015-2016, la última antes de que entrara en vigor el mecanismo de solidaridad para los descendidos, el coeficiente de Gini de Segunda división era de 0,159. Un resultado muy cercano a 0, lo que reflejaba una gran igualdad entre todos los clubes de Segunda.
Después de cinco temporadas con el fondo de compensación en vigor, en la campaña actual 2020-2021, el índice de Gini es de 0,44 sobre 1, un 179% más que en la 2015-2016. El hecho de que el coeficiente esté cerca de triplicarse en solo cinco años, aleja a la Segunda División de la igualdad total y la acerca a un modelo de campeonato con grandes diferencias entre sus equipos.
Esta tesis cobra más sentido si nos fijamos en la distancia entre el club con más capacidad de gasto salarial y el que equipo con menos. En la 2015-2016, el mejor situado era el Almería, con un tope salarial de 9,77 millones de euros y una diferencia de 7,37 millones con respecto a los 2,4 millones del Bilbao Athletic, el equipo con menor capacidad de gasto. Para la 2020-2021, la distancia entre el primero y el último de la lista se multiplica por nueve. El Espanyol, líder en gasto salarial en Segunda, cuenta con un límite de 45,34 millones, una diferencia de 40,47 millones con respecto al Sabadell, a la cola de la lista con un límite de 4,87 millones.
Los descendidos, cada vez más dominadores
Asimismo, la desigualdad es patente en los índices de concentración, que se obtienen al comparar los límites salariales de los equipos recién descendidos con respecto al gasto salarial total permitido. En este caso, en la 2015-2016, los clubes recién llegados de Primera fueron el Almería, el Osasuna y el Córdoba. El Almería contaba con el límite más alto de la categoría pero los otros dos descendidos ocupaban la novena y la décima posición, respectivamente. Así pues, entre los tres conjuntos, sumaban un tope salarial de 18,56 millones, que representaba a su vez el 18% del gasto total permitido. De ello se deduce que no ejercían una gran dominio respecto al resto.
Sin embargo, en la temporada 2020-2021 los tres recién descendidos tienen bastante más poderío económico con relación al resto de sus competidores. Sumando los topes salariales del Espanyol, el Leganés y el Mallorca, se alcanza un gasto salarial permitido de 91,09 millones de euros, lo que supone el 38,35% del gasto total de Segunda. Comparado con el porcentaje de cinco temporadas atrás, el dominio de los recién descendidos se ha duplicado.
Los números hablan por sí solos, no solo a nivel económico, también a nivel deportivo. En la 2015-2016, la superioridad económica del Almería, el Osasuna y el Córdoba respecto al resto de equipos de Segunda era exigua, por no decir inexistente. Eso influyó enormemente en los resultados deportivos, y por ello, ninguno de los tres recién descendidos volvió a Primera esa temporada. De hecho, el Almería estuvo a punto de caer a Segunda División B.
Un panorama muy distinto al de la presente temporada en Segunda, donde Espanyol, Mallorca y Leganés están a la cabeza de la clasificación. El Espanyol es primero, el Mallorca, segundo, y el Leganés está quinto. Todos en posiciones de ascenso para volver a Primera. Por el momento, y a pesar de que se encuentran en el ecuador del campeonato, el dominio económico de los tres clubes se traduce en un dominio en el plano deportivo. Una muestra más de la influencia de las finanzas en los resultados deportivos.
Pese a que el fondo de compensación para los descensos es de manera incontestable un mecanismo de éxito para evitar debacles económicas, ha provocado un gran daño colateral. Por ello, es imprescindible replantear la distribución de los ingresos entre los clubes de Segunda con el propósito de restaurar la igualdad. Un problema que se está corrigiendo con acierto en Primera División, pero que en Segunda se ha desatendido.