Los ingresos por retrasmisiones sostienen las cuentas de los equipos de Primera. La explotación de los estadios se ha convertido en un ingreso cada vez más irrelevante en los últimos años, salvo para Real Madrid y FC Barcelona, los más perjudicados por la COVID-19.
Con LaLiga a la vuelta de la esquina, muchos aficionados se preguntan con nostalgia si podrán volver a los estadios. La decisión no pertenece a los clubes, pero parece que a pocas directivas de Primera les corre prisa por abrir sus puertas. El propio presidente del Getafe, Ángel Torres, aseguró hace semanas que los seguidores azulones no volverían al Coliseum Alfonso Pérez hasta que el riesgo fuera 0. El peligro latente de la COVID-19 se suma a la pérdida de importancia de los estadios en el negocio de los clubes profesionales. La venta de entradas o abonos era una fuente de ingresos fundamental para los clubes, aunque en los últimos años ha perdido importancia, convirtiéndose en una actividad complementaria pero no indispensable para obtener ganancias. Al mismo tiempo, el peso de los derechos televisivos ha ido aumentando su trascendencia hasta el punto de convertirse en la base del negocio del fútbol.
Los derechos por las retrasmisiones de partidos suponen hasta el 80% de todos los ingresos de explotación para los equipos con menos presupuesto
En Primera División
Teniendo en cuenta las últimas cuentas publicadas correspondientes al curso 2018-19, los derechos por las retrasmisiones de partidos suponen hasta el 80% de todos los ingresos de explotación para los equipos con menos presupuesto de Primera. Mientras crece la dependencia del dinero de las retrasmisiones, los ingresos por taquilla no superan el 10% de los ingresos recurrentes.
El Atlético de Madrid, tercer club con más presupuesto, logra que la explotación del Wanda Metropolitano, le reporte alrededor del 10% de sus ingresos. El club rojiblanco es uno de los pocos que consigue dar tanta rentabilidad a sus instalaciones y la venta de tickets. Para clubes de la parte baja de la tabla como el Real Valladolid, la venta de entradas no supuso más del 4% de todos sus ingresos de explotación. Y no es el caso más llamativo, porque para el Éibar la explotación de su estadio solo significó el 2% de sus ingresos relevantes. La dependencia del dinero de las televisiones ha cobrado tal importancia, que si estos clubes cerraran sus estadios durante la próxima campaña 2020-21, sus cuentas no se verían prácticamente perjudicadas.
El impacto del cierre de los estadios cambia ostensiblemente si nos referimos a los dos grandes presupuestos del fútbol español, el Real Madrid y el FC Barcelona. Su volumen de ingresos, muy por encima del resto de equipos, les ha obligado en las últimas décadas a diversificar sus negocios para seguir creciendo. Es por ello que la importancia de los ingresos procedentes de la explotación de sus estadios es mayor que en el resto de clubes. Si nos referimos al FC Barcelona, en la campaña 2018-19 la explotación de sus instalaciones reportó 212 millones de euros al club blaugrana, el 21,4% de todos sus ingresos. Una cifra a la que se acerca el Real Madrid con 175 millones de euros por el dinero recibido de los socios y la taquilla, que supone el 20,6% de todos sus ingresos de explotación.
De los 20 equipos con más presupuesto de Europa, para los que en 2009 la explotación de sus estadios suponía de media el 25% del total de ganancias y que en 2019 descendía hasta un 16%
Caída en diez años
Si bien es cierto que los grandes equipos de Europa tratan de revitalizar sus estadios para que sigan ofreciendo una rentabilidad destacada, lo realidad es que en los últimos años han perdido peso en los ingresos totales. Algo que se refleja en la evolución económica de los 20 equipos con más presupuesto de Europa, para los que en 2009 la explotación de sus estadios suponía de media el 25% del total de ganancias y que en 2019 descendía aceleradamente hasta un 16%. Esta caída no es exclusiva de la última década. Echando un vistazo a la composición de ingresos de explotación del Real Madrid en la campaña 1998-99, el dinero recibido por las cuotas de los socios y la explotación del estadio suponía el 32% de toda su facturación. Una fuente de ingresos solo superada por el dinero recibido de las retrasmisiones, negocio que empezaba a florecer y que ya suponía el 33% de las ganancias totales del equipo blanco. Dos décadas más tarde, en 2019, los rendimientos procedentes de las cuotas de los socios y el estadio perdieron trascendencia en el negocio y pasaron a representar el 23% del total de ingresos, muy por detrás del marketing, la actividad más lucrativa del Real Madrid, que representa el 39% de la facturación blanca.
La diversificación es, sin lugar a dudas, una de las tareas pendientes de muchos de los clubes de nuestra Liga, fuertemente dependientes de los ingresos por las retrasmisiones. El previsible cierre de los estadios solo puede servir a la mayoría de clubes para que reformulen su estrategia comercial y busquen nuevos mercados, con el fin de mantener un notable volumen de ingresos. Es el momento para que los clubes obtengan más rendimientos por el marketing y la publicidad. Una vía capitalizada por los grandes equipos, que los clubes modestos no han sido capaces de rentabilizar hasta el momento, con alguna salvedad.
Una buena manera de adentrarse en nuevos mercados es el fichaje de jugadores exóticos. La búsqueda de nuevos aficionados podría servir para compensar el cierre de estadios, unas pérdidas que no superan el 10% de los ingresos totales -salvo en los casos ya comentados- y que se verían compensadas con un aumento de los ingresos procedentes de la actividad comercial. Entidades como el Espanyol o el Mallorca ya saben lo rentable que es contratar a talentos exóticos. El Espanyol, gracias a su delantero Wu Lei, fue el equipo español más visto en China. Lo mismo que sucedió con el Mallorca durante la cesión Takefusa Kubo, cuando se convirtió en el equipo español más visto en Japón. Como reconocía Iván Codina, director de LaLiga en Japón, cada diez partidos que se ven de LaLiga en Japón, ocho son del Mallorca.
Con un mercado saturado de seguidores, explorar nuevos escenarios fuera de las fronteras de Europa, resulta interesante para que los clubes modestos aumenten sus ingresos y cubran las pérdidas a consecuencia del cierre de los estadios. A pesar de lo provechosos que son la comercialización y la publicidad, la realidad es que algunas entidades se verán obligadas a los recortes salariales, como el Madrid y el Barcelona. Atlético, Valencia o Sevilla podrían unirse a una ola de recortes, pero sin la misma urgencia, pues los ingresos por la explotación de sus estadios no superan el 10% de sus ganancias totales. Es preciso comentar que los problemas económicos del Valencia van más allá de la clausura de Mestalla por la COVID-19, una preocupación más para los chés. En lo que respecta al resto de equipos de LaLiga, estos podrán encarar sin grandes dificultades el inicio de campaña. Siempre que los derechos televisivos sigan reportando tantos ingresos, la rentabilidad estará garantizada.