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En busca de la felicidad: parte 1

CON YARDAS Y A LO LOCO

En busca de la felicidad: parte 1

El mercado de la NFL es como la fábrica de Willy Wonka, las fiestas del pueblo de tu mejor amigo o un festival de hardstyle holandés. Un lugar donde sabes cómo entras, pero no como sales. Eso sí, la diversión está más que asegurada por el camino... Que se lo digan a los aficionados de los Bills, de los Dolphins o de los Jets, que se lo digan a ellos, sí.

Una vez hecha esta definición del inicio de mercado en el fútbol americano, voy a analizar desde esta tribuna los movimientos más llamativos de lo que llevamos de post-season (nunca es tarde si la dicha es buena, dicen). Una agencia libre dónde la gran mayoría de equipos han priorizado dar profundidad a sus plantillas con jugadores notables, que ‘reventar’ la NFL con contrataciones y trades de película. Sin embargo, siendo la National Footbal League un universo de lo imposible, no podían faltar esos titulares de portadas, esos fichajes que pueden cambiar la liga.

¿El principio del fin?

Thomas Edward Patrick Brady ha fichado por los Tampa Bay Buccanners. Es decir, Tom Brady se ha marchado de New England. Es decir, el cometa Halley ha pasado por el cielo de la NFL. Haciendo un símil futbolístico es como si Leo Messi ficha por el Alavés. Es la host... en otras palabras.

Es difícil descubrir los motivos por los cuáles Brady ha abandonado Foxborough. Yo no lo intentaré ya que ni soy un experto de la ingeniería financiera de la NFL, ni soy un experto de los Patriots (@catanovski sí que lo es asi que seguidle en Twitter). Sin embargo, voy a intentar explicar lo que supone para mí, aficionado a la NFL, este movimiento.

El fichaje de Brady por los Tampa Bay Buccaners es un cambio de paradigma en toda regla. La AFC este respira tranquila al ver como el imperio del mal, que instauraron el Emperador Belichik y Darth Brady, llega su fin. Un nuevo horizonte se abre para los Bills, principales candidatos a la corona de la división, los Dolphins, equipo serio pese a su mala fama, y a los Jets, que cuando despidan a Gase podrán soñar con algo. Y, ¿qué pasa en la NFC sur? Pues pasa que tendremos a un quaterback histórico como Brady jugando los esquemas de un genio ofensivo del mal como es Bruce Arians, head coach de Buccaners. Para rematar la faena que Brady lleve el timón del navío de Tampa nos asegura cuatro enfrentamientos contra dos mariscales de enjundia: Brees, de los Saints, y Ryan, de los Falcons. Puro espectáculo compañero del ovoide.

Huye DeAndre, huye

El robo de la década. Fin. Un premio al “me da igual todo” de Steve Keim, general manager de los Arizona Cardinal. Hay que tenerlos muy bien puestos (perdón por la expresión) para ofrecer al runningback David Johnson, un pick de segunda ronda y otro de cuarta por el mejor receptor de la liga. Hay que ser un ‘canallita’. El despiporre sería que te lo acepten... Bill O’Brien, amo y señor de los Houston Texans, lo aceptó y, supuestamente, no iba bajo el efecto de ninguna sustancia psicotrópica. Como mandar un mensaje directo de Instagram (pasión en los tiempos de las redes sociales) a tu amor platónico y que te responda dándote conversación. Ahora analizaré lo que supone este trade para Cardinals y Texans.

Los de Arizona han experimentado con este fichaje un salto de calidad colosal. Keim ha juntado a un mariscal como es el joven Kyler Murray, valiente en sus lanzamientos, con un puñal partiendo desde fuera o dentro los números o desde el slot como es DeAndre Hopkins. Si a esto le sumas que Kliff Kingsbury dejó detalles de ser una mente ofensiva privilegiada, nos salen unos Cardinals muy apetecibles. Sin olvidar que el gran Larry Fitzgerald (del que todos somos un poco seguidores) nos brindará otra temporada.

Dicen que Dios no castiga dos veces. Parece que, si eres de los Texans, sí. ¿Por qué? Han perdido a Jadeveon Clowney y DeAndre Hopkins sin ganar en el intercambio una mísera primera ronda, ni una. Firma de Bill O’Brien, que mira que es malo. Chuck Norris, paladín de la justicia texana, debería hacer algo con O’ Brien cuánto antes por el bien de Deshaun Watson. Al mariscal de la franquicia texana, un jugador que puede llegar a ser histórico, le están quitando a sus mejores compañeros y esto no puede sino alejar la renovación tras finalizar su contrato de rookie. Si llega a suceder esto, habrá que ver lo que hace O’Brien. DeAndre huyó de 0’Brien y quién sabe si en dos años no titularé “Huye Deshaun, huye”.

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