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El Madrid convocó a su público para el Clásico, pero sobre todo invitó a Cristiano Ronaldo. Era la última esperanza para recuperar el gol, con su Cid Campeador sembrando el pánico desde el palco. Vinicius dio ejemplo: aprovechó sus defectos y marcó de rebote. Mariano tiene algo mejor que el tanto: está hermanado con el madridismo. El gol no es un juego de equipo, por eso estaba penalizando así a los blancos.
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Zidane y Setién llegaron al Clásico con sus plantillas heridas. Aunque con el Madrid ya se sabe, cuanto más muerto más vivo. El francés pensaría que esta frase sería verdad: “Más cerca del peligro, más lejos del daño”. Mariano convocado y Marcelo titular. Setién no quería sorpresas en su alineación; ya tendríamos suficiente con el marcador.
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Gabriel Jesus fue portada el viernes para pedir perdón al Madrid por el estropicio que les hizo en el Bernabéu. El brasileño se insinuó, como cuando un chico se porta mal con la que le gusta para llamar su atención. Su actuación también fue mérito de Guardiola, que puso el colmillo en las zonas más tiernas del Madrid. Aunque lo mejor de Pep volvió a ser su jersey.
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Hay días en los que el Madrid está dispuesto a rompernos el corazón. El miércoles además nos pilló desprevenidos, cuando ganaban 1-0. La felicidad les hizo vulnerables, porque no merecían aquella felicidad. El City despertó al Madrid con tres bofetadas. La más dolorosa terminó siendo la expulsión de Ramos. Sin él, la eliminatoria se queda mucho peor que difícil.
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La portada tiene su aquel. Una imagen de Guardiola y una frase de anuncio de fragancia masculina. Retaron al destino: el partido lo decidieron los futbolistas más delicados, Isco y De Bruyne. El belga levitó por todas las zonas del campo en las que se echó de menos a Toni Kroos. Y Ramos, el más tío, honró a la sentencia con una expulsión de lo más liviana.
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Zidane goza de un idilio tan profundo con la Champions que acabó perdiendo la cabeza. Su círculo más cercano reseña que el técnico francés ve cosas que nadie ve: la confianza ciega en Lucas Vázquez, el hallazgo de Fede Valverde o la suplencia de Kroos contra el Manchester City. Las genialidades solo pueden acabar de dos formas: o muy bien o muy mal. Con Zidane igual.
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Al Madrid solo le queda lo que tiene. Sin Hazard, el equipo repite el ataque amilanado del año pasado. Vinicius y Benzema forman una pareja muy amigable, y eso en el fútbol es un problema. Bale, Jovic o Mariano podrían solucionarlo. Pese al milagro sigue siendo una quimera.
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